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Historia Paralela Capítulo 94
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Descabellado.

Historia Paralela Nuevo Comienzo Capítulo 94: Descabellado.

Los gruñidos en voz baja vinieron de un par de gorilas que estaban caminando en dirección de una habitación.

“Ugg… Me duelen los huesos.” Gruñó Rupert en voz baja y observando a su compañero, cuestionó. “¿Por qué demonio nos hiciste ir a enfrentar a Alice?”

Hace dos horas acabaron de llegar de otra misión arca y como siempre, el viaje fue agobiante mental y físicamente, siendo bastante incómodo.

Estaban viajando por el mismo lugar que antes y la tribu de gorilas estuvieron apoyando, así que su seguridad estaba garantizada.

No obstante, ellos estuvieron participando más en las batallas porque no deseaban que su gente los estaba viendo los menospreciara y necesitaban actuar.

Sin embargo, tras llegar pasaron dos horas entrenando con Alice, porque a César se le ocurrió la idea de pedirle entrenamiento y ahora todo su cuerpo estaba doliendo.

“No sabemos cuándo comiencen las siguientes misiones. Debemos estar preparados.” Gruñó César en respuesta y dándole una mirada, declaró. “No me importa si no quieres seguirme, pero creo que esta misión nos podrá al límite.”

Rupert dudó un momento, pero al final asintió.

A diferencia de César, él no participó tanto en batalla, pero había escuchado que los asuntos que se metían las ‘Protectoras de Zerzura’ eran grandes.

Su gente fue atacada por una gran horda de bestias mágicas y Rupert todavía lo seguía recordando… Al igual que seguía recordando, que su gente fue salvada de esa horda, por dos personas, que literalmente la desbarataron.

¿Cuántos riesgos habían tomado para hacerlo? Sus misiones estaban en un alto nivel y que fueran elegidos, llevaba cierta importancia.

“Lo entiendo...” Murmuró Rupert al entrar a su habitación y a ver su gran cama, se tiró arriba de ella.

La cama solo tembló al soportar todo su peso y Rupert solo gruñó dejando salir su cansancio, mientras era observado por César que se sentó con calma.

No cuestiono demasiado las elecciones de César y no fue porque lo seguía a toda parte, sino que él era quien tenía más experiencia conociendo a esas dos personas.

También fue alguien que luchó al frente para defender la ciudad y lo hizo incluso cuando estuvo en desventaja.

Era normal seguir a alguien más experimentado.

“¿Qué crees que nos deparara?” Preguntó Rupert con seriedad.

Las misiones Arcas le mostraron que las ‘Protectoras de Zerzura’ realizaban bastantes misiones para salvar vidas y esta ciudad era la prueba que ayudaba, pero esa ayuda siempre se extendió a cualquiera.

Por eso mismo, los Addax mágicos tenían ‘reservas’ para ellos en donde vivían con algunas otras bestias mágicas más pacíficas.

Las bestias mágicas estaban incluidas entre los seres vivos que ellas ayudaban... Al menos, Aurora.

Alice por su otra parte, no solo era indiferente, sino que era demasiado peligrosa y para él representaba la fuerza de ese dúo.

“No lo sé.” Respondió César de forma honesta y tirándose en su propia cama, anunció. “Pero confió en ellas.”

Confiaba en las personas que se enfrentaron a peligros por una tribu con la cual no tenían conexión… ¿Y cómo no podían confiar en esa clase de persona?

Ni siquiera se acercó para pedir una recompensa, simplemente los ayudó sin pedir nada a cambio.

“Y también te enseñan a ser fuerte.” Murmuró Rupert mirando el techo.

Alice aceptaba los pedidos de César de entrenamiento y lo aceptó a pesar de que ella había llegado de misiones arcas.

Incluso si ella estaba cansada por esos viajes, nunca lo mostraba y le daba una paliza que a veces la realizaba con una sed de sangre palpable o incluso con cierta presencia que daba miedo.

Fortalecía sus instintos de bestias para de esa forma mejorar su fuerza de batalla a la vez que buscaba fortalecer sus mentes.

Si antes se enfrentaban a un monstruo, era normal que la segunda vez fuera más fácil y una pequeña facilidad podía ser de mucha ayuda en batalla.

