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Historia La Caída Capitulo 5
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Historia Paralela La Caída Capitulo 5: Mi manera.

Historia Paralela La Caída Capitulo 5: Mi manera.

En un supermercado reconocido en Austin, Texas, Estados Unidos, Antón llenó su carro de mercadería.

Tenía su anillo espacial, pero todavía no lo usaba en público debido a que tales artefactos si bien estaban siendo producidos, todavía no se habían vuelto normales.

Los núcleos de las criaturas, eran no solo una fuente de energía, sino que también un elemento que era útil para crear artefactos de todo tipo y el problema era que en este momento estaba restringidos y controlados por los militares.

Metiendo en su carro, varios productos alimenticios que deseaba y que quería prepararle a su esposa, Antón disfrutó haber salido a hacer las compras.

No solamente era por estar encerrado en esa isla, ya que le agradaba estar con su esposa e hija y nunca lo aburría.

Se trataba de que, al salir, podía dejar a su esposa con su bebe permitiendo que ambas pasaran tiempo juntas.

Moviendo su carro de compras, Antón se detuvo cuando vio a una niña pasar con su carro a toda velocidad.

“Perdón.” Dijo la madre que iba desde atrás, dando una mirada puntiaguda a su hija que se detuvo.

“Está bien.” Respondió Antón con una sonrisa, que dejaba en claro que no tenía problemas.

La señora y la hija se fueron en otra dirección y Antón se quedó en el lugar observando, hasta que agitó su cabeza con una sonrisa.

¿Su hija iba a ser igual de hiperactiva?

En el caso de su hijo, en su juventud y niñez fue alguien tranquilo, serio y distante, ocultando por completo sus pensamientos.

A cierto modo, antes de Terra nova no era alguien problemático, aunque cualquiera que lo conociera durante Terra nova, pensaría lo contrario.

Al reflexionar sobre esos temas, Antón no ocultó su curiosidad sobre el futuro de su hija.

Con las probabilidades en su mente, se dirigió a la zona de juguetes y a mitad de camino, pudo distinguir a un grupo de usuarios de habilidades cerca de la entrada.

Parecía un grupo de rango C, equipado con armaduras de cuero y espadas metálicas.

¿Fueron ordenados a patrullar? Cada vez estaba siendo más normal que los usuarios de habilidades llevaran armas frías, aunque de cierta manera, las mismas personas eran armas.

Ignorando tal hecho, Antón al llegar a la zona de juguetes, buscó un juguete para su hija.

Tal vez tenía algunos meses de edad, pero en donde vivían la energía mágica era alta y su hija maduraba con una mayor velocidad que un niño de antes del ‘Gran Cataclismo’.

Aunque en este punto, la mayoría de los niños se desarrollaban rápido gracias a la energía mágica.

“Debería llevar…”

Deteniéndose cuando estaba tomando unos juguetes, Antón sintió un movimiento de energía mágica de los alrededores y luego su expresión se hizo grave, al captar que la misma energía aumentaba.

Al final del pasillo, una grieta empezó a formarse cuando la energía mágica empezó a filtrarse y el grupo de patrulla se movió.

“¡No se preocupen! Podemos encargarnos.” Gritó el líder del equipo con una sonrisa llena de superioridad.

La gente que estaba huyendo, se detuvo al escuchar la confianza del líder y la forma que el grupo se movía, fue orgullosa y pomposa, dejando en evidencia que deseaban posar más que cubrirse.

Durante Terra nova, miles y miles de empresas de todas partes del mundo realizaban negocios alrededor del ‘juego’ y si bien fue un duro golpe cuando todo acabo, los negocios siempre surgían.

Hacer publicidad con los usuarios de habilidades era la manera actual ganar dinero.

Si no fuera porque Antón percibió que esta situación no era normal, a él no le hubiera importado.

Sin embargo, para su lamento, la situación no solo era compleja, sino que probablemente más problemática de lo que cualquiera creía.

Y tal hecho, se mostró cuando desde la grieta salió una hiena de Rango C, sin que la misma grieta se cerrara como normalmente sucedía.

La hiena no estaba corrompida por el ‘Caos’, pero sus ojos llenos de energía mágica, en un estado enloquecido dejaba ver que era una criatura salvaje y como cualquier criatura, rugió y atacó al grupo de humanos.

