⚠️ Traducción hecha por fans. Sin derechos sobre el contenido original.
Capítulo 107 – Deuda punitiva (1)
La batalla comenzó con bombardeos desde la Fortaleza Móvil de la que la Orden de los Caballeros de Sangre de Hierro estaba tan orgullosa. Los cañones alineados sobre las murallas del castillo móvil dispararon todo tipo de artillería contra el campamento de Martin Breggas.
Había una técnica secreta solemnemente custodiada por la Orden de los Caballeros de Sangre de Hierro escondida en las balas de cañón. Era un método para almacenar un pergamino de activación retardada dentro de la munición.
Utilizando este método las balas de cañón de la Orden de Sangre de Hierro hacían una primera explosion cuando impactaban, luego, una explosión secundaria después de que el pergamino se activara; otorgando una ventaja devastadora. Por supuesto, el poder del segundo impacto dependía completamente de la fuerza del hechizo que contenía el pergamino.
Durante el apogeo de su poder, los Caballeros de Sangre de Hierro pudieron emplear a un gran número de magos que les proporcionaban un gran número de pergaminos. Sin embargo, como la Orden declinó su técnica casi había desaparecido. Pero gracias a la alianza con los Demonios, la Orden pudo jactarse de tener una potencia de fuego mucho mayor que la que había tenido antes.
– ¡Bum, bum, bum, bum!
Un tornado de fuego surgió donde cayó una bomba y comenzó a quemar todo lo que había en sus alrededores. Una explosión lo suficientemente poderosa como para causar un pequeño temblor de tierra, otro proyectil causo un estallido de escarcha seguido de una explosión de metralla helada lo suficientemente afilada como para destrozar despiadadamente a todos los seres humanos en sus inmediaciones. Cada uno de los proyectiles de artillería contenía poderosos pergaminos que sellaban la devastadora magia de los demonios. El promedio de los hechizos varió de 4º a 5º grado. Algunos incluso tenían magia destructiva que alcanzó el sexto grado.
– ¿A qué sabe? ¡Perros del Marqués!
– ¿Pensaron que sería fácil robarle a la Orden todo lo que sudo por obtener?
– ¡Pronto se enfrentarán al ojo la tormenta!
El bombardeo de la Orden de los Caballeros de la Sangre de Hierro fue suficiente para llevar al caos a las fuerzas de Martin. Martin, que había estado atendiendo su trauma dentro de su tienda de campaña, se dio cuenta de que la situación era bastante grave y regresó al campo de batalla.
Se veía demacrado y enfermo, ya que había estado rechazando comida y bebida durante los últimos tres días, pero era un guerrero endurecido en la batalla. Inmediatamente reunió a un curandero y a una bruja pidiéndoles un estimulante, cada uno trajo uno hecho con su propia receta. Martin probó ambos estimulantes y seleccionó el de la bruja.
–Los efectos secundarios se producirán después de un día.
Dijo la bruja mientras dudaba.
–No importa.
Se tomó dos botellas del estimulante y se dirigió hacia la caótica batalla unilateral.
– ¡Señor Marqués!
Parlim Dargott estaba poniendo su mejor esfuerzo en comandar la primera línea. Su atuendo ya estaba lleno de polvo, y su frente estaba manchada de gotas de sudor. Martín le quitó ese sudor a su hijo con su mano y le dijo con una expresión magnánima en la cara.
–Lo has hecho bien. Yo me encargaré a partir de ahora. Tu manejarás las amenazas en la retaguardia.
–Entendido.
Respondió Parlim con una amplia sonrisa en su cara, pero dudó en el último instante. Martin le dio una palmadita en el hombro y continúo murmurando en voz baja.
–De ahora en adelante, puedes llamarme padre. No temas más la mirada de los demás.
Parlim, cuya expresión se había oscurecido, volvió a brillar. Era una sonrisa refrescante que conmovería los corazones de hombres y mujeres por igual.
"No elegí mal."
Martín dejo a un lado sus anteriores pensamientos y se dirigió a la batalla. Sus adjuntos le estaban esperando.
– ¡Señor Marqués!
– ¿Ha llegado?
Independientemente de lo que dijeran, Martin Breggas era el comandante en jefe de las Líneas de Batalla del Frente Demoníaco. Su reputación se había visto manchada por su reciente elección en el campo de batalla, pero había mediado con los elfos, enanos, y convocados, cada uno con fuertes individualidades, defendido y estabilizado la seguridad de las Líneas del Frente como si fuese una jaula de hierro durante los últimos ocho años. Esa no era una tarea que un cualquiera pudiera realizar.
–Envíen una transmisión inmediata al almirante Minamoto. Estamos en combate y necesitamos refuerzos.
No tenía nada más que perder, y por eso no actuó de acuerdo con su codicia. Martin se sintió libre de cargas.
"Mis ambiciones me llevaron a este punto, pero esa misma ambición me ha quemado por completo. "Ya no voy a seguir adherido a ella".