“No debemos decepcionarlas.” Dijo César y al escuchar esa voz, Rupert se levantó viendo que su compañero hacia lo mismo.

Ambas hermanas eran difíciles de entender.

Aurora resultaba ser muy difícil de comprender cuando se trataba de sus valores y su naturalidad para ayudar a otros, sin pedir nada de vuelta.

Una ayuda que se extendía a desconocidos.

Los humanos resultaban difíciles de comprender, pero quien se llevaba el premio de incomprensible, era Alice.

Literalmente no sabía lo que pasaba por la mente de esa humana, pero algo estaba seguro… Ella veía potencial en ellos y trataba de apoyarlos a su manera más salvaje posible.

Una humana que representaba valores que incluso lo cautivaban a él y una glotona que veía potencial en ellos. 

¿Cómo podrían decepcionarlas?

“Volvamos a entrenar. Quien pierda debe soportar el ataque de Alice en nuestro próximo entrenamiento.” Murmuró César con un gruñido salvaje.

Rupert solo gruñó de vuelta mientras se levantaba, pero por dentro ocultaba su sonrisa.

En realidad, no estaba tan cansado como decía.

******

En el último piso del edificio de la sede de la Empresa Apicius, James observó por la gran ventana.

La muralla se estaba extendiendo para tener un área de mayor tamaño para la expansión y en su visión era posible observar como la construcción de la muralla estaba avanzando.

También era capaz de ver todos los edificios que se estaban construyendo y si bien los que estaban al centro de la ciudad, eran grandes, las casas que se extendían a lo lejos, eran más numerosas, pero visibles.

“Un oasis en el desierto… Zerzura.” Murmuró una voz y acercándose a su lado, anunció. “Nunca pensé que esto podría haber sido posible.”

James se giró para observar a Chonz Kernen.

Era un anciano que estaba en una edad avanzada, pero que seguía mostrando una mirada brillante y llena de entusiasmo.

Profesor de la Academia Cernunnos, ese hombre era alguien que tenía relaciones con bastantes tribus de bestias mágicas por alrededor del mundo.

Con solo decir que era alguien capaz de entrar al bosque mágico por su cuenta demostraba que no era nadie simple… Y eso iba más allá de su fuerza de curandero rango A.

Audacia, determinación y voluntad, ese anciano era decidido con sus objetivos.

“Se creó una ciudad en medio del océano atlántico. Nosotros somos imitadores.” Respondió James con una sonrisa.

“¿Es así? Pienso que lo que hacen aquí es más grande que la Ciudad Atlántida o lo que la Empresa Cosmos hizo.” Respondió el Anciano Kernen y observando seriamente, señaló. “Y eso me llama la atención. ¿Por qué la Empresa Apicius que trata a las bestias como carne está ayudando a esas mismas bestias? Es entendible sobre los humanos, pero que apoyen a las bestias, es …”

“¿Descabellado?” Dudó James y dando una sonrisa al haber acertado, se ajustó su corbata mientras observaba la ciudad.

¿Cuántos restaurantes tenía en el mundo?

Estos edificios estaban en la mayoría de las naciones de este mundo y sus restaurantes estaban presentes con los mejores chefs y los más grandes ingredientes.

Sin embargo, ellos no estaban metidos en solo el negocio de los restaurantes.

Cualquier persona que iba a un negocio y tomara cualquier elemento comestible, muy seguramente pertenecería a la Empresa Apicius directa o indirectamente.

O, por otra parte, si uno iba a los mayores productores de carne de bestia mágica, lo encontrarían a ellos.

A ese lugar estaba apuntando el Anciano Kernen… Le estaba encontrando descabellado que la empresa que literalmente se manejaba con comida, apoyara a las bestias mágicas inteligentes.

Bestias que posiblemente habría querido devorar antes.

“Nuestra empresa sigue las regulaciones nacionales e internacionales sobre las bestias mágicas inteligentes. Solo tocamos lo que este mundo permite.” Dijo James con la sonrisa de un empresario amigable.

No estaba mintiendo, pero a la vez no significaba que no hubiera hecho negocios de esa clase.

