Golpes Mortales
Luego de haber movido el cadáver de la chica hacia un lugar alejado, Jun Xie esperó pacientemente junto a la fogata, sin ocultar su figura. A estas alturas, no hacía falta actuar con cautela.
Revisó las pertenencias de la chica, y solo encontró algunas monedas, nada más interesante. Sabía que la persona que probablemente tendría más cosas era el otro chico, quien había saqueado su tesoro.
En este momento, se encontraba esperando con una expresión tranquila junto al fuego. Después de algunos minutos, escuchó unos pasos.
Era el chico Wang, quien venía con un conejo blanco que acababa de ser asesinado.
—¿Quién eres? —preguntó Wang al notar la presencia tranquila de Jun Xie, aunque solo podía ver su espalda. No era su hermana pequeña, eso lo tenía claro.
Dejando el conejo en el suelo, rápidamente sacó una daga de su túnica y adoptó una postura defensiva.
Jun Xie observó las acciones del chico, y aunque notaba que tenía más experiencia que su anterior víctima, no se mostró perturbado.
En ese momento, Jun Xie se giró lentamente para ver al chico. Ambos se miraron fijamente; los ojos del niño Wang reflejaban alerta y precaución, mientras que los de Jun Xie permanecían tranquilos, como si nada pudiera alterarlo.
—¿Jun Xie? —dijo Wang, reconociendo el rostro de su oponente. La expresión de precaución de inmediato se transformó en burla.
Jun Xie, aunque sorprendido por el reconocimiento, no mostró ninguna emoción en su rostro.
—No pensé ver a este desperdicio... —comentó Wang sin interés, guardando su arma mientras comenzaba a acercarse, observando con desdén.
A sus ojos, Jun Xie no representaba una amenaza. Él se encontraba en el séptimo nivel del Físico Templado, mientras que Jun Xie apenas alcanzaba el tercer nivel. No había comparación.
—¿Hey, has visto a una chica por aquí? —preguntó Wang con tono arrogante, sin dejar de buscar señales de su hermana.
Jun Xie no se inmutó ante la actitud del chico. En su mente, tenía otras intenciones.
—Ah, sí, se fue por acá. Guiaré el camino —respondió mientras comenzaba a caminar hacia el lugar donde había dejado el cuerpo.
Wang resopló con desdén y comenzó a seguirlo de cerca. Mientras caminaban y atravesaban varios árboles, una sensación inexplicable se apoderó de su corazón, pero desapareció tan rápido como llegó.
—Compañero de cultivo, ahí está su hermana —dijo Jun Xie, señalando el cadáver con una sonrisa que transmitía un escalofrío aterrador.
Wang, aún sin entender del todo la extraña sensación, se acercó rápidamente y miró hacia donde Jun Xie señalaba. Al instante, sus ojos se llenaron de horror. El cuerpo mutilado y ensangrentado de la chica estaba allí, con una expresión de terror congelada en su rostro. En su vientre, un agujero del tamaño de un puño se hacía visible, y sus ojos estaban abiertos, mirando al vacío.
De repente, un escalofrío recorrió su cuerpo, como si el peligro lo acechara. Inmediatamente se giró y vio a Jun Xie en movimiento, atacando.
El fuerte golpe de Jun Xie impactó contra los antebrazos de Wang, quien intentó bloquear el inesperado ataque. El golpe fue absorbido por su defensa, pero antes de que pudiera recuperar el aliento, Jun Xie lanzó otro ataque.
Wang no tuvo tiempo de reaccionar. Cada golpe se sentía más fuerte, hasta que el cuarto impacto lo lanzó a volar, estrellándose contra el tronco de un árbol.
Jun Xie dejó de atacar. Wang, aterrorizado por la fuerza explosiva de su oponente, intentó levantarse, aunque su cuerpo estaba cubierto de heridas y fracturas.
Recordaba haber visto a Jun Xie ser apalizado por otros niños no hacía mucho tiempo, pero ahora, su cultivo había avanzado a una velocidad impresionante, superándolo con creces.