"Me retiraré una vez que esta batalla termine".
Matin murmuró como si estuviese haciendo una promesa antes de estabilizar la vacilante línea de batalla. Minamoto Daisuke del Imperio Humano llegó a tiempo. Corrió hacia el frente de la Orden ignorando el bombardeo de artillería que salía de la flota.
¡Kiiiyyyyyott!
Youdo Kamaitachi fue sacada de su vaina. La espada, roja como la sangre, derramó una espesa aura de hostilidad.
– ¡Soy Invencible...!
Minamoto estaba inmerso en su locura mientras empezaba a realizar la danza de la muerte; todo lo que tocaba su espada tenía un fin sangriento. Ante la opresiva actuación de Minamoto, la Orden sufrió con impotencia. Los ojos de Sungchul se congelaron mientras veía la escena desde la distancia.
"Taeksu Kim. Él termino otorgándole una posición a ese bastardo".
Antes de la formación del Imperio Humano, fue la era del Reino de Rutheginea. Era una época oscura en la que los que estaban en el poder gobernaban con absoluta autoridad, mientras que los que estaban por debajo de ellos caían derrotados o en corrupción. Los convocados juraron poner fin a esta era y se enfrentaron al gran mal como uno solo, pero el Santo Reino de Rutheginea era poderoso, y los convocados tuvieron que soportar una agotadora batalla. Los traidores aparecieron en el proceso. Taeksu Kim, el hombre conocido actualmente como Minamoto Daisuke, era un vil traidor que había vendido a sus camaradas convocados por su propio beneficio.
–Aquí, tómalo.
Bertelgia saco a Sungchul de sus recuerdos. Había metido varias hojas de dibujos entre sus páginas y las había cargado hasta él. Se dio cuenta de que contenía seis páginas cuando las recibió.
– ¿Huh? ¿Tan pronto?
Era una velocidad que era difícil de creer, aunque tuviera las pruebas. Bertelgia se permitió pavonearse un poco mientras se jactaba de ello.
– ¡Ejem! Es la fuerza de la nueva técnica de expresión desarrollada por la única e inigualable Srta. Bertelgia. Me miré con calma y me di cuenta de que mi forma actual ya no era humana, así que, ¿hay alguna necesidad de seguir dibujando como uno? Fue a partir de esta línea de pensamientos; puedo guardar mi memoria de forma diferente a la de los otros humanos y esos registros...
Sus divagaciones se hicieron largas. Sungchul se tapó los oídos en medio de su despotricar y comenzó a colocar los retratos que parecían haber sido copiados en una impresora del retrato original una por una. Las seis imágenes parecían derretirse ante sus ojos; dejando tras de sí su propio mensaje. Sungchul no leyó ninguno de ellos.
"Recuerdo que había un dicho que decía que envejecer significa que no tienes que ver o hacer cosas que no quieres ver o hacer."
– ¡Creo que puedo terminar el ultimo retrato en menos de una hora! con la técnica de expresión superior de la Srta. Bertelgia.
–Brillante, Bertelgia.
Sungchul, que era reacio a dar cumplidos, de manera inesperadamente, dijo una palabra de alabanza para ella. Bertelgia se volvió aún más eufórica y comenzó a flotar en el aire antes de caer hacia el siguiente papel de dibujo.
–Acabemos rápidamente con esto y salgamos de este campo de batalla. ¡Estoy harta de esta guerra!
Parecía que había otra razón por la que Bertelgia se apresuraba tanto. Sungchul asintió y volvió su mirada hacia el campo de batalla.
La Orden de los Caballeros de Sangre de Hierro que había presionado despiadadamente a Martín estaba rodeada y siendo masacrada por ambos flancos. Soldados veteranos liderados por Martín formaron una barrera como un muro de hierro para mantener a raya a la Orden, y las fuerzas terrestres lideradas por Minamoto entraron por la retaguardia. Mientras tanto, las aeronaves, símbolo del Imperio Humano, continuaron su fuego de artillería para demoler las Fortaleza Móvil.
La batalla estaba a punto de concluir. Parecía como si Martin se abriera paso por la fortaleza para llegar a este lado, pero los retratos ya estaban casi terminados. La situación se había retrasado lo suficiente como para que la Luz Primordial estuviera a centímetros de su alcance. Sin embargo, algo inesperado ocurrió en el campo de batalla. Un ser gigantesco apareció en la retaguardia de los soldados de Martin. Su identidad no era otra que la de Elijah Breggas.
– ¡¿Quién se atreve a ser tan temerario como para luchar en mi tierra?!