Sus granjas de bestias mágicas eran muy reconocidas en todas partes y si bien no eran bestias mágicas inteligentes y eran solo aquellas permitidas en las reglas, no significaba que lo que hacían no fuera cruel para un domador de bestias idealista.

Aun así, incluso si su empresa hubiera hecho negocios con bestias ‘exóticas’, nadie lo podía probar y más importante que todo…

“En la actualidad no llevamos a cabo esos negocios. Los tiempos cambian y nosotros debemos adaptarnos.” Respondió James con honestidad y dando una mirada, precisó. “Son negocios y como todo negocio, los beneficios importan.”

Lo que hace quince años estaba bien, en la actualidad estaba mal y eso significaba que ellos debían actualizarse si no deseaban tener pérdidas y quedar atrás.

“Si alguien le pregunta a un cazador ilegal quien fue su mayor cliente, todos lo mirarían a ustedes… O sus filiales, socios o como deseen llamarlo.” Dijo el Anciano Kernen con frialdad.

En sus restaurantes en lo más alto de los edificios se realizaban las negociaciones más importantes y las personas que asistían le gustaba comer buena comida y a veces algo exótica.

Conseguirla era parte de su trabajo.

“Y ahora somos quienes buscan detener a esos cazadores.” Respondió James sin negar lo que insinuaba y sin cambiar de expresión, precisó. “La diferencia de antes y ahora, es que tenemos una nueva accionista y ella tiene ciertos ‘valores’ que debemos cumplir.”

Aurora nunca se metió en sus asuntos desde que fue nombrada accionista y era posible que ella lo tomara como una broma o incluso negara esa realidad.

Era accionista de la segunda empresa más rica de todas y ella se convirtió en una de las personas más ricas de este mundo… Era imposible que Aurora, que ni siquiera se atrevía a aceptar un puesto oficial en la ciudad pudiera aceptar la verdad.

Sin embargo, no era un juego y ella era la segunda accionista y como si fuera poco, era la persona a la cual Alice seguía a todas partes.

Estaba claro que la empresa se afianzaría a los valores que Aurora representaba y lo bueno era que ahora tenían todo para mantenerse estable, incluso si seguían algunos estándares.

Sus negocios en este punto iban más allá de los grandes restaurantes con los cuales empezaron.

“¿Esa es la respuesta que buscaban?” Preguntó James y observando a ese anciano que fue atrapado, explicó. “Ayudar a las bestias o crear una ciudad tiene una importancia económica. Incluso si gastamos cientos de millones en la ciudad, lo recuperaremos.”

En Uganda se encontraba un antiguo parque nacional en donde una planta mutaba a los cocodrilos que lo comían y lograban que aumentara su tamaño, a costa de limitarlos en rango.

No obstante, si esa planta se trataba con cuidado y se mezclaba con otros alimentos, era posible potenciar el cuerpo de un usuario de habilidad.

Ese era uno de los tantos beneficios que podían conseguir, cuando los negocios de la ciudad profundizaran con el bosque.

Ni hablar de los beneficios que iba a obtener cuando extendiera sus raíces por estas tierras y era imposible que no se extendiera.

En ese sentido los valores de Aurora, estaban acorde a los intereses económicos de la empresa y lo bueno era que esa jovencita entendía que era necesario un equilibrio económico.

Aun así, todo requería su tiempo y James no estaba preocupado por los gastos o por la expansión de la ciudad.

Incluso si ahora se llevaban a cabo más de diez misiones arcas de forma simultánea y la ciudad estaba expandiéndose al máximo, no importaba.

“¿Entonces qué piensas Anciano Kernen?” Preguntó James y mirando a ese individuo con calma, cuestionó. “¿Crees que la Academia Cernunnos estaría interesada en la ciudad?” 

Chonz Kernen no era un hombre simple y de cierta forma representaba los intereses de la Academia Cernunnos en el exterior, mayormente con las tribus con la cual tenía contacto.

Eso significaba que de cierta forma representaba al Director Ackermann de rango SS y mayormente a la Bestia Santa de Suiza, el Barbegazi.

“Lo está. No con su empresa, sino que con la ciudad… Se ha creado algo grande aquí y es imposible que no deseemos estar presente y tratar de influir con nuestros intereses.” Respondió el Anciano Kernen y dando un suspiro, murmuró. “Aunque esos intereses están siendo satisfechos.”

