⚠️ Traducción hecha por fans. Sin derechos sobre el contenido original.
Capítulo 175: Atraer al tigre fuera de las montañas
En un abrir y cerrar de ojos, las dos tropas en conflicto chocaron entre sí.
Los soldados en primera línea desenvainaron sus espadas y cuchillos para luchar. Los soldados que estaban detrás de ellos solo podían esperar pacientemente la oportunidad de pasar al frente. Los que están aún más atrás se llevaron la parte más corta del palo. No tenían ni idea de lo que estaba pasando en frente, pero aun así seguían entrando en el sendero. El camino en sí no era ancho, así que ahora era imposible moverse. Desde el exterior, sólo se podía ver la parte superior de la cabeza de los soldados. No había forma de discernir lo que estaba pasando allí.
Los comandantes de ambos bandos parecían preocupados.
medio minuto paso, la Reina saludó con la mano y dio su orden mientras se paraba en la meseta, –Magos, preparad vuestra magia. Libérenla a mi señal. – Era evidente que estaba preparada para hacer frente a este lío con fuerza contundente; todos los numerosos magos que la rodeaban asintieron en aprobación y comenzaron con sus encantamientos.
Al otro lado de la Puerta, los sacerdotes no quedaron parados sin hacer nada mientras esperaban instrucciones adicionales. La idea del Obispo estaba en la misma línea que la de la Reina – puesto que no podían ver claramente la situación en el camino, decidieron ordenar una retirada, y luego despejar a los enemigos con Artes Divinas. Con eso, podrían recuperar el control de la Puerta.
Así, bajo las órdenes del obispo, los sacerdotes comenzaron a cantar con sus amuletos y manos unidas con devoción. Un sinnúmero de luces santas comenzó a reunirse a su alrededor.
Sin embargo, justo cuando ambas partes estaban dispuestas a retirar sus fuerzas, dos guardias observadores del puesto del observador corrieron desde detrás de sus respectivas bases. Parecían sacudidos cuando corrían hacia sus propios comandantes y gritaban: – ¡Informe! Hay…. ¡Hay alguien en lo alto de la Puerta!
La Reina frunció el ceño: – ¿Son los magos? ¿Están planeando escapar en medio del caos usando el Hechizo de Vuelo?
–No..... No lo creo...– El guardia jadeó. Se detuvo y se inclinó antes de continuar, –Aunque no podía ver con claridad, Su Alteza, pero... Pero parecían un puñado de soldados vestidos con el uniforme militar del Reino.
La expresión de la Reina cambió inmediatamente. No era una buena noticia para Icor que los Ejércitos del Reino hubieran aparecido en la cima de la Puerta.
"¿Cómo puede ser posible? ¿Se las arreglaron los soldados del Reino para entrar en la Puerta?" La Reina sumergió su cabeza en pensamientos. De repente, se dio la vuelta y declaró: – ¡Nos han engañado! Magos, es hora de que brillen. Vayan a la cima de la Puerta ahora, y despejen a la gente del Reino que ha entrado a la Puerta.
En su mente, la Puerta de los Cruzados volverá al poder del Reino de Helio en cualquier momento. Ya no tenía tiempo para reflexionar sobre sus acciones. Los magos también eran los únicos con la capacidad de volar y así podían alcanzar la cima de la Puerta en un corto período de tiempo. Sólo ellos podrían cumplir sus órdenes.
Los magos quedaron atónitos después de sus palabras. ¿Cómo podrían dejar a la Reina indefensa? Sin embargo, casi la mitad de los cien magos obedecieron su orden de todos modos. Usaron el Hechizo de Vuelo y comenzaron a volar hacia la cima de la Puerta, dejando sólo menos de cien magos para proteger a la Reina en la base.
Mientras tanto, al otro lado de la Puerta donde se encontraba la base del Ejército del Reino.
– ¿Hay alguien en la cima? – El obispo se rió sombríamente después de escuchar el informe del guardia. Parecía como si recordara algo mientras murmuraba: –Grant Lithur.... Ninguno de ustedes irá a ninguna parte.
Inmediatamente el obispo inicio un encantamiento y convoco las alas de Luz Santa antes de volar hacia arriba. Debido a su prisa, no captó la parte del mensaje de la Guardia de que la gente que estaba en la cima de la Puerta en realidad llevaba el uniforme del Ejército del Reino.
Así de fácil, la cima de la Puerta de los Cruzados sucumbió rápidamente al caos.
