Dejándolo todo atrás
Kevin estaba descansando en la mansión de Lauren y al despertarse se acordó de su bicicleta.
—Tanta preocupación y al final perdí mi bicicleta —dijo Kevin levantándose de la cama agitado y ve a un criado con cara seria, mayor de edad con unos lentes oscuros sentado en un asiento a unos metros de la cama.
—¿Quién es usted? —Kevin mira al criado y luego observa el cuarto—. ¿Dónde estoy?
Kevin se mira a sí mismo y se acordó de que no traía su ropa pues estaba vestido de ropa de dormir y se huele.
—¿Eh..? No recuerdo haberme bañado ni cambiado de ropa ¿No me diga que fue usted?
—Fue una de nuestras asistentes —dijo el hombre—. Nunca conocí a alguien que durmiera tanto y que no se despertara con todo lo que te hicieron.
Kevin por un momento se imaginó en todo lo que le pudieron hacer sin despertarse desde bañarlo hasta ponerle ropa.
—No puede ser —dijo Kevin avergonzado poniéndose sus manos en la cabeza.
El criado se rió con la boca cerrada.
—¿Qué hora es? —preguntó Kevin.
El criado le apunta con su mano derecha hacia el reloj de pared y Kevin observa que son las 9 de la mañana.
—Desde que te trajeron has dormido 16 horas. Debes tener hambre, ya te traen el desayuno.
—¡Comida! —exclamó Kevin—. He dormido demasiado.
En ese momento entra una sirvienta joven con bastante desayuno y lo coloca en una mesa al lado de la cama de Kevin. Ella sonrió cuando vio a Kevin y este dándose cuenta le respondió con una sonrisa también y le agradeció. Ella se alejó y se detuvo cerca de la puerta del cuarto esperando que Kevin terminara.
—¿Y esa sonrisa de ella? ¿Será que ella fue quién me bañó? —pensó Kevin—. Rayos mejor me concentro en la comida.
Sin pensarlo más se lo comió todo como un león hambriento. Cuando terminó, la joven se llevó las cosas. Kevin se acordó de Lauren y le preguntó por ella.
—Ya debe estar al llegar —dijo el criado.
—Y mi ¿ropa?
—Cuando te levantes en el ropero hay ropa para que escojas.
Kevin se sorprende del servicio que le están brindando.
—Es usted…? —dijo Kevin porque se imaginaba que el criado fuera ciego por las gafas que usaba.
—Ciego —le respondió el criado.
—¿Qué? y ¿Cómo sabías donde estaba el reloj? —entonces usó la visión electromagnética un momento para comprobarlo.
—Conozco lo más mínimo de esta mansión.
Kevin se levantó de la cama y fue al armario.
—Es increíble como a ustedes se les desarrollan tanto los demás sentidos —le dijo Kevin mientras se vestía con la ropa que estaba escogida en el ropero—. ¿no debes salir mucho de aquí?
—De vez en cuando y con compañía. Una vez salí solo y me perdí.
—Eso fue una locura.
—Lo fue. Casi termino atropellado.
Kevin activó la visión electromagnética otra vez para ver sus ojos y se acercó al hombre. Y vio cómo en todo su cuerpo recorrían señales eléctricas hacia todas las partes del cuerpo excepto a sus ojos.
—¿Por qué estás tan cerca? —dijo el criado.
—¿Qué te dijeron los doctores? —le preguntó Kevin alejando su cara del criado.
—La explicación que me dieron fue como si me hubieran hablado en otro idioma. De todas formas no les hice caso además ya estoy viejo para estarme complicando más la vida con operaciones y no me debe quedar mucho de vida.
—¿Funcionará la regeneración en esto? —dijo Kevin preguntándose y con el corazón latiendo un poco más rápido seguía pensando—. Y si no funciona. Y si le hago daño. Pero y si resulta. De todos modos dice que no le queda mucho así que no se pierde nada con intentarlo. Además la regeneración es benigna. No hace daño —Kevin le auscultó de nuevo los ojos—. Parece que tuvo una enfermedad que lo dejó ciego. Luego de eliminar la enfermedad el cuerpo no tuvo la capacidad de regenerar los nervios ópticos.
—Me gustaría hacer algo por usted respecto a sus ojos —le dijo Kevin.
—¿Qué cosa?
—Solo pondré mis manos en sus ojos.