Una nueva ciudad estaba surgiendo en áfrica y que las personas no pudieran venir tan fácilmente era una de las razones por la cual las fuerzas externas no se acercaban.

Otra fuente era la Iglesia del Tiempo y el Espacio y Empresa Apicius que era gigantesca en los negocios, impedían que nadie intentara algo ‘gracioso’.

Pronto se añadiría el General McLean, pero ese era un asunto que no era revelado públicamente.

Aun así, sería un buen lugar para que una academia que era conocida por respetar y tratar de iguales a las bestias mágicas, buscara influenciar.

No obstante, aquí no había nada que influenciar.

Literalmente las leyes estaban a favor de las bestias mágicas y quienes estaban llevando los juicios lo estaban haciendo de forma muy estricta.

Aun así…

“No obstante, podemos beneficiarnos. La ciudad puede expandirse para dar la bienvenida a domadores de bestias y sus gremios de domadores. Desde edificios para su gente, habitad para las bestias o reservas para cualquier tribu que necesite asilo.” Dijo James, sin ocultar su sonrisa.

Suiza era parte de la Unión Europea y si bien esa gran nación trataba de mantener contenta a la Bestia Santa, necesitaba mantener cierto equilibrio en su totalidad.

Era imposible prestarle todo el apoyo que necesitaba o concederle todo lo que deseaba esa gran bestia.

Y eso significaba, que la Academia Cernunnos no podía ayudar a todos lo que deseara, específicamente era capaz de ayudar a todas las tribus que estaban en peligro o bestias mágicas que se encontraban en problemas.

No obstante, Zerzura podía recibirlos, ya sea en una zona de la ciudad o en una reserva que podía crear dentro de sus fronteras.

“También necesitamos domadores de bestias para que nos ayuden a mantener las relaciones con las bestias y por supuesto, profesores que puedan apoyar nuestra futura academia.” Añadió James y a ver a ese profesor atraído, explicó. “Los ciudadanos están aumentando y hemos estado trabajando en una academia. Pronto abrirá.”

La Academia de Zerzura… Era un nombre que le parecía atractivo y era imposible que no deseara crear una gran academia que se asemejara a las grandes academias del mundo.

Era un proyecto que estaba siendo llevado a cabo y que empezaría a lo grande, invitando estudiantes extranjeros a esta ciudad.

“Pronto volveré a la Academia Cernunnos, en ese momento informaré sobre esta conversación al director.” Respondió el Anciano Kernen.

James asintió de forma simple.

No estaba demasiado preocupado por la respuesta, ya que era imposible que ellos se negaran a acercarse al bosque y, por ende, a sus tribus del interior.

Y ahora quienes tenían la puerta para conectarse a ese lugar eran ellos… Precisamente esa jovencita que estaba trabajando tanto.

Sonriendo con calma, James simplemente volvió a mirar la ciudad en silencio, disfrutando de la vista.


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Historia Paralela Capítulo 95
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Tiene más sentido.

Historia Paralela Nuevo Comienzo Capítulo 95: Tiene más sentido.

Flotando en el cielo, sintiendo la suave brisa golpeando su rostro, Aurora observó los rayos del sol que se filtraban por las copas de los árboles.

Su espada ni siquiera estaba enfundada en su cintura y lo había guardado lejos de ella… Antes disfrutaba balancear su espada, pero ahora esa arma era mortífera en sus manos.

“Debería dedicarle más tiempo al nuevo entrenamiento de mi maestro…” Murmuró mientras flotaba con calma.

Su maestro le enseñó una nueva forma para controlar su energía mágica y meditar, que cambiaba lo que había aprendido.

Tenía que asimilar la energía mágica y controlarla con mayor fuerza en el interior de su cuerpo y si ella era sincera le costaba.

Era capaz de reforzar con su energía mágica cualquier objeto fuerza de su cuerpo y literalmente convertir un palo de madera, en un arma mortal, pero lo que buscaba su maestro era diferente.

Buscaba cambiar su método de entrenamiento de espadachín y Aurora solo volvió a dar un suspiro mientras aterrizaba en una gran rama.