El obispo llegó primero, ya que tenía prisa por capturar a Benjamín. Sin embargo, cuando llegó a la cima y vio a los cientos de personas que apenas estaban de pie, se quedó inmóvil.
–Espera, ¿no son estas las personas que estaban vigilando la Puerta?
Caminó hacia ellos, confundido y tratando de encontrar caras familiares entre esta gente vestida con los uniformes del Ejército del Reino. Desgraciadamente, no pudo encontrar rastros de los magos. Tomó el brazo de uno de los soldados y le dijo: –Tengo una pregunta para ti. ¿Dónde están los magos?
El soldado parecía cansado, como si hubiera pasado hambre durante días. Apenas estaba consciente, pero cuando identificó a la persona que tenía delante como obispo, se puso de pie y pareció aterrorizado.
–Señor Obispo, lo sentimos, no pudimos defender la Puerta y fuimos rehenes de los magos. Señor Obispo, por favor perdónenos y no nos castigue. Por favor, nosotros... No teníamos otra opción...– El soldado tuvo un ataque de nervios y parecía que iba a llorar.
El Obispo le dio una palmadita en el hombro al soldado, frunciendo el ceño mientras trataba de entender lo que estaba pasando. De repente, el color abandono de su cara mientras liberaba al soldado con prisa, –...Mierda, nos han engañado.
Inmediatamente se volvió y se preparó para volver corriendo a la base militar. Sin embargo, al convocar de nuevo las Alas de la Santa Luz, innumerables bolas de fuego aparecieron de la nada y llovieron sobre él – atrapándolo con éxito en su interior. Inmediatamente, las muchas cruces que llevaba se rompieron en pedazos, y capa sobre capa de Barreras Sagradas se expandieron a su alrededor. Esto le dio un precioso tiempo de reacción para cantar una serie de Encantos Divinos defensivos. Tuvo que usar toda su fuerza para bloquear el ataque en masa.
El cielo lleno de fuego concluyo gradualmente después de medio minuto. Los soldados rehenes a su alrededor ya no eran más que cenizas, y sobre él estaban los pocos cientos de magos que seguían al ejército de Icor. Estaban sobre la Puerta, sus ojos estaban grabados en su propio ser, su intención de matar era evidente.
La cabeza del obispo se entumeció de miedo.
–Su Majestad la Reina tenía razón–, dijo un mago de mediana edad que parecía ser el líder entre los magos. Habló fríamente: –Casi caemos en tus pequeñas trampas. Obispo White, no somos tan crédulos como cree. Nunca nos rendiremos fácilmente en la Puerta de los Cruzados.
El obispo se quedó estupefacto. – ¿Qué? ¿Cayó en nuestra trampa? ¿Qué quieres decir...? El obispo se cortó y se detuvo. En ese segundo, de repente se dio cuenta de lo que acababa de suceder y ahora estaba aún más desesperado por abandonar la cima de la Puerta.
Lamentablemente, está ya no era una opción.
– ¿Sigues fingiendo ignorancia? La gente de la iglesia tiene un don cuando se trata de mentir. – El mago de mediana edad resopló: –Ahora estás solo. Aunque seas obispo, no tienes ninguna posibilidad de luchar contra tantos magos a la vez.
Los magos comenzaron simultáneamente sus encantamientos. Una espeluznantemente fuerte oscilación mágica se extendió desde lo alto de la Puerta.
– ¡No! ¡No lo entiendes! ¡Es su plan para traernos a todos aquí! ¡Se están escapando ahora! – El obispo les gritaba con ansiedad, pero, aunque su voz y sus expresiones eran muy convincentes, no podía ganar la confianza de los magos.
Por supuesto que nunca confiarían en él, ¡eran enemigos! El obispo estaba inundado de emociones de angustia y desesperanza. Él deseaba mucho irse y exterminar a Benjamín con la Luz Santa; deseaba poder hacer eso miles de veces – ¡ese mocoso lo engañó de nuevo! Sin embargo, lo único que podía hacer ahora era intentar no perecer bajo el bombardeo de estos magos.
Mientras tanto, Benjamín y su grupo, que eran objeto de la obsesión del obispo, acaban de salir de las Puertas. Ahora, se pararon justo afuera de la base militar de Icor y se colocaron frente a los magos que quedaban vigilando la base. No pudieron evitar sonreír triunfalmente a la Reina horrorizada.
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