Ese grupo se protegió bien y desviaron a la criatura, repeliendo el ataque, para luego rodearla y derribarla, pero no lo consiguieron cuando otra hiena salió.

“¡Corran! ¡Esa grieta no es normal!” Gritó alguien entre los espectadores y con una voz solemne, anunció. “¡Son múltiples apariciones! ¡Llamen a las autoridades!”

Antón maldijo para sus adentros, cuando una tercera hiena salió de la grieta y atacó al grupo, quienes fueron presionados lo suficiente para estar en problemas.

Observando a la gente correr, a las familias y notando a la señora de antes, Antón dudó por un segundo.

La grieta no se había cerrado y si bien él podía huir, las criaturas empezarían a salir, desbordándose en los alrededores y personas como esa madre y su hija, no podrían huir.

Al ver a la niña y a la señora, Antón se imaginó a su hija y a su esposa y tal escena, llevó a que tomara una máscara de zorro entre los juguetes y usándola, se dirigió hacia adelante.

Su esposa se iba a enfurecer si se enteraba de su participación en una batalla y si bien utilizó una tonta mascara para cubrir un poco su identidad, Antón supo que no sería suficiente.

Aunque su esposa estaría molesta de que arriesgara su vida, aun así…

*Boom*

“¡GRAa!”

Enviando a volar con una patada a una hiena de rango C, que estaba tratando de asesinar a un mago del grupo, Antón se giró y mientras sus músculos se tensaban en todo su cuerpo, cambiándolo con sutilidad, atrapó la cabeza de otra hiena.

“Gh…”

Era una hiena de rango C y él era un luchador de rango B, con una habilidad innata que potenciaba su cuerpo para que se adaptara a las batallas.

Harald sostuvo las mandíbulas de la bestia y mientras las venas aparecieron en sus brazos, lo torció antes de usar a la misma criatura, para golpear a otra hiena que buscaba atacarlo por la espalda.

“¡Corran! ¡Esta no es una grieta normal!” Gritó Antón con una voz llena de solemnidad y fuerza.

Recordó que su hijo en el video le mencionó que llegado un momento la alta densidad de energía mágica se quedaría en un punto y si había suerte, se formaría una mazmorra en el área.

No obstante, habría veces que la energía mágica se filtraría en altas densidades y saldrían un sin número de criaturas.

Estuvo claro que este era el caso y Antón se movió golpeando con su puño a otra hiena y buscando acercarse a la grieta, permitiendo que el grupo de usuarios de habilidades se retirara.

Algunas hienas parecían querer moverse hacia afuera y Antón apretando sus dientes, cargó hacia adelante, golpeando a las bestias con su cuerpo, mientras esas bestias rasgaban su carne.

Su cuerpo no solo empezó a regenerarse con una mayor velocidad, sino que su piel y músculos se endurecieron para adaptarse a las heridas cortantes y Antón al pasar por las criaturas, llegó a la entrada del supermercado.

Todo el lugar estaba destruido y la grieta al final seguía liberando criaturas, cada vez en mayor número y algunas de rango B entre ellas.

Si salían iban a causar una destrucción a la mayor parte de la ciudad y Antón tirando su camisa rota, revelando su torso desnudo, respiró hondo.

Sus músculos se tensaron con una única respiración y él se posicionó en la entrada, recordando su tiempo como jugador de Terra nova.

Era un luchador y ahora su cuerpo estaba diseñado para luchar… Y no se iba a retirar.

“¡VENGAN!” Rugiendo, liberó su deseo de batalla.

Para las criaturas enloquecidas tal grito fue una provocación y Antón sonrió.

Las hienas se giraron enloquecidas y cargaron hacia él y Antón las esperó, sin querer dejar que ninguna pasara.

******

Aurora era adorable y a pesar de que tenía unos meses, era capaz de pararse con un poco de ayuda.

Tal vez por la capacidad de su esposo o quizás su capacidad, Agatha estaba segura de que su hija a pesar de que era un bebe, era una usuaria de habilidad.

Específicamente, alguien capaz de sentir la energía mágica y era muy probable que cuando creciera pudiera elegir una profesión a su gusto o centrarse en algo en lo que tenía talento.