—Realmente no pienses en tratar de hacer un movimiento. Aceptar tu destino es parte de ser hombre —dijo Jun Xie, acercándose con paso firme, como si fuera el dueño de este lugar.
—¡No me estés jodiendo! —gritó Wang, furioso, con los dientes apretados. Sabía que no tenía ninguna oportunidad de salir con vida, pero aún intentaba hacer el mayor daño posible. Desesperado, tomó su arma y corrió hacia Jun Xie con la intención de cortarlo.
Jun Xie bufó con desdén, como si estuviera viendo a un ratón intentar enfrentarse a un gato. No se quedó de brazos cruzados. Comenzó a usar los Golpes Mortales.
Su primer puño fue directo al brazo donde Wang sostenía el arma. El impacto fue tan fuerte que Wang no pudo evitar soltar la daga.
El segundo golpe fue a su cara, y el chico cayó al suelo, aturdido.
El siguiente movimiento fue una patada cruzada que impactó en el estómago de Wang, mandándolo a rodar varios metros.
Wang vomitó sangre, su estómago se desgarró y sus dientes se rompieron. Sus ojos ya no podían abrirse tras el segundo golpe.
Ya no quedaba nada del chico arrogante que había sido al principio.
Jun Xie tomó la cuchilla caída y caminó lentamente hacia Wang, quien ya no tenía fuerzas para pedir misericordia. Sin vacilar, Jun Xie cortó.
Tras unos últimos intentos de resistir, Wang murió desangrado.
Ding!
¡Felicidades! Has recibido 10 monedas sistemáticas.
Segunda etapa del tutorial:
- Eliminar 10 cultivadores (2/10).
El sistema sonó, notificando su recompensa. A diferencia de antes, esta vez había recibido una cantidad mucho mayor.
—¿Sistema, en qué se basa la cantidad de monedas que recibo por eliminar a alguien? —preguntó Jun Xie, interesado.
Ding!
¡Mientras más talento y trasfondo tenga la víctima, mayor es la cantidad de monedas y recompensas!
—Interesante... —pensó Jun Xie, reflexionando sobre sus planes a futuro. Aunque aún no podía usar las monedas sistemáticas, sabía que la tienda del sistema sería clave para aumentar su fuerza. Necesitaba hacer una fortuna.
Sin pensarlo dos veces, arrancó las raíces espirituales y comenzó a devorarlas.
Como antes, su cuerpo se llenó de Qi espiritual y una nueva explosión resonó en el aire.
Bang!
¡Octavo nivel del Físico Templado!
Una vez que alcanzó el avance, abrió los ojos, ahora brillando con una sonrisa satisfecha en su rostro.
—Es mejor completar la segunda etapa del tutorial, aunque no sé cuánto tiempo me tomará... —pensó Jun Xie, mientras comenzaba a planificar su próximo movimiento.
El tiempo pasó rápidamente, y un mes después de que Jun Xie dejara la Secta Gorrión, en un lugar lleno de flores brillantes y aves cantoras, Yu Yue caminaba acompañada de Jun Xia.
Había decidido notificarle la desaparición repentina de su primo Jun Xie. Sabía que no podía ocultarlo por más tiempo.
Al principio, Jun Xia buscó por todos lados una forma de encontrarlo, pero al final, todo fue en vano. No hubo pistas, y la habitación de Jun Xie estaba vacía, con solo los muebles intactos.
—Xiaer, debes dejar ir esa pesadez que te retiene. Deja ir a Jun Xie. No debes desanimarte… —dijo Yu Yue tratando de consolarla.
Jun Xia, sin embargo, no pudo evitar las lágrimas. Recordaba la última vez que había visto a Jun Xie, y sentía un vacío indescriptible en su corazón.
—Maestra, perdón por decepcionarla... —dijo entre sollozos, mientras las lágrimas caían por su rostro.
Yu Yue permaneció en silencio, sin saber qué más decir. Sabía que este era un proceso que Jun Xia debía superar por sí misma.
