⚠️ Traducción hecha por fans. Sin derechos sobre el contenido original.
Capítulo 126 – Familiar (2)
El Destructor. Esa fue la designación de Sungchul. Actualmente, todos se referían a él como el Enemigo del Mundo, pero la única designación apropiada reconocida por el Vidente Oráculo era el Destructor.
Como poseedor de tal título, Sungchul era el tipo de persona que prefería destruir antes que crear. Fue lo mismo con los Golems. Había destruido tantos golems que no podía recordar cuántos podrían haber sido, pero ni una sola vez había montado uno.
– No es tan difícil. Ya sabes, crear un golem.
Bertelgia respondió de una manera inesperadamente jactanciosa.
– ¿Estás diciendo que uno puede hacer gólems con técnicas alquímicas?
Se sentía escéptico, pero no podía hacer nada al respecto.
– Las únicas cosas que se pueden hacer a través de la Alquimia son la cabeza del gólem y su corazón que actúa como su núcleo. El torso y las extremidades requerirán la ayuda de un mago o un artesano. Independientemente de la cantidad de poder que tengas, ¿no necesitas un intermediario para utilizar ese poder? No está dentro del reino de la Alquimia insuflar vida a objetos inanimados como las rocas.
– Si ese es el caso, ¿estás diciendo que no podemos hacer un golem en este momento?
Bertelgia flotó alegremente ante la pregunta de Sungchul y aterrizó con gracia sobre el gólem que estaba encorvado detrás de Sungchul.
– Ya hay uno aquí. Un golem vacío.
–Así que estás diciendo que sólo necesitamos hacer el núcleo.
–¡Sí!
– ¿Cómo se hace uno?
Cuando Sungchul preguntó, Bertelgia abrió sus páginas como si ya hubiera estado preparada para ello. Era una receta, y Sungchul la leyó cuidadosamente.
[Núcleo de un Golem en miniatura]
Nivel: 6
Atributo: Oro
Receta: Consentimiento de un Carbuncle, Alma Vortex, Esencia Metálica, Esencia Neutralizante
Herramienta: Estufa portátil, martillo, piedra alma vacía
Era un objeto alquímico de nivel 6. Era un reino completamente nuevo que Sungchul nunca antes había tocado. Y para la gente contemporánea que alababa a un alquimista capaz de producir un objeto alquímico de nivel 5 como maestro en su campo, era un nuevo horizonte con el que ni siquiera podían soñar.
Aunque Sungchul se sintió un poco intrigado, también reconoció un problema importante. Miró a Bertelgia mientras abría la boca.
– Muy bien, ¿entonces dónde se puede encontrar el alma Vortex?
Era un ingrediente que Sungchul nunca había visto antes, y tuvo la fuerte impresión de que sería difícil de obtener, ya que notó el "alma" pegada a su nombre.
Bertelgia pensó un poco y comenzó a explicar con calma.
– emm, eso... es un tipo de alma. Es una colección y mezcla de un grupo de subconsciencia parecida al alma de bestias o insectos grandes que carecen de un alma apropiada como la de un humano, que por una razón u otra se funden en una sola. Recibieron su nombre porque esa agregación parece un Vortex, ¡pero no es tan rara! Algunas de las tiendas de magia más grandes a menudo las venden y son suministradas por nigromantes.
–Lamentablemente, no hay tiendas de magia por aquí.
–Mm.… eso es verdad.
La Madre Árbol perturbó sus mentes cuando consideraron regresar a Panchuria.
"Se ha convertido en un problema."
Sungchul se tumbó sobre los escombros y se refrescó la cabeza. Decidió regresar a Panchuria después de pensarlo mucho. Sabía por experiencia que no sería más que una pérdida de tiempo forzar una solución que no existía.
"Kruut y su nieta deben haber regresado sanos y salvos a Panchuria, ¿verdad? Debería encontrarlos de nuevo y pedirles orientación."