Elijah, que había estado al acecho dentro de la fortaleza, gritó con su joven voz; inapropiada para su apariencia actual antes de saltar a la retaguardia de la debilitada Milicia Civil de Trowyn. Cuando el Todopoderoso Diablo entró en la refriega, se desató una catástrofe en la retaguardia que estaba compuesta sólo por curanderos, magos con especialidades de no–combate, y los heridos con la excepción de la pequeña cantidad de guardias estacionados en la entrada. Las unidades de apoyo y los heridos fueron desgarrados por las garras del Diablo, ya que sólo había un puñado de guardias para defenderlos. El pequeño número de magos que estaban allí presentes intentaron luchar contra Elijah con su lamentable magia de combate, pero eso sólo sirvió para enfurecerlo aún más.
– ¡Nuestro Maestro ha caído!
– ¡Nuestra familia ha sido arruinada!
Alrededor de los cadáveres de los magos que lamentablemente fueron desgarrados, los homúnculos estaban ocupados haciendo un escándalo. Por otro lado, la noticia de la aparición de Elijah llegó a oídos de Martín, quien estaba en la cúspide de la victoria.
– ¿Qué? ¿Ese tipo dejó la fortaleza?
Los ojos de Martin temblaron, pero ya no sintió tanta conmoción como antes. Anuncio calmadamente.
–Yo iré. Expide una parte de los soldados veteranos para detener a ese tipo.
–Se dice que Sir Dargott ya se dirige en esa dirección.
– ¿Parlim? No, no lo envíes. Envía un mensaje para que regrese inmediatamente.
En ese momento, un rugido como el de un león se oyó desde delante y un único caballero atacaba mientras se dirigía en su dirección. Martin podía reconocer esa cara incluso desde lejos. Era el Caballero–Capitán de la Orden de los Caballeros de Sangre de Hierro, Sungtek Cho.
Era la agonía final de uno de los hombres más poderosos de esta era; ahora con su cuerpo grabado con la marca de los Demonios. Martin desenvaino su espada para enfrentarse a él personalmente.
¡Clang!
Espada contra espada. Los ojos de Sungtek se llenaron de profundo rencor mientras miraba ferozmente a la cara de Martin.
– ¡Martin Breggas! ¡Eres un hijo de puta! Incluso si muero, tengo que verte caer.
“…”
–Los coreanos tienen un dicho. Si yo caigo, te hundirás conmigo.
–Lo siento, pero no tengo intención de morir aquí.
Tuvo lugar una feroz batalla entre el Señor Marqués y el Caballero–Capitán de los Caballeros de Sangre de Hierro. Sungtek tenía un mayor celo por la lucha, pero el que tenía las estadísticas más altas era Martin Breggas. El vencedor de la batalla fue declarado poco después de algunos enfrentamientos críticos.
–Kekekeke...
Sungtek dejó escapar una risa escandalosa antes de agarrarse en donde antes estaba su brazo derecho con su mano izquierda. Sangre salía a borbotones de la amputación.
–Descansa en paz–, dijo Martin mientras miraba hacia algún lugar lejano antes de dar el golpe final. La espada atravesó el corazón de Sungtek, este dio un solo respiro más antes de que su cuerpo temblara. De repente, el brazo izquierdo de Sungtek agarró la espada que le había perforado el corazón y jaló su torso hacia Martin.
–Hola, Marqués.
Dijo Sungtek con su sangre goteando de su boca. Martin sólo lo miro con desprecio y no respondió.
–Mira detrás de ti.
Sungtek sonrió con suficiencia antes de bajar la mirada y murmurar en voz baja.
–Experiméntalo por ti mismo, lo que es perder a un hijo querido...
Sungtek dejó de respirar.
Martín, atrapado en una premonición siniestra, arrancó el cadáver de Sungtek de su espada e inmediatamente se dio la vuelta. Él lo vio. Su hijo, Parlim Dargott, fue agarrado por su otro hijo, Elijah Breggas, y partido por la mitad.
–¡¡¡Noooo!!!
Sungchul suspiró mientras escuchaba el desgarrador grito escuchado en la lejanía.
"No hay mejor ejemplo de karma."
Martin Breggas estaba acabado. Cuando el espíritu de uno cae, el cuerpo pronto lo seguirá. Era poco probable que volviera a levantarse.
–Bertelgia.
Sungchul la llamó. Bertelgia, quien apresuradamente imprimía su dibujo, detuvo su trabajo y le contestó.
– ¿Sí?
– ¿Cuánto tiempo crees que tardarás?
– ¿Unos 10 minutos?
–Suena bien. Sigue con eso.
– ¿Qué estás planeando?
–Voy a bajar un rato.
El traidor que había tomado la identidad de Minamoto estaba ahora atacando a Elijah. Aquel quien se había convertido en un Alto Diablo no debía ser un objetivo de empatía, pero Sungchul seguía preocupado por el cadáver de la lamentable mujer que colgaba de su espalda. También tenía otro objetivo.
"Taeksu. apareció ante mí; de forma estúpida una vez más."
Sungchul descendió por la ladera de la montaña mientras recordaba los rostros de sus camaradas que habían muerto a manos del traidor. Se sentía como ver una fuerza de la naturaleza cuando se le veía descender desde lejos.
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