Por lo que ella había visto, la ‘nueva generación’, no nacía con la capacidad de sentir la energía mágica o como algunos llamaban, no nacían ‘despiertos’, no obstante, su hija fue diferente.

“Mi niña, hermosa. Me pregunto qué serás cuando crezcas.” Dudó Agatha con una sonrisa animada.

Su hija con sus pequeñas manos, trató de atrapar sus dedos y Agatha se rio suavemente al ver que Aurora sonreía.

En la torre de su hijo mayor, había conocimiento sobre maneras de desarrollar afinidades a los elementos o alguna magia, hasta había métodos para aumentar la fuente de energía mágica e incluso maneras de convertir a un terrícola en alguien similar a los terranovense.

Capaz de sentir y utilizar la energía mágica, solo dependiendo de su talento, afinidad y capacidad.

Sin embargo, Agatha no quiso meterse con esos asuntos y prefirió que su hija decidiera lo que deseaba hacer cuando creciera.

Jugando con su hija, ella escuchó un ruido en el sótano y una ligera ola de calor, que estaba más cerca de un aviso y Agatha tomó a su bebe y la dejó en su cuna.

“Espérame un momento, cariño. Volveré.” Avisó Agatha dejándole juguetes para que se distrajera.

Apenas salió de la sala su expresión se hizo seria y bajo al sótano, sabiendo que su nuera la llamaba.

Algo raro que sucediera y más cuando Jezabel, únicamente se acercaba cuando era ella quien la iba a buscar.

“¿Sucede algo?” Preguntó Agatha al abrir la puerta a la torre mágica.

“Sí. Antón está enfrentándose a una grieta de donde están saliendo muchas criaturas. La batalla es desigual para su parte.” Informó Jezabel observándola sin cambiar de expresión.

“¿Qué?” Cuestionó Agatha y con una expresión seria, preguntó. “¿Dónde está?”

¿Cómo era posible que su esposo se enfrentara a una grieta cuando fue a comprar? La forma que Jezabel le informaba fue tan indiferente que hizo que miles de preguntas pasaran por su mente, no obstante, no se dejó llevar por tales pensamientos y se concentró en su esposo.

Sacó su varita y se preparó para ir, pero…

“Fue a Estados Unidos. Puedo enviarte.” Respondió Jezabel y con curiosidad, dudó. “¿Cuido a Aurora por ti?”

Los ojos rojos de esa pequeña, la observaban como si quisiera ver cada cambio de expresión y sentir cada una de sus emociones.

Dejarle su hija a su nuera, le causaba rechazo por el historial de esa existencia y mayor que todo, miedo.

“Confiaré en ti.” Respondió Agatha controlando su expresión, sin importarle si la pequeña conocía lo que ocultaba en lo profundo de su mente.

El espacio a su alrededor se quemó y Agatha apareció a la puerta de un centro comercial, sin que nadie la notara.

“Avísame cuando quieras volver.” Avisó Jezabel en su oído y en voz baja, añadió. “Pídemelo si necesitas ayuda.”

Agatha que ignoró la voz, se centró en el supermercado rodeado de cientos de personas y algunas autoridades, notando que muchos de ellos grababan el interior, en donde se escuchaban ruidos de batalla.

Por las pocas cámaras del interior, se podía ver a una figura con una máscara de lobo, luchando contra hienas y la manera que luchaba, era sangriento.

Las hienas desgarraban, cortaban y mordían su carne y a pesar de todo ello, la figura se mantuvo en pie, sin detenerse, sin retroceder como un gigante al frente del fin del mundo.

Con cada mordida, su cuerpo se hizo más y más duro, hasta que las bestias de rango C o más bajos, ni siquiera pudieron morder su carne, como si su piel fuera de acero.

Agatha se sintió furiosa al ver que algunos usuarios de habilidades miraban sin deseos de entrar y ella se puso una máscara de zorro con magia de ilusión y flotó en el aire.

“No p…”

Cuando los guardias y los de seguridad lo intentaron detener, una ráfaga de viento los empujo al costado y Agatha entró al lugar.

Notando que su esposo liberaba una fuerte aura de rango A, mientras seguía luchando y viendo las heridas sangrantes, Agatha agitó su mano.