Secta Pico Celestial
En el claro día de la mañana, un joven misterioso caminaba lejos de la Cordillera de la Cigarra. Sus ropas, maltratadas y gastadas, eran una prueba de su arduo viaje. Su rostro estaba cubierto por una capucha que ocultaba cualquier rastro de su identidad.
Una vez que se alejó lo suficiente de la cordillera, el joven se detuvo y, al mirar hacia atrás, murmuró algo que parecía fuera de lugar en un lugar tan tranquilo.
—La próxima vez que nos crucemos... será para someterte, Yu Yue.
El tono de su voz era frío, calculador, y sin lugar a dudas, la única persona capaz de articular tal amenaza era ¡Jun Xie!
Cualquiera que lo hubiera conocido en su tiempo como un niño indefenso no podría reconocer al hombre que ahora se erguía con una presencia imponente. Un aura oscura y misteriosa lo rodeaba, como si su ser estuviera a punto de desbordar la realidad misma.
Durante las últimas semanas, Jun Xie había estado recorriendo la cordillera, buscando almas solitarias para devorar. Su objetivo: fortalecerse. Había eliminado a varios cultivadores débiles, aquellos que no podían ofrecerle nada de valor, pero el cultivo que absorbía no era suficiente para causar un avance significativo. El proceso era lento, pero no desesperante. Tenía un objetivo claro: no podía arriesgarse a desatar una ola de asesinatos en masa, pues las Secta Gorrión pondría atención y, eso, podría costarle la vida.
En este momento, su cultivo se encontraba en el Décimo nivel del Físico Templado.
—Sistema.
Jun Xie invocó el panel de información y, al instante, apareció ante él:
Propietario: Jun Xie
Estado: Saludable
Nivel de sistema: 0
Títulos: Príncipe del Clan Cielo Primordial
Linaje sanguíneo: Víbora Devoradora De Mundos
Nivel de Cultivo: Décimo nivel del Físico Templado
Edad: 10 años y siete meses
Herencia: Ninguna
Habilidades sobrenaturales: Canibalismo (4.20%), Golpes Mortales (10.50%)
Monedas Sistemáticas: 85
Tienda del sistema: Bloqueado
Segunda etapa del tutorial: En progreso
- Eliminar 10 cultivadores (9/10)
Una leve sonrisa apareció en su rostro al ver su progreso. El trabajo duro comenzaba a rendir frutos. Solo necesitaba completar la segunda etapa del tutorial para recibir sus recompensas, y una vez desbloqueada la tienda del sistema, podría acceder a poderosas herramientas que cambiarían el rumbo de su viaje. Pero por ahora, había algo más que necesitaba: información.
Dejó atrás la cordillera y se adentró en una pequeña ciudad. Era un lugar bullicioso, lleno de gente de todo tipo: desde cultivadores hasta mortales. Las personas circulaban sin restricciones; entraban y salían con total libertad.
La ciudad estaba llena de puestos de comercio. Desde mendigos que vendían piedras preciosas, hasta comerciantes más establecidos que ofrecían artefactos, hierbas medicinales y píldoras de todo tipo. Jun Xie, sin embargo, no tenía grandes riquezas en este momento. Solo poseía algunas monedas de cobre o plata, fruto de sus víctimas anteriores.
—El dinero, en cualquier parte del mundo, siempre es necesario…
El pensamiento cruzó su mente, pero no le dio mayor importancia. Sabía que en cuanto pudiera desbloquear la tienda del sistema, podría adquirir objetos mucho más poderosos que los que se vendían en este lugar.
Lo que realmente necesitaba en ese momento era información sobre su entorno: saber dónde se encontraba y quiénes eran las fuerzas que dominaban la región.
Se dirigió a los barrios más miserables, donde la pobreza se reflejaba en cada rincón. En uno de los oscuros callejones, encontró a un anciano medio dormido sobre el suelo. Jun Xie se acercó a él.
