
Despues de Horas D&D
Autor: Daddypurpura
SkyNovels
Mucho mas que un criminal.
Un joven adulto de unos 30 años se aventura en el interior de un imponente edificio departamental. A medida que recorre los amplios pasillos, se da cuenta de que las mesas y sillas que lo rodean están vacías, lo cual crea una atmósfera de vacío y oscuridad. Sin embargo, algo llama su atención: desde una puerta cercana, se escucha la cancion de autumn wind story momoko kikuchi fuerte y resonando por todo el ambiente.
Resulta que el edificio, en realidad, alberga un negocio clandestino. Detrás de la fachada de un restaurante, se encuentra un burdel ilegal, y el joven es consciente de ello. Aunque el lugar parece tranquilo desde el exterior, una vez que cruza la puerta, es recibido por una cacofonía de música estridente, risas y un ambiente de juego animado que se extiende por todo el recinto.
A medida que avanza, el joven se siente observado. Algunas personas le dirigen miradas llenas de respeto, reconociendo quizás su posición en ese mundo subterráneo. Sin embargo, otras le observan con envidia y resentimiento, como si creyeran que les ha arrebatado algo importante.
A pesar de las miradas y la energía tensa en el aire, el joven sigue su camino hacia una de las mesas ubicadas en la zona VIP, en la parte trasera del local. Es un espacio reservado y exclusivo. De repente, mientras camina, choca accidentalmente con una chica, quien le mira con nerviosismo y temor, disculpándose de inmediato por el choque.
"Oh, lo siento mucho", dice la chica, con la mirada baja y distraída, encontrando dificultad para mantener contacto visual.
El joven le echó un vistazo de arriba abajo a la chica, deteniendo su mirada en su escote por un momento antes de volver a encontrarse con su rostro y reconocerla. "Ten más cuidado, Aoki. La próxima vez no te dejaré ir tan fácilmente con solo unas palabras", respondió el joven.
La chica pareció comprender rápidamente a lo que se refería, asintiendo respetuosamente y diciendo: "Lo siento", antes de agregar: "No volverá a suceder, se lo prometo. Y con respecto a su oferta, si desea algo de sexo, por favor no dude en pedírmelo. No es necesario buscar excusas si eso es lo que desea, señor Isaki". La chica susurró antes de alejarse rápidamente.
Isaki se mantuvo imperturbable y la dejó marchar con una pequeña sonrisa en su rostro. "Jajaja, maldita chica", murmuró. Siguió caminando, enfrentando las miradas del resto y examinando el lugar como si todo estuviera funcionando correctamente, mostrando una actitud de dueño del lugar.
No pasó mucho tiempo hasta que finalmente llegó a una pequeña entrada, la cual estaba cerrada con una especie de correa de hierro. Un hombre corpulento de casi dos metros de altura la custodiaba como un sabueso. Al ver a Isaki, el hombre pareció reconocerlo y rápidamente se hizo a un lado, quitando la correa y con un tono de voz respetuoso le dijo: "Señor Isaki, bienvenido".
Isaki no devolvió el saludo y simplemente preguntó en voz baja: "¿Rentaro está aquí?". El hombre corpulento escuchó atentamente y reflexionó unos segundos con una expresión de duda antes de reunir el coraje para responder: "Sí, señor Isaki, el señor Rentaro se encuentra adentro", esperando ser de ayuda.
Isaki se detuvo por un momento, permaneciendo en silencio mientras pensaba antes de finalmente decir: "Ya veo, nos vemos", en un tono de voz neutral. El hombre corpulento se sintió satisfecho al escucharlo, sintiéndose útil en algo. "Disfrute de su tiempo aquí, señor Isaki", se despidió respetuosamente.
Una vez dentro, Isaki continuó caminando hasta llegar a un pasillo donde comenzó a escuchar pequeños ruidos provenientes de cada una de las habitaciones, captando fragmentos de conversaciones. "Sí, sí, he sido un niño muy malo".
Una voz grave resonó fuera de la habitación, mezclada con una cacofonía de gritos y gemidos masculinos. Además, se podían escuchar golpes, como si se tratara de una sesión sadomasoquista.
"¡Ahh, ahhh, sí, sí, querido, al señor Kawasuraki le gusta así", se escuchó una voz femenina desde dentro.
Isaki continuó caminando, pero a medida que avanzaba, podía seguir escuchando fragmentos de conversaciones entrecortadas.
"¡Ahhh, snifffff, delicioso, tus pies huelen a queso rancio!", exclamó una voz masculina.
La voz femenina, familiar para Isaki, respondió: "Sí, señor Uzukawa, he usado un par de calcetines sucios que he llevado al gimnasio toda la semana".
El tono y la actitud de la voz masculina cambiaron, parecía estar emocionado. "¡Siiiiiiiiiii, eso es lo que quiero, ven, hazlo rápido!", ordenó mientras se acostaba en la cama y abría su trasero con ambas manos.
"Como desee, señor Uzukawa, estoy aquí para cumplir sus deseos", respondió la otra voz, esta vez femenina y con un toque seductor.
"Quiero un olor a queso rancio dentro de mi trasero", añadió la voz masculina, seguido de gemidos que sonaban como un cerdo.
Al escuchar esto, Isaki no pudo evitar sentirse asqueado. Aunque no era capaz de ver la escena, en su mente parecía realmente desagradable. "Maldito cerdo asqueroso", suspiró Isaki antes de finalmente acercarse a una puerta.
Al llegar allí, extendió la mano hacia la perilla de la puerta, pero se dio cuenta de que estaba trabada. La puerta no se movía a pesar de sus intentos. Isaki no tardó mucho en darse cuenta de lo que debía hacer. Perdió la paciencia y golpeó la puerta con fuerza.