Decenas de cortes de aire, se extendieron por los alrededores, golpeando a las hienas que gruñeron de dolor.

Ella no era una jugadora que estudió magia en Terra nova, era la madre del ‘Enemigo de la Humanidad’ que supo que todo era real desde que todo inició.

Y eso significaba que aprendió la magia de forma directa durante esos años.

Ahora con su varita que era un arma sorprendente y la energía mágica que era capaz de controlar, fue bastante fácil utilizar magia para eliminar a sus enemigos.

Avanzando entre las criaturas flotando entre los cadáveres de hienas que dejó su esposo, Agatha se concentró en la grieta.

“Ciérrela.” Pidió Agatha con seriedad.

A diferencia de lo que esperaba, no fue el fuego lo que se encargó de cerrarla, sino que el espacio mismo que se cortó de inmediato.

¿‘Él’ estaba mirando? Agatha controló su expresión y girándose a su esposo, se acercó a él, sin importarle como los de afuera, entraban.

El espacio a su alrededor volvió a torcerse cundo el espacio actuó y al instante siguiente, se encontraron en una sala de la mansión de su hijo.

Por el sonido del juguete, su hija seguía jugando, pero al menos ‘Él’ fue considerado como para no enviarlos a delante de ella.

Agatha utilizó magia de curación en su esposo y sin importarle la velocidad de regeneración, le dio una mirada.

“¿Estás bien?” Preguntó con una voz que sonó temblorosa.

“Estoy bien, cariño.” Respondió Antón levantándose dando una sonrisa.

Parecía haber ganado un par de centímetros y su cuerpo se veía más musculoso y fornido con el torso desnudo y a la vez saludable, no obstante, Agatha al ver la sonrisa tonta de su esposo, su mente pasó de preocupación a ira.

“¡¿Qué estabas pensando?!” Cuestionó Agatha con una voz elevada y sintiendo que su ira aumentaba, continuó. “¡¿Por qué mierda te enfrentaste a tantos enemigos?! ¡Arriesgaste tu vida por nada!”

La única tarea que tenía era ir a comprar y volver con su familia, eso era todo.

Antón la observó con calma y su sonrisa disminuyó lentamente, pero a diferencia de ella, no estaba enojado que lo criticaran, solo que a la vez tampoco arrepentido.

“Estoy bien, cariño. Sobreviví.” Respondió Antón y viendo que su ira aumentaba, explicó. “Soy fuerte. Entre más estoy en combate, más fuerte me vuelvo.”

Tal era la habilidad innata que poseía ese cuerpo y era sin duda impresionante, no obstante, la ira de Agatha no se redujo.

“¿Y qué? ¿Por eso te arriesgaste? ¿Orgullo? ¡¿Deseo de probarte?!” Criticó Agatha y mirando a su esposo, declaró. “Antón, tienes una hija, una familia… Que hubiera pasado si…”

No pudo decirlo, su voz se quebró ligeramente al pensamiento más doloroso que tuvo en su mente.

Era un miedo natural, que luego de tantos años con su esposo no se redujo y era probable que nunca desapareciera.

El miedo a la muerte y a la soledad, solo que, en este momento de su vida, no estaban ellos dos, ya no.

“Yo te hubiera buscado… ¿Qué pasaba si no volvíamos? ¿Qué pasaría con Aurora?” Cuestionó Agatha y viendo que la expresión de su esposo cambiaba, añadió. “Sabes que nuestro hijo se encargaría de su hermana, pero él no está aquí… Y ‘Ellos’ puede que ni siquiera le importemos, como nos hacen ver.”

Ella hubiera ido para tratar de salvar a su esposo y luchar a su lado, sin embargo, si la situación se volvía peligrosa, no se retiraría dejando atrás a su esposo.

Karzhal podría encargarse de su hermana, él era alguien que haría todo por su familia, pero si lo que decía esa niña era cierto, entonces ni siquiera estaba en este universo y tampoco estaba consiente.

Por otra parte, confiar en aquellos que vinieron a esta isla, era para Agatha un peligro mayor de lo que imaginaba.