Sungchul sacó la Campana de Oom Bruuk y la sacudió ligeramente. Su sonido se sentía más distante que antes. Significaba que la distancia había aumentado.
"Está vivo como se esperaba. Pero no podrá durar mucho más".
La campana desapareció sin dejar rastro cuando Sungchul la agarró con fuerza.
–Nos dirigimos de vuelta a Panchuria–, dijo Sungchul mientras se levantaba. Incluso le dijo la razón a Carbung la Piedra Alma.
– Vamos a encontrar los ingredientes para hacer el golem. Cumpliré nuestra promesa, no te preocupes.
Mientras Sungchul caminaba, Bertelgia se agitó detrás de él. Sungchul pronto sintió la mirada de algo que antes no había sentido, mirando en su dirección mientras se preparaba para salir de las ruinas.
–Hay muchos de ellos'.
Más o menos contaba más de un centenar de personas a su alrededor. Se sentían similares a los humanos, pero era una presencia mucho más pegajosa y fría. Sungchul pronto descubrió la identidad del grupo que miraba hacia su dirección. Los que tienen la cabeza de un lagarto y el cuerpo de un hombre. Eran los Hombres Largato.
Habían cruzado el camino entre las ruinas que Carbung había estado limpiando; observando todo conteniendo la respiración mientras estaban escondidos entre el denso follaje de la selva. Uno de los Hombres lagarto salió de la hierba alta para revelarse y rugió cuando Sungchul había dejado las ruinas.
– Tu. Humano. ¡Revela tu identidad!
Sungchul siguió caminando y se acercó a los Hombres lagarto. Los otros, escondidos dentro del follaje, retrocedieron con miedo. Sungchul lo encontró extraño.
"¿Los lagartos también sienten miedo? completamente diferente a lo que me han dicho'"
Sungchul caminó ante el grupo de hombres lagarto con los brazos en alto para demostrar que estaba desarmado. Los lagartos que lo miraban de cerca claramente tenían miedo de algo. Se desconocía si la causa del miedo era Sungchul o no.
Pronto, un Hombre lagarto con armadura y un yelmo incrustado con deslumbrantes joyas se adelantó a Sungchul. Este lagarto, cuya altura se acercaba a casi dos metros, comenzó la conversación con una digna voz mientras lo miraba.
– Soy Barmui, el Jefe de las Fuerzas Armadas dentro del Reino de los Hombres Lagarto. Se lo preguntaré una vez más, Humano. Revela tu identidad y la razón por la que estás en este lugar.
Miradas llenas de hostilidad y miedo surgieron de detrás de este Hombre lagarto.
Sungchul miró a Barmui y a sus subordinados con indiferencia y respondió con calma.
– Sólo estoy de paso. Sólo he venido buscando un Grimorio Mágico escondido en este lugar.
Sungchul no era el tipo de persona que ocultaba la verdad si no la necesitaba. Sabía muy bien cómo las pequeñas mentiras finalmente atrapan tus talones y te hacen tropezarte con ellas. En cualquier caso, el Reino de los Hombres Lagarto era una fuerza independiente y separada de la clase elitista del continente. No tenían relación con los Campeones del Continente, el Parlamento Mundial y otros que se oponían a Sungchul.
Barmui movió su lengua varias veces en contemplación antes de abrir la boca para volver a hablar en un tono serio.
– Habíamos reunido apresuradamente una unidad de reconocimiento y llegamos aquí después de escuchar una increíble explosión desde esta dirección general. Nosotros también lo vimos. La destrucción de las ruinas malditas.
Barmui miró fijamente las ruinas de la pirámide caída tras Sungchul.
–¿Sabes qué tipo de evento ocurrió aquí?
–Sajators apareció.
Sungchul no ocultó nada, pero cuando se mencionó el nombre de Sajators, los ojos de Barmui se llenaron de una expresión similar al terror. Pero eso fue quedarse corto. Los soldados Lagarto que estaban escondidos entre la hierba alta casi convulsionaron mientras soltaban un grito irreconocible.