Una vez que la cerradura de la puerta estalló, se encontró con un hombre más joven, alrededor de 28 años, sentado detrás de un gran escritorio de color caoba y negro. Isaki podía escuchar el sonido de un portátil que estaba sobre el escritorio.
El otro joven parecía seguir distraído con lo que estaba sucediendo en ese momento. "Malditos juegos de idols", gritó Isaki molesto antes de tomar la puerta con la cerradura rota y volver a cerrarla de nuevo.
"Kentaro, maldita sea, me uní a esta organización y al maldito mundo criminal para hacer algo grande con mi vida. No para dirigir un maldito bar de putas", expresó Isaki con frustración.
Kentaro lo miró con incredulidad, casi como si se preguntara si Isaki realmente estaba hablando en serio. "¿De verdad, un maldito bar de putas? No me malinterpretes, pero ¿eso es lo que crees que tenemos?", respondió Kentaro, visiblemente molesto como si su orgullo estuviera siendo cuestionado. Isaki reflexionó un momento, respiró profundamente y tomó un trago de sake antes de continuar.
"Sí, un maldito bar de putas, eso es lo que tenemos. He dedicado 8 años de mi vida y he confiado en ti para terminar dirigiendo un maldito burdel de segunda categoría", dijo Isaki con cierta resignación en su voz.
Kentaro no pudo evitar sentirse completamente agraviado. "¿Cómo que solo un maldito bar de prostitutas? ¿Acaso olvidas que también somos un bar de karaoke? No se te olvide, he trabajado muy duro para traficar CDs ilegales con canciones desde Europa", respondió Kentaro, defendiendo su posición con orgullo.
Isaki lo miró con sarcasmo e ironía. "¿Me estás tomando el pelo?", le preguntó. Kentaro lo miró nuevamente, confundido, y respondió: "No, claro que no, amigo mío. Sin embargo, no estás viendo algo importante en esta vida, y es el dinero. Y tú no pareces tener mucho contigo".
Isaki se sorprendió un poco al escuchar la respuesta de Kentaro. No esperaba hablar de dinero desde hacía mucho tiempo, así que le dijo: "Yo sí tengo dinero. Te di cada puto centavo que gané en mi vida criminal para que pudieras establecer este maldito lugar. Al menos 40 de esas 90 'putas', no sé cuántas de ellas sean hombres, pero definitivamente no son mías".
Kentaro no parecía sorprendido, pero respondió con ironía: "Ahora vas a decir que casi la mitad de mis putas en este maldito bar son tuyas, cuando hace unos segundos solo difamabas mi maravilloso lugar".
Kentaro suspiró. "Todas esas putas ahí fuera son mías, este maldito lugar es mío y siempre ha sido así. No tienes ningún derecho ni propiedad aquí, y si tienes alguna molestia con ello, ve y pon una denuncia en la fiscalía. Seguro que tomarán en cuenta la palabra de un gangster pobre y sin dinero", concluyó Kentaro, dejando en claro su posición de poder y desafiando a Isaki.
Isaki miró hacia una pared donde observó un retrato de un jugador de béisbol y algunos trofeos antes de volver a colocar sus manos en la cintura y dar unos pasos hacia el centro de la habitación.
"Te sugiero que no quieras hacer esto. De lo contrario, este lugar solo será propiedad de un muerto, y como ya sabes, un muerto no puede mandar porque 'está muerto'", respondió Isaki con tono neutro pero con un toque amenazador en sus palabras.
Kentaro se dio cuenta de que Isaki iba en serio y dejó de sondear a su viejo amigo. "¿Por qué no vas al grano y me dices qué quieres? Sé directo, no me hagas perder más tiempo con juegos".
Isaki fue directo, a pesar de no gustarle acatar órdenes, decidió no malgastar más aliento. "Necesito dinero".
Kentaro reflexionó un momento y volvió a cuestionar. "¿No harías algo así por algo tan estúpido como el dinero? En 12 años, eso nunca fue un problema. ¿Por qué llegas a mi oficina golpeando mi puerta y quejándote si solo necesitas dinero?".
Isaki le respondió: "Estás en lo correcto, pero quiero un legado. Quiero dinero, necesito poder. Pero como bien dijiste, ¿de qué sirve el poder si no tienes dinero?".
Kentaro reflexionó nuevamente y preguntó: "¿Qué tienes en mente?".
Isaki pensó un momento y lo miró con desprecio. "Nada que tenga que ver contigo. Veo que estás muy contento aquí, jugando en tu ordenador portátil a juegos de idols".
Kentaro se quejó nuevamente, pero esta vez con una voz apagada. "Donde hay dinero, siempre tengo que estar involucrado, especialmente si tiene que ver con mi dinero. No veo por qué no podría participar".
Isaki lo miró de nuevo y respondió con solemnidad: "No, no puedes. Es hora de que des un paso atrás y digas adiós".
Kentaro pareció confundido y preguntó: "¿De qué estás hablando?".
Isaki dijo: "Nada. Es hora de que me vaya, así que por favor, envíame mi dinero. No me importa si es en putas, mercancía o dinero".
Kentaro exclamó: "¿Qué te pasa, maldito bastardo? ¿Por qué de repente te estás yendo? Si quieres dejar esta maldita organización, córtate un dedo".
Isaki se levantó de la silla, tomó su chaqueta y caminó hacia la puerta. "Si fuera así, tú estarías en un ataúd. No quiero tener esta discusión de nuevo".
Isaki desapareció en la distancia mientras se iba por la puerta.
Inicia sesión para reaccionar y/o comentar a este capítulo
Comentarios del capítulo: (0)



mode_comment