“No somos iguales, Antón. Ellos son Dioses, que podrían divertirse con nosotros. Que, si lo desearan, podrían hacer que nuestra hija quede huérfana, solo para ver cómo sería su vida.” Murmuró Agatha sin bajar la mirada grave.

Esa niña en el sótano era una entidad que estaba muy por encima de ellos y tal diferencia era innegable.

Creer que lo ayudarían porque esa niña estaba saliendo con su hijo, era para Agatha un sin sentido y más cuando, uno pensaba en el historial de esa entidad.

“Te molestas porque Karzhal es un asesino, un genocida y que hizo las cosas mal, pero te has preguntado quien le dio las herramientas para lograrlo. Has dejado a tu hija a su cuidado.” Añadió Agatha sintiendo que su miedo se filtraba.

¿Su nuera era capaz de hacerle algo a su hija tan solo para ver el dolor de dos padres? No lo sabía.

No importa cuánto intentara confiar en sus palabras, Jezabel era un Dios… Uno con un poder abrumador, que no era capaz de sentir emociones y que disfrutaba de las vicisitudes de los mortales.

Su esposo abrió y cerró su boca, antes de bajar la cabeza.

“Lo siento. Trataré de que no vuelva a pasar.” Dijo Antón de forma honesta y quedándose en silencio durante unos segundos, agregó. “No pude evitarlo. Cuando pensé en esas mujeres y hombres que iban de compra, cundo vi a una madre y a su hija… Las vi a ustedes en ese lugar y me moví.”

Con la esperanza de que algún día alguien se moviera, cuando la viera a ellas en esa misma posición… Tal idea, no fue dicha de forma evidente y fue Agatha quien la comprendió.

Ambos se sentaron en la mesa y su esposo, le dio una pequeña sonrisa, antes de suspirar.

“Cariño. ¿Te has preguntado qué mundo le estamos dejando a nuestra hija?” Cuestionó Antón y observando su expresión, continuó. “¿Qué mundo estamos dejando que se levante mientras nos mantenemos alejados en una isla? Yo si me lo he preguntado y a veces es en lo único que pienso.”

¿Qué mundo dejarían atrás? Ellos quienes podían salir y cambiar el curso de la historia, en vez de hacerlo, se mantuvieron en esta isla, alejado de todos.

Sin embargo, su hija en algún momento necesitaría salir, ir a una escuela, tener amigos y vivir en un lugar seguro.

No podían mantenerla encerrada para siempre y si dejaban que todo siguiera su curso, Agatha sintió que podía ser un desastre.

El mundo estaba en paz, sin embargo, era ingenuo no pensar que las aguas se movían en secreto y era probable que los conflictos comenzaran a aparecer eventualmente.

Los paradigmas que duraron años, estaban cambiando y eventualmente los conflictos surgirían.

Agatha lo supo, aun así, salir afuera era arriesgarse por intereses que no importaban… Al menos a ella.

“¿Quieres crear un mundo mejor para nuestra hija o cambiar el mundo que ha dejado nuestro hijo?” Preguntó Agatha observando a su esposo y viendo que él daba una sonrisa complicada, murmuró. “Te ayudaré.”

“¿Cómo?” Dudó Antón a su murmullo.

¿Ese hombre deseaba dejar un mundo agradable en donde su hija creciera o reparar el daño de su hijo mayor? Agatha no lo sabía con exactitud, pero comprendió que ella no podía quedarse quieta.

No solo porque su hija necesitaba un lugar seguro, al menos hasta que creciera y tomara sus propias decisiones, fue porque era necesario también para su esposo.

Ese hombre no era igual que ella o su hijo mayor.

No era indiferente, frío y a diferencia de ella, le interesaba la vida de los desconocidos, sentía empatía y muy probablemente se sentiría mal, viendo como las cosas sucedían, sabiendo que era capaz de ayudar.

“Te ayudaré a cambiar el mundo. A salvar a las personas y hacer todo lo que tu tonto corazón te pide que hagas.” Murmuró Agatha e ignorando la sonrisa tonta de su esposo, precisó. “Pero Antón. Lo haremos a mi manera.”

Se enamoró de un hombre que le gustaba ayudar y que sentía más emociones de lo que ella podría alguna vez sentir.