Mirando como el campamento de la misión arca que estaba acompañando y viendo a algunos gorilas atronadores en el área, ella mantuvo su mirada en la gente.

Algunos estaban desnutridos, cansados y agotados, pero al ver todo lo que lo rodeaba, ellos mostraban cierta alegría a la siguiente etapa de su vida.

No iba a poder ayudarlos si cambiaba su forma de luchar, al menos en un corto periodo de tiempo era imposible.

Aunque le costaba sostener su espada, lo iba a hacer… Porque haría lo que tuviera que hacer para lograr su objetivo.

Y su próximo objetivo era Sudan.

Respirando hondo para que sus expresiones no fueran notadas, ella descendió entre los guardias y avisó que no había avistado nada en el camino.

Ella empezó a caminar entre la multitud y se acercó a la persona que estaba a cargo.

Andrea McLean, la esposa del General McLean estaba dirigiendo esta misión y era una de las primeras de las fuerzas de ese Gran Señor de la Guerra que dirigía una misión arca con su gente.

“¿Y qué tal? ¿Necesitas ayuda?” Preguntó Aurora con una sonrisa curiosa.

Esa mujer le dio una mirada atenta durante un segundo y agitó la cabeza.

“No. El sistema de protección nos está ayudando en la organización y el grupo de gorilas se encarga de la seguridad. Los demás problemas son logísticos y administrativos, nada que no pueda solucionar.” Respondió Andrea con un tono estricto.

Aurora asintió con calma.

Esa mujer latina no era solo la esposa del General McLean, era literalmente un miembro de los altos rangos de ese hombre y unas de las personas de confianza del general.

Sabía como administrar, gestionar y dirigir grandes grupos armados o de civiles y ahora estaba haciendo un buen trabajo.

Ayudó que Atenea se encargara de apoyar administrativamente a toda Zerzura, pero gran parte de las misiones arcas requerían buenos líderes.

Y Aurora no tenía muchos de ellos.

“Si lo deseas puedes ir a ver a otra caravana. Puedo encargarme de este trabajo.” Dijo Andrea observando su expresión.

¿Estaba pensando que estaba aquí para vigilarla?

Como tenían el apoyo de los gorilas se dividieron los líderes que eran capaces de dirigir una misión Arca y no se trataba solo de fuerza de rango S, sino que la capacidad para gestionar y comandar.

Para mantener a las personas en calma, dando confianza y demostrando que podían llevar a todos a salvo a su destino.

Aurora era una de esas personas y ahora estaba ocupada aquí, dando la impresión de que estaba ‘vigilando’ la primera vez de Andrea.

“No solo estoy aquí para vigilarte. Tengo un asunto que atender.” Informó Aurora y mirando que un chamán gorila se acercaba, precisó. “Y ahora parece la hora.”

Su viaje la llevaban al mismo lugar y se le había solicitado que ella asistiera a una reunión importante entre los gorilas, por eso estaba presente.

Este campamento estaba cerca de la salida del bosque mágico y de la frontera de Zerzura, pero por esta zona se había avistado a los gorilas y este era su destino.

Despidiéndose de Andrea, Aurora se acercó al chamán y tras identificarlo como su guía, ese chamán empezó a utilizar magia espacial.

“Oh.”

Aurora dejó salir un sonido de sorpresa al sentir que el espacio se distorsionaba, pero se dejó llevar por ese chamán.

No esperaba que hubiera un mago espacial en la tribu, pero por la túnica que llevaba, estuvo claro para ella, que había llegado del exterior.

Muy posiblemente había vuelto de la Academia Cernunnos y ese pensamiento se hizo evidente, cuando llego a su destino.

Árboles altos y gruesos se extendía ante su visión y ella al observar pudo ver gorilas moviéndose por los árboles.

Asentados en las grandes ramas, observando y descansando, entre ellos había algunos magos humanos que estaban charlando con algunos de ellos.

Esos no eran de Zerzura… Aurora a pesar de que no reconocía todos los rostros de esa ciudad que estaba creciendo cada vez más, pudo identificar a extranjeros.

Eran domadores de bestias y mientras ella estaba algo aturdida, un gran gorila blanco se acercó junto a James, quien estaba dando una sonrisa.