—Oye, anciano, ¿te gustaría algunas monedas de cobre?
Su voz era indiferente, pero el tono cortante despertó al viejo, quien levantó la vista con una mezcla de desconfianza y esperanza.
El viejo lo miró, los ojos brillando con la promesa de algo que se escapaba de su control.
—Quiero que me digas en dónde me encuentro y qué fuerzas controlan la zona.
El anciano lo miró, desconcertado por la pregunta, pero finalmente respondió sin demasiada preocupación.
—Este lugar es la Ciudad del Abasto, y está bajo el control de tres sectas: la Secta Gorrión, la Secta Amapola y la Secta Pico Celestial. Los discípulos de estas sectas pueden vender lo que encuentran en sus viajes sin temor a que les roben.
Jun Xie, escuchando atentamente, comenzó a trazar un mapa mental de la ciudad. Ya tenía lo que necesitaba. Sacó algunas monedas de cobre de su bolsillo y se las entregó al viejo, antes de alejarse.
Al salir de la ciudad, algo llamó su atención: un grupo de jóvenes vestidos con túnicas blancas. Un escalofrío recorrió su espalda al intentar percibir su cultivo, y se dio cuenta de que era incapaz de hacerlo. Esto solo podía significar una cosa: su nivel de cultivo superaba al suyo por mucho.
Pero lo más extraño fue lo que sintió en su pecho, una presión incómoda, una sensación que no podía identificar completamente. Era la misma sensación que experimentó cuando Jun Xia se le acercó.
—Debe haber alguien con un talento fuera de lo común entre ellos…
Jun Xie observó al grupo, formado por cinco personas. La líder era una joven, probablemente de unos 14 años. Su rostro mostraba una pureza inalcanzable, una belleza tan delicada como la de una flor. Los seguidores de la joven la miraban con adoración, pero también con un deseo insano.
—¡Miren, es la Doncella Blanca de la Secta Pico Celestial! —¡Wow! ¡Es tan hermosa a una edad tan temprana, como dicen los rumores!
La voz se corrió rápidamente, y en un abrir y cerrar de ojos, la ciudad se llenó de cultivadores que la observaban, ansiosos por ver a la joven en persona.
Jun Xie, en principio, pensó en marcharse, pero una voz melodiosa lo hizo detenerse.
—¡Hoy vengo a la Ciudad del Abasto para hacer un importante anuncio!
La joven líder se adelantó, su presencia indiscutible. Jun Xie, intrigado, decidió quedarse a escuchar.
—¡La Secta del Pico Celestial abre sus puertas para el reclutamiento de nuevos discípulos!
Las palabras fueron como una explosión. La multitud estalló en júbilo, algunos saltaban de emoción, otros incluso lloraban de felicidad.
—Reclutamiento, ¿eh?…
Jun Xie sonrió levemente. No pensaba que le tomaría mucho tiempo decidir si valía la pena unirse.
—Los requisitos son no ser mayor de 20 años. Dependiendo de tu base de cultivo, podrías ser asignado como discípulo del patio exterior, discípulo central o discípulo verdadero.
El límite de edad hizo que algunos en la multitud se sintieran desanimados, pero Jun Xie no se dejó afectar. Sabía que con su actual nivel de poder, lo máximo que podría aspirar era ser un discípulo del patio exterior, pero eso no lo desanimó.
—Los que deseen unirse a la Secta Pico Celestial, síganme.
La líder, con un gesto majestuoso, dio un paso hacia adelante, seguida por sus discípulos y muchos otros aspirantes. Jun Xie los siguió sin dudarlo.
Durante el camino, aprovechó para entrenar su habilidad de Golpes Mortales, completando su misión diaria sin esfuerzo. Varios cultivadores lo miraban con curiosidad, ya que sus movimientos parecían completamente fuera de lugar. La mayoría lo observaba con desdén y burla, pero para Jun Xie, era irrelevante.
De hecho, esperaba que algún arrogante se le acercara, solo para tener una excusa para destrozarlo.
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