Y por más incompatible que fueran lo amaba y no deseaba que sufriera tan solo para que siguiera sus órdenes, quedándose en casa.

Así que prefirió ayudar, no obstante, deseaba hacerlo a su manera y eso significaba que, si era necesario tomar decisiones duras, las tomaría sin importar las consecuencias.

“Entiendo, cariño.” Respondió Antón y dando un largo, suspiro le sonrió de forma encantadora y murmuró. “Gracias.”

Su agradecimiento era honesto y supo, entender que si ayudaba debía hacerse en las condiciones que ella deseaba.

Agatha suspiró, enamorada de la sonrisa de su tonto y cariñoso esposo.


mode_commentComentario de Evil_Warlord

Lo he dicho antes. Pero los últimos meses del año son agitados para mí. Así que me disculpo si me retraso en publicar o no publico nada.

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Historia La Caída Capitulo 6
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Historia Paralela La Caída Capitulo 6: Aprendiendo a vivir.

Historia Paralela La Caída Capitulo 6: Aprendiendo a vivir.

Abriendo un vino de alta calidad, Agatha se sirvió una copa y se acostó en el sofá mientras veía por el teléfono la habitación de su esposo, en donde estaba su hija.

Levantó el vino en invitación a la única ‘persona’, que estaba en este lugar.

“No quiero, soy demasiado joven para beber.” Respondió la niña, leyendo lo que, para Agatha, era un ‘manga’.

La respuesta fue una broma, que ocultaba el hecho de que un vino ni siquiera la embriagaría.

Agatha bebió un tragó y apagando su teléfono, se giró al ver a la niña leyendo de forma cómoda.

“¿Por qué no va por la ruta harem? Que desperdicio. Maldito autor, arruina la historia.” Murmuró la niña y frunciendo el ceño, dudó para sí misma. “¿Debería ir a buscarlo? Quiero mi final harem con múltiples esposas e hijos.”

¿Amenazaría al autor? Agatha a pesar de que tal idea sonaba descabellada, sintió que era algo que esa niña podría hacer.

Parecía disfrutar leer esas historias, al menos tal sentimiento daba.

“Agatha, si te quedas mirándome de esa forma, sintiéndote enojada y furiosa, resulta un poco tedioso.” Dijo Jezabel, dejando su historieta de lado y observándola, pidió. “Di lo que deseas decir.”

¿Su expresión mostraba algo? Esta no era la primera botella de vino y probablemente tampoco sería la última.

Aunque en este punto, no era como si fuera afectada demasiado por un vino cuando alcanzó el rango A, luego de la discusión con su esposo.

Fue tan natural que no se dio cuenta, pero tuvo una razón y eso era su enojo oculto.

“¿Nos ves como tus suegros o como insectos insignificantes que están bajos tus pies? Tal vez somos pequeños insectos en tu colonia que debes cuidar por obligación.” Murmuró Agatha y mirando a la pequeña, declaró. “Fuiste a avisarme cuando pudiste hacer algo. Eso me hace preguntarme si nos tratas con la importancia que supuestamente nos das.”

Jezabel la interrumpió y le fue a avisar a ella, algo innecesario cuando esa entidad, era capaz de hacer lo inimaginable.

No solo se trataba del ‘Fuego’, sino que la manera que podía alterar la realidad con conceptos tan complejos como el ‘Caos’, que podía presentarse de tantas maneras.

Como, por ejemplo, un ligero rasguño en la barrera dimensional, que provocara que la energía mágica se filtrara y su esposo terminara luchando, en un frenesí ‘caótico’.

Podía ser tan aterradora, que podría haber preparado todo como un espectáculo para su disfrute y fue tales ideas, lo que llevaron a que Agatha observara con seriedad.

“Me pregunto… ¿Mi hijo de verdad te ama o lo obligaste a que lo hiciera? ¿No sería fácil para ti obligarlo a que te amé?” Preguntó Agatha con una sonrisa despectiva.

A pesar de que la respuesta fue una mirada indiferente, el calor que se elevó de forma sutil, dejo ver que sus dudas estaban tocando algunos nervios en la niña.

Aun así, Jezabel permaneció inmóvil sin mostrar nada, ni siquiera trató de actuar como esa ‘niña’, que jugaba y bromeaba.