Cinco metros de alto con un pelaje blanco y ojos inteligentes que dejaban ver la experiencia de un anciano, lo curioso era que James a pesar de que estaba hablando a sus pies, no se veía para nada perturbado.

Viendo ese gorila parado en sus dos patas traseras acercarse a ella y luego afirmarse con sus cuatro patas cuando estuvo al frente, Aurora dio una expresión seria, sabiendo lo que vendría y…

“Gracias por ayudar a nuestra tribu.” Anunció el gran gorila bajando su cabeza en respeto.

“No fue nada… No necesita agradecer.” Respondió Aurora y viendo que su voz temblaba de vergüenza, se tragó toda su vergüenza y con su mejor sonrisa tranquilizadora, declaró. “Ya sabe cómo es… Hoy ustedes y mañana nosotros.”

Esa frase no la deseaba decir, ya que la gente lo repetía y eso incluía a los gorilas.

Se avergonzaba de haberla dicho, pero a la vez ahora le encontraba el significado que se ajustaba a sus necesidades.

No le gustaba que le agradeciera, ya que todo lo que estaba haciendo en este momento era para sí misma y si bien ellos no eran parte de Zerzura, de cierta forma ayudarlos aliviaba su conciencia.

Por eso no necesitaba que la recompensaran o que le devolvieran el favor a ella, pero no le importaba si ayudaban a otro.

“Aun así, tus acciones han salvado a muchos de nosotros… He visto muchos ancianos morir durante el asalto de la horda a nuestra tribu y muchos jóvenes dar su vida para proteger a otros. Tus acciones han evitado el sacrificio de cientos más.” Dijo el Anciano observándola de forma directa.

Su tono era solemne y sus palabras poderosas, lo suficiente como para que los gorilas y humanos que escuchaban se detuvieran y le dirigieran la mirada.

Estaba ratificando la importancia de sus acciones con respecto a toda la tribu y Aurora al sentir el peso de lo que hizo, sonrió.

“Me alegro de haberlo hecho.” Respondió con un tono sereno.

Sin importar la razón por la cual se movió, se alegraba de haberse movido, incluso sabiendo del peligro que representaba actuar.

“Aunque si desea agradecerle a alguien mi hermana sería la persona indicada. Ella hizo posible lo imposible.” Dijo Aurora con una sonrisa alegre.

Su hermana que la acompañaba siempre era su mayor razón para saltar hacia el peligro sabiendo que tenía alguien que le cuidaba la espalda o incluso alguien que lograba lo imposible.

Y esa vez durante el ataque a la horda que seguía a los gorilas, esa glotona fue quien sin duda se debía llevar todos los premios.

“Escuche que le gusta la comida. Tal vez debería preparar algo.” Murmuró el gorila blanco y haciéndole una señal, declaró. “Aquí cerca hay una mazmorra que en el interior tiene plantas de plátanos de gran tamaño. Debería enviarle unos.”

Estaba siendo sincero, pero ese anciano estaba también apuntando a la razón por la cual fue invitada a este lugar.

Y mientras caminaba por esta zona, Aurora escuchó a ese anciano hablar de su plan.

Iba a mudarse a esta zona y si bien iban a estar lejos del centro del bosque mágico, estarían cerca de la frontera que daba a Zerzura y eso significaba que podría apoyar la ciudad o comunicarse con ella e incluso comerciar.

James en ese punto intervino mencionando que podía ayudarlos a construir si lo deseaban o si necesitaban materiales del extranjero.

Ese gorila blanco cuyo nombre era ‘Anciano’, escuchaba y ambos conversaban logrando que Aurora observara en silencio.

Aun así, incluso mientras escuchaba, ella no entendía la razón por la cual estaba en este lugar.

“También nos gustaría cooperar con la Academia Cernunnos para que nuestra gente conozca el exterior y ya hemos empezado a instalar una guardería aquí para que las diferentes bestias mágicas pueden relacionarse entre ellas.” Dijo el Anciano con calma.

“¿Guardería?” Preguntó Aurora de inmediato y sintiéndose un poco avergonzada por su rápida pregunta, de igual manera mantuvo su mirada en ese anciano.