Sungchul no entendía su reacción, pero estaba claro que los lagartos sentían un miedo extremo hacia Sajators.
–¿Ese... diablo de leyendas apareció en este lugar?
Barmui sacó su arma. Chakram. Era un arma a distancia perfectamente circular. Tres Chakram giraron simultáneamente sobre su grueso y escamoso dedo, haciendo un sonido escalofriante.
Sungchul observó la rotación de los Chakrams con desinterés mientras volvía a hablar.
–Sajators saboreo la derrota por mis propias manos. Actualmente está huyendo a algún lugar.
Los ojos de Barmui se abrieron de par en par.
– ¿Q–qué? ¿Ese... demonio perdió? ¿Cómo puede ser...? Ese demonio humano no tiene oposición posible... ¡No te creo!
Una sombra de desconfianza se cernía sobre los amplios ojos de los Hombres lagarto.
"“…”
Sungchul sacó en silencio a Fal Garaz, y golpeó el suelo bajo la atenta mirada de todos.
Boom–
La tierra tembló fuertemente junto a un estruendoso sonido. La fuerza era tan grande que provocó el colapso de una parte de los escombros que habían estado de pie precariamente a lo lejos; evocando un espeso humo.
Los Hombre lagarto observaron la escena con las mandíbulas abiertas. Barmui no fue una excepción.
– ¿Q–Quién es usted?
–Soy Sungchul Kim.
– ¿S–Sungchul Kim?
– Los otros humanos me llaman el Enemigo del Mundo.
–¡El Enemigo del Mundo!
Gritó Barmui. Puede que no haya reconocido el nombre Sungchul, pero el Enemigo del Mundo parecía haber resonado con él.
–¡Prepárense para la batalla!
Barmui retrocedió con destreza y se unió a sus subordinados. Los Hombre Lagarto que se habían estado escondiendo entre la hierba alta hicieron girar sus lanzas y chakrams y adoptaron una postura de batalla.
Un ligero grito escapó de los labios de Sungchul.
"¿Se las arregló mi infamia para extenderse tan lejos?"
Fue en ese momento que un lagarto anciano escoltado por guardias vestidos con ropas adornadas, salió de entre los Hombres lagarto y caminó lentamente hacia su dirección.
–Detén esto. Barmui, este humano no es nuestro enemigo.
El anciano lagarto poseía escamas blancas que definitivamente destacaban de las demás, y la ropa que envolvía su cuerpo parecía más ornamentada y refinada que la de Barmui. Estaba claro con una sola mirada que él era de clase noble. Una sola palabra apareció en los nebulosos recuerdos de Sugnchul.
"Ese Hombre lagarto. ¿Es de la casta sacerdotal?"
William Quinton Marlboro. El hombre al que actualmente se hace referencia como el Emperador menciono anteriormente la jerarquía social de la misteriosa raza conocida como Hombres Lagarto. Según él, la casta sacerdotal estaba solamente detrás de la casta real y era una existencia noble que estaba situada cerca de la cima misma de la sociedad de los hombres lagarto que fue formada como una pirámide.
–Recuerdo haber oído tu nombre en el pasado. Sungchul Kim.
El Hombre lagarto respondió, y la curiosidad surgió entre los ojos de Sungchul.
–Reconoces mi nombre.
–Tu nombre no es lo único que sé. También sé que te enfrentas solo a la Calamidad y no a los cobardes humanos.
Sungchul sintió que una línea de comunicación podría haberse abierto aquí. Tenía una leve sonrisa mientras guardaba a Fal Garaz, y mientras lo hacía, el lagarto anciano hizo un ligero gesto con su mano haciendo que los otros Lagartos bajaran sus armas.
– Soy Murohk. Soy el líder de los Sacerdotes.
El lagarto anciano abrió los brazos en señal de bienvenida.