Sus ojos rojos por segundos daban la impresión de que se convirtieron en llamas de un infierno ardiente, cuyo fuego era capaz de destruir la existencia misma.

“Por lo general, mataría a las personas que dudan de mi amor por él. Aunque es innecesario.” Dijo Jezabel desviando la mirada y con una sonrisa, añadió. “Me enamoré de Karzhal. Si bien puede sonar cliché, él le dio color a mi mundo y no niego que soy posesiva e insegura, pero atesoro lo que es mío.”

Probablemente, no se refería a la inseguridad o posesividad con otras mujeres, sino que a la emoción y al amor mismo.

“He existido más de lo que ni siquiera imaginas, presenciado innumerables eventos y a pesar de mi infinita existencia, siento que estoy viva desde que lo conocí.” Contó Jezabel y dando una sonrisa fría, cuestionó. “Existiré por toda la eternidad o hasta que termine destruyendo la existencia. ¿Crees que no me aseguraré de que su amor sea para siempre?”

La Primordial de la Destrucción, el Fuego y el Caos, conocida como la inmortal en un sentido literal de la palabra.

Su existencia duraría hasta la infinidad y esa misma entidad terminó enamorándose de un mortal, que podría ser tan cambiante y tan impredecible como inesperado.

¿Cómo mortales cuya vida era finita, no eran las emociones volubles y pasajeras? Al menos a los ojos, de alguien cuya existencia era infinita, tales sentimientos lo eran.

Ante tal disyuntiva, lo único que quedaba era de hacer de tal emoción, algo infinito al igual que la existencia de la persona a la que amaba.

“Con tal posesividad, locura y deseos retorcidos… Él me aceptó tal como era.” Murmuró Jezabel con una sonrisa cálida y suave, entonces observándola a ella, comentó. “Soy un Primordial, alguien a los que tú consideras Dioses, adoran y tú eres una mortal, una humana. Insignificante e intrascendente para mí, como lo ha sido toda tu raza y este insípido universo al que consideras hogar.”

Su voz no llevaba ira o desprecio, era un hecho del mismo modo que Agatha señalaba que las hormigas eran insectos que no causaban ningún sentido a su vida.

“Aun así, estoy aquí. Tratando de encontrarle sentido al concepto tan cariñoso que Karzhal tiene de ‘familia’, en el cual tú, Antón y Aurora están incluidos.” Reveló Jezabel y riéndose suavemente, se señaló. “Soy una niña, que está aprendiendo a vivir.”

En un cuerpo de una niña, tratando de aprender que era el concepto de ‘familia’ y a la vez aprendiendo a ‘vivir’, no solo a ‘existir’.

“O al menos lo estoy intentando.” Añadió riéndose de forma divertida.

Era innegable la diferencia de ambas y era mejor decir, que entre ellas no eran iguales.

Amar a su hijo, no significaba que se extendiera cualquier sentimiento a ellos de forma directa, sin embargo, utilizaba a su hijo como medio para sentir emociones y por tal razón los ayudó antes.

Aun así, ambos eran diferentes, a un nivel tan profundo que era inimaginable y de igual manera, Jezabel intentaba acercarse a su modo.

Si no fuera de esa forma, la primera vez que se presentó, lo hubiera hecho tal como había mencionado, con Aurora en sus brazos y tal evento, podría haber ocasionado que la odiara y Agatha sabía, que la odiaría si lo hubiera hecho.

Sin embargo, no lo hizo.

Ahora en su caso, ¿se podría decir que intentaba acercarse a su nuera o al menos tratarla de esa manera?

Agatha lo seguía viendo como una existencia, cuyo pasado la precedía y seguía enfatizando la diferencia de ambas y, por ende, la distancia que jamás sería acortada.

Sin acercarse.

“Así que la grieta fue algo que sucedió sin tu intervención.” Murmuró Agatha confirmándolo por sí misma.

“Por favor, si lo hubiera hecho yo, trataría de que sea más divertido. Ya sabes, cámaras por todas partes, una zona abierta y un peligro que haga parecer a tu esposo, como una estrella de salvación.” Respondió Jezabel de forma honesta y observando que ella sonreía, explicó. “Desde que he llegado no he salido de aquí. Ni siquiera cuando las vocecitas piden por mí.”