—¿Eres mago? Muchacho. Ya yo he intentado con todo y me he rendido.
—Yo diría que no. Además no tiene nada que perder y sería como muestra de agradecimiento por ayudarme. Digamos que solo quiero orar por usted —dijo Kevin.
—Está bien. Aunque puede que no resulte ya he perdido las esperanzas —dijo el criado.
—¿Me permite?
—Adelante
Le quitó las gafas y agarró la cabeza del criado con las dos manos, y colocó sus pulgares en sus dos ojos que ya estaban cerrados.
—No te preocupes, no te haré daño, confíe en mí. ¿Cómo te llamas? —le dijo Kevin.
—Clark.
—Yo soy Kevin. Es un placer.
—¡Espera! —dijo asombrado Clark notando una pequeña claridad con sus ojos, había pasado algunos segundos.
—¿Qué pasa? ¿Te hice daño? —le preguntó Kevin.
—No. Veo una pequeña claridad pero aún no veo bien. No puede ser. ¿Tú hiciste esto? —dijo Clark pasmado.
—¿Me permite continuar? —le respondió Kevin con una pregunta y sin pensarlo Clark lo dejó y le volvió a tocar los ojos despacio—. Tranquilo me avisas cuando creas que puedas ver.
—¿Quién eres chico?
—Solo un simple servidor.
—Creo que todo lo que sucede en la vida tiene un propósito —dijo Clark—. Serás un emisario de Dios.
—¿Quién sabe? —dijo Kevin medio riéndose.
Después de un momento el criado pudo notar una claridad enorme con sus ojos cerrados.
—¡Creo que ya! Déjame ver —dijo el criado.
—Está bien —dijo Kevin y retiró la mano de sus ojos.
El criado no podía abrir sus ojos porque era demasiado la luz que notaba y despacio trataba de abrir sus ojos, los cerraba de nuevo poniendo sus manos y así hasta que pudo abrirlos por completo. Kevin ya había desactivado la visión electromagnética. Les había regenerado los nervios ópticos hasta que vio señales eléctricas en ellos.
—Puedo ver —dijo el criado súper emocionado observándolo todo y tocando a Kevin—. ¡Puedo ver!
Luego lo abrazó, le dio las gracias arrodillándose delante de Kevin para besarle sus manos pero no lo dejó y Clark salió corriendo de emoción por toda la mansión. Cuando Lauren iba al cuarto donde estaba Kevin vio al criado que estaba muy emocionado que se acercó a ella agarrándola por los hombros.
—¡PUEDO VER! ¡PUEDO VER! —le dijo el criado.
—¿Pero Clark cómo puedes ver? ¿Y tus lentes? —le preguntó Lauren.
—El chico del cuarto —hizo una pausa por la emoción—. Me recuperó la vista.
—Kevin —Lauren mencionó el nombre de Kevin y fue al cuarto donde estaba él.
—De alguna forma tenía que agradecer lo que hiciste por mí. Lo que no fue contigo —dijo Kevin que estaba sentado en la cama.
—¿Quién eres Kevin? Creo que no te conozco. Salvas a la familia de Beatrice de un incendio de forma inexplicable. Hiciste esa cosa extraña ayer cuando me salvaste y ahora haces que mi criado recupere su visión—dijo ella.
—No te preocupes. Sigo siendo el Kevin que conocen aunque por así decirlo con algunas pequeñas mejoras.
—Yo diría que demasiadas —dijo ella sonriéndole.
Lauren se sentó al lado de él en la cama.
—Tengo que irme.
—¿Tan rápido? ¿A penas nos estamos viendo y ya te estás despidiendo?
—Es para no meterte en problemas.
—No es para tanto —dijo ella—. Pero te entiendo un poco. Ayer no me dejaste opción cuando te desmayaste te traje a mi casa así que ya la conoces. Me habías dicho que no podías ir a la tuya.
—Gracias de verdad —le dijo Kevin tomándola de una mano—. Y es muy bonita.
—¿La casa o yo? —le preguntó Lauren.
—La casa jaja —dijo Kevin en broma.
Lauren le golpeó ligeramente el hombro a Kevin.
—Auch —se quejó Kevin y le dijo—. Tú también.
—Gracias —le dijo ella.
—Has cambiado Lauren. Ya no te veo como la chica arrogante y autosuficiente de antes.