–
Era una montaña. Como incontables otras montañas cuyos orígenes no se pueden discernir, fue testigo de los cambios interminables de las estaciones, ya que permaneció en su lugar durante miles de años. No hubo ni una sola persona que dudara de su identidad como montaña, ya que esta suposición parecía tan natural como la salida del sol por el este, pero hace apenas unas décadas, cuando los magos del Reino Santo de Ruteginea eran escoltados por estrictos guardias para vigilar la zona, empezaron a circular extraños rumores entre los que se ganaban la vida atravesando las montañas. Dijeron que las montañas tenían caras.
El Santo Reino de Ruteginea se derrumbó y los magos se dispersaron dejando a los curiosos en busca de los rostros de esta montaña, pero no se pudo encontrar nada que se pareciera a un rostro. Los rumores sobre la montaña, el Pico del Salvador, comenzaron a desvanecerse hasta que finalmente se borró de la mente de la gente.
Actualmente, había algo completamente sin precedentes desplegándose en el Pico del Salvador.
– ¡Ja, ja, ja! ¡Se está moviendo! ¡Se está moviendo!
Un hombre y una mujer estaban observando el Pico del Salvador causando terremotos inmensos desde la cima de la alta montaña. El hombre tenía una constitución similar a la de un titán, sus voluminosos músculos se podían ver claramente a pesar de su gruesa capa. Era raro que alguien de la era actual reconociese su cara, pero cualquiera en el pasado reconocería al hombre que vestía una piel de león desde lejos y gritaría con asombro. Era uno de los Siete Héroes, el Contenedor de la Fuerza Infinita, Daltanius.
A su lado estaba una pálida mujer vestida de blanco, tan quieta como un cuadro. El Mago de Eco, Vestiare. Vio como la tierra, la arena y los árboles caían en la oscuridad mientras abría la boca para hablar.
–Las comunicaciones con Sajators han cesado.
–¿Sajators?
Daltanius cerró un ojo mientras preguntaba, con su ronca voz.
–Sí.
Luego se cruzó de brazos y sonrió entre dientes.
– Bueno, siempre ha hecho lo que ha querido. ¿No es esto algo común?
– El problema es que el Gigante en la región selvática no ha sido activado.
– ¿Es eso cierto?
– No debería ser así, pero podría haber problemas por su parte.
–Eso podría ser malo. Independientemente de su carácter, no podemos prescindir de sus talentos.
– Yo diría que esa es la razón por la que quería comprobarlo yo mismo, pero como sabes, no le gusto demasiado.
Daltanius entendió lo que estaba insinuando.
–¿Me estás pidiendo que vaya en tu lugar?
Vestiare sonrió levemente a su pregunta y asintió.
– Tienes buenas relaciones con él, así que no debería tener problemas en aceptar tu ayuda si hay alguna complicación.
–Bueno, no se puede evitar. ¡Este Daltanius ha sido llamado como el cortesano más poderoso!
Cargaba una amplia sonrisa cuando golpeó la tierra con su puño. El gran lecho rocoso tembló antes de caer por los escarpados acantilados hacia la oscuridad que había debajo.
¡Boom!
Una enorme figura divina se elevó por encima de la piedra rota. La identidad de esta figura, a la que antes se llamaba montaña, sólo era conocida por un número extremadamente reducido de personas selectas. La Colosal Máquina de Guerra Contra las Calamidades, Bertelgia. El coloso que fue creado para combatir las Calamidades que afligen a la humanidad se estaba convirtiendo en parte de la Calamidad trayendo la ira de los dioses sobre los humanos.
Al mismo tiempo, la aparición de golems extremadamente gigantescos que se asemejaban a Dioses estaba siendo reportada en todo el continente. Las élites del mundo cuya atención se había centrado en la aparición de los Siete Héroes solo podían observar impotentes como estos gigantes que aparecían simultáneamente dirigiendose hacia sus territorios.
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