¿Se refería a aquellos que se atrevieron a rezar su nombre y sus títulos? Este mundo estaba en medio de un cambio, en el cual alguien que representaba el ‘Caos’ podría soltarse en su totalidad.

Aun así, ella se contuvo.

“¿Así que me dices que he sido paranoica, al pensar que tú estabas detrás de todo?” Dudó Agatha y riéndose con suavidad al ver que Jezabel desviaba la mirada sin responder, se detuvo unos segundos y murmuró. “Lo siento. Resulta difícil confiar en una existencia que se divirtió jugando con vidas humanas.”

No era como si le importara que jugara con las vidas de terceros, pero cuando pensaba en su familia… Era otro asunto.

Al final, no importa en qué situación se encontrará, Agatha no pudo controlar la creencia de que alguien estaba detrás de todo o que todo tuviera un significado.

Ya fuera que salvara a su esposo, que le avisara o que no hubiera hecho nada, de cualquier manera, hubiera pensado mal de ella, sin ver que tal vez, avisarle y no intervenir era su forma de ‘limitarse’.

“Es difícil cambiar la forma de pensar de los viejos.” Murmuró Agatha causando que su nuera se riera divertida.

“Agatha, eres todavía una niña que apenas ha alcanzado su medio siglo.” Respondió Jezabel y guiñándole el ojo, señaló. “Tienes una vida larga por delante. Una muy larga.”

¿Se refería a sus habilidades que le había dado? Era probable que les fuera dado no solo para protegerla, sino que para extender sus vidas y de esa forma, que su hijo no perdiera sus padres de forma prematura.

O lo que una existencia inmortal consideraba ‘prematuro’.

Agatha dio una sonrisa y mirando la copa de su vino, lo bebió por completo.

“Le prometí a mi esposo que lo ayudaría a cambiar el curso del mundo y requeriré ayuda de alguien que sepa sobre ‘cambios’.” Comentó Agatha y mirando a la pequeña, añadió. “Y eres libre de hacer lo que desees. No soy nadie para restringirte, ni limitarte, solo espero que el mundo no sea destruido… O si lo es, solo lo repares de vuelta.”

“Claro, mi segundo título tiene que ver con el ‘cambio’ y tengo muy buenas ideas para cambiar el mundo.” Respondió Jezabel de forma honesta y con una sonrisa, señaló. “En cuanto a destruir el mundo. Piensas muy mal de mí. Aunque, todo tiene que ser destruido para que lo nuevo surja.”

Pensaba muy mal al creer que haría algo como destruir el mundo, aunque no negó que causaría bastantes problemas.

Sus últimas palabras solo eran una excusa, aunque estaba acertadas.

Al final, Agatha lo dejo estar.

Porque al invitarla era su manera de conocerla y de ese modo acercarse, tratando de dejar la historia de esa mujer de lado e intentando conocerla directamente.

¿En cuanto a lo que sucediera? Agatha ya había aceptado ayudar a su esposo y era probable que, para lograrlo, necesitara mucha ayuda, siendo su nuera una de ellas.

Con respecto a dejar que hiciera lo que deseara… Era su nuera, no su hija o alguien que debía limitar de alguna forma y si eso significaba que podría causar problemas, entonces estaría bien mientras no se metiera con su hija.

******

Un fuerte deseo de proteger a su hija, que la llevaría a enfrentarse a cualquier peligro… Incluso un Primordial.

Para Jezabel tal sentimiento no era raro, sino que, todo lo contrario.

Durante demasiado tiempo vio esa clase de amor maternal, no solo en los humanos, sino que en otras razas e incluso en razas que cortaban sus lazos con sus hijos como un modo de crianza.

“Debería dejar de leer sus recuerdos.” Murmuró Jezabel mientras aparecía en el mar flotando en lo alto.

Para ella era normal leer los pensamientos de cualquiera, porque era más fácil descubrir lo que sentían y creían, sin tener que pasar tiempo conociendo a nadie, que no le interesaba.

Hizo lo mismo con su amado, solo que la razón fue para verificar que era amada, pero si buscaba acercarse a su suegra, debía evitar algunos actos.

“Ni su esposo ni