—Eso es porque no me conocías y nos llevábamos bien —le dijo ella.
—Ahora que recuerdo ¿dónde están mis cosas? —le preguntó Kevin cambiando el tema y soltándola de la mano.
Lauren se puso de pie y trajo otra mochila con las cosas que Kevin tenía dentro. Se sentó nuevamente al lado de Kevin y la puso al lado de ella, quedando ella entre Kevin y la mochila.
—Me cambiaste la mochila.
—Sí. La que tenías era un puro desastre.
Hubo silencio un momento. Hasta que Kevin lo rompió.
—Gracias a ti también. Estoy en deuda contigo —le dijo Kevin mientras se miraban.
—¿Dónde irás? —le preguntó ella.
Kevin estando sentado se inclinó un poco pasando su cara cerca de la de ella para coger su mochila que estaba al otro lado.
—No lo sé. Solo sé que tengo que dejarlo todo atrás y empezar de cero en otro lugar.
Entonces ambos se miraron fijamente. Sintieron el deseo de chocar y en ese momento iniciaron una guerra apasionada entre sus labios tratando de averiguar quién ganaría.
—Vaya besa mejor que Beatrice —pensó Kevin queriendo terminar de besar pero ella no quería.
—Ya ya. Tengo que irme —le dijo Kevin terminando forzosamente el evento.
—No. Quédate un poco más. Despidámonos bien —le dijo ella con la respiración entre cortada.
—Está encendida. No puedo dejarla así. Sería malo para mi reputación —pensó Kevin y se acercó a ella nuevamente y batallaban de nuevo sus labios—. La puerta.
—Ya la había cerrado —dijo ella
Entonces Kevin le hizo lo mismo que a Beatrice. La hizo terminar de forma oral. Sin tener contacto sexual con ella. Usando la inducción de sentidos.
—Parece que mejoré la técnica. Misión cumplida —pensó Kevin.
—Ni siquiera lo hicimos de verdad, estoy satisfecha y casi sin energías. ¿Qué es esto? ¿Y tú no vas a terminar? —le preguntó ella aún estando acostada y ruborizada.
—No te preocupes por mí. Me complace complacer.
—¿Crees que esto fue suficiente para mí? —le dijo ella bien seria y sentándose en la cama de una forma sensual y ruborizada.
—Ya te dije que no te preocupes —le dijo Kevin pero ella se le acercó agarrándolo a la fuerza.
—¡EH! Esta chica es más fuerte de lo que me imaginaba. La he subestimado —pensó Kevin.
—No es justo que solo sea yo —dijo ella decidida a continuar.
—Rayos tengo que detenerla —pensó Kevin y la durmió con una pequeña descarga eléctrica en su cuello.
—Lo siento —le dijo Kevin en el oído de ella.
Kevin la acostó en la cama, la acomodó y se fue. Cuando salió, llamó a un taxi.
—¿Dónde vamos chico? —le dijo el chofer.
Kevin pensó en emprender su viaje en ese preciso momento solo con lo que traía encima. Revisó su cartera y tenía suficiente dinero como para viajar y mantenerse por dos días. Lauren le había dejado dinero de regalo. Le vino a la mente muchos recuerdos y pensaba en lo que tendría que dejar atrás, su carrera, familia, amigos. La condición en la que se encontraban sus padres pero ya no tendrían la carga de él. Se puso sentimental pero aún así sintió en hacerlo. Se deshizo de su teléfono móvil destrozándolo echándolo por la ventana del taxi para evitar ser localizado.
—Vamos a la terminal interestatal —le dijo Kevin al chofer
—Vaya, al fin te decidiste —dijo el taxista y tomó rumbo hacia allá.
—Cuánto durará este dolor —pensó Kevin en voz alta tocándose sus testículos ya que no había descargado después del encuentro con Lauren.
—¿Dijiste algo chico? —le preguntó el chofer.
—Tranquilo. Todo está en orden. Solo hablaba en voz alta.
Llegaron a la terminal, le pagó al taxista y tomó un autobús hacia New York ya que le saldría más barato. Esa misma mañana emprendió un viaje que duró 2 días haciendo escala en diferentes ciudades. Disfrutó el viaje contemplando las ciudades por las que pasó, a la vez extrañando todo lo que había dejado atrás y preocupándose en cómo le saldrían las cosas de ahora en adelante.
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