Pequeñas crías de bestias mágicas en este lugar, regordetas y agradables, perfectas para ser abrazadas… Ese pensamiento estaba saliendo desde el fondo de su mente y ella se contuvo lo mejor posible.

No era posible molestar un adulto y verlo como un peluche que es fácil de abrazar, pero los pequeños podían ser un asunto diferente.

“Sí, puedes dirigirte a ese lugar.” Respondió el Anciano y dio una señal a un gorila, que se acercó para guiarla.

La expresión de Aurora tembló… Estaba segura de que vio a ese anciano sonreír al verla preguntar y lo peor fue que sintió, que su guía había estado esperando para guiarla.

Al final, decidió seguirle el juego y siguiendo a ese guía, llegó a un gran árbol que tenía una entrada de enredaderas.

Entrando a ese lugar en solitario, Aurora encontró la extrañeza que la dejaran pasar sin vigilancia, pero al ver quien estaba adentro, no pudo contener sus labios temblores y sonrió.

“Es una linda guardería y ya tiene a alguien.” Exclamó Aurora con su sonrisa al ver una pequeña tigresa sentada en un asiento de madera.

Esa tigresa le dio una mirada y al escucharla sus orejas se levantaron mientras que su cola empezó a agitarse.

—Es una guardería con solo una ‘cría’…

El texto de su sistema que trataba de mostrarle la rareza evidente hizo que Aurora se riera entretenida al acercarse.

—Bueno, tiene más sentido que un sistema en mi mente, ¿no? —Replicó Aurora en su mente.

Su sistema quedo en completo silencio, al ser atrapado por la réplica sorpresa, pero ella solo continuo al acercándose a la tigresa.

¿Y que si este lugar solo tenía un asiento como si fuera creado para esta ocasión? ¿O qué solo estuviera presente una tigresa cuyos ojos púrpuras brillaban lleno de inteligencia?

Sentándose en el asiento y viendo que esa pequeña tigresa saltaba a su regazo mientras empezaba a agitar su cola, Aurora empezó a hacerle cariño sin ocultar su gran sonrisa.

—¿No es linda? A veces es bueno ignorar la realidad y disfrutar de estos momentos. Es por el bien de ambos. ¿No lo crees? —Preguntó Aurora y sin esperar respuesta, añadió. —Y además ella es tímida. Claramente, aceptaré si viene a pasar un rato conmigo en su forma pequeña.

¿Qué significaba ignorar la realidad? Pera ella significaba dejar que algunos asuntos permanecieran en secreto por más evidentes que fueran.

No solo era por su propio bien, sino que por el bien de la relación que podría tener, como ella con su sistema o en este caso, ella y esta pequeña que ante sus ojos era tímida y no se animaba aparecer en su verdadero tamaño.

Solo necesitaba dejar la verdad de lado y disfrutar de la situación… Era así de simple.

—Dudó que ella sea tímida…

La respuesta de su sistema hizo que Aurora sonriera mientras veía a la tigresa escalar por su ropa y ella solo le dio un abrazo, mientras sentía como la otra parte se quedaba acostada en sus brazos.

Su sistema no negó sus palabras ocultas… Él también prefería que ignorara la realidad y de esa forma, no arruinar todo el tiempo que pasaron juntos y el que podrían pasar juntos.

Abrazando a la pequeña que parecía descansar en sus brazos, Aurora también dio un largo suspiro, alejando cada pensamiento de su mente y recuperando su energía.

******

Una pantera negra empezó a aumentar su tamaño mientras se alejaba de donde la tribu de gorilas estaba por asentarse.

Había llegado en la mañana y ahora era tarde en la noche.

El tamaño de su cuerpo creció hasta que se detuvo a los cinco metros de longitud y cuatro metros de alto, entonces esa gran felina dio una mirada a su cola que seguía pequeña.

“Todavía tengo problemas de control.” Murmuró Amnestria mientras agitaba su cola varias veces hasta que creció al tamaño actual de su cuerpo.

De los alrededores empezaron a aparecer varias panteras negras que estaban al acecho siguiéndola y al frente de ella, una bola de fuego apareció, revelando a Alba.

“Su Majestad no puede escapar de esta forma sin avisar a sus guardias.” Dijo Alba con una mirada preocupada.

En su mirada también había un poco de miedo, tal vez recordando la vez que fue capturada por tratar de salvar las crías, que ella consideraba como ‘suyos’.

“¿Escape? No sabía que era una prisionera.” Murmuró Amnestria en respuesta, dirigiendo la idea a otro punto.

Las panteras que la estaban siguiendo gruñeron mientras empezaban a mostrar sus colmillos y sus garras de forma furiosa, mirando a Alba.

Se tomaron sus palabras con solemnidad y la idea se volvió real para esas panteras negras.

“Yo… No…”

Las orejas de Alba cayeron de inmediato, no intimidada por las panteras negras de su alrededor, sino que sorprendida por sus palabras.

“Era una broma.” Murmuró Amnestria mientras empezaba a caminar.

Ignoró como esas panteras que la seguían como cachorros silenciosos la miraban sorprendida y también ignoró a Alba, quien estaba levantaba su cabeza impactada por su murmullo.

¿Era por qué siempre era tan seria? Ellos tomaron su palabra como si esos fueran sus verdaderos pensamientos, sin darse cuenta de que estaba de buen humor.

¿Y cómo no podría estarlo? Se encontró con esa jovencita y pasaron prácticamente todo el día, jugueteando e incluso charlando.

O precisamente esa jovencita hablando de su vida, pero igual era muy entretenido.

¿Cómo no lo sería?

“Me alegro de que su salvadora la pusiera de buen humor…” Dijo Alba girando su cabeza para que no viera sus ojos, pero por la forma que su cola se retorcía, fue evidente que estaba avergonzada.

“Salvadora…” Murmuró Amnestria en voz baja.

¿Esa jovencita solo era su salvadora? Esa era la forma que otros lo miraban y Alba era la prueba.

De cierta forma esa era la clase de relación que ambas tenían, sin una amistad o alguna relación jerárquica.

Sin embargo, para ella, esa jovencita era la única que no pedía nada y que no buscaba nada… Cuando se reunían esa jovencita podía abrirse y contarle su vida mientras que Amnestria, podría ser libre de sus cargas por un segundo.

Sin necesidad de hablar y con solo escuchar la historia de otro, era capaz de relajarse en su totalidad.

Por supuesto, había unas condiciones.

“Ella es tímida. Esta es la única forma que puedo acercarme y tengo que aprovechar estos momentos.” Dijo Amnestria con calma.

Según Agatha, su hija era alguien que era muy tímida y que no se atrevería acercarse a su verdadera forma, por eso necesitaba que ella se volviera pequeña, ya que los pequeños eran su debilidad.

Por supuesto, ante sus ojos, estuvo claro que Agatha deseaba usarla para crear una conexión entre el bosque y la ciudad, pero estaba recibiendo la guía y ahora estaba funcionando.

Después de todo, esa tímida jovencita cuando la veía se acercaba a ella y ambas la pasaban bien.

“¿Entonces que deseas que haga?” Preguntó Amnestria a esa felina que la estaba observando con calma.

Esos momentos de relajarse con esa joven, la ayudaban a alejarse de todas sus cargas, pero al final había que volver de vuelta al trabajo.

De la misma forma que esa jovencita volvería a su propio trabajo.

“Tiene que dirigirse al sur. Si bien hemos ganado la guerra, tal como usted ha pedido no hemos asesinado a los Rinkhals.” Respondió Alba y dando un gruñido, pidió. “Es necesario demostrar quién gobierna el bosque.”

No era buena para dirigir a su gente, pero Alba si, y estaba en su naturaleza tratar de instaurar orden y ese orden, lo estaba instaurando como ella como base… Con la ‘Gobernante del Bosque’ como centro.

Y para Amnestria era su deber cargar con el título de gobernante e imponer orden, al igual que era necesario cargar con quienes la admiraban.

Después de todo, si hubiera impuesto orden a su debido tiempo esa cruenta guerra no hubiera sucedido.

En cuanto a esa joven… Por ahora permanecería como una pequeña gatita para relacionarse con esa joven.

No obstante, un día buscaría conocerla abiertamente sin ocultar nada.

Aunque ese día no sabía cuándo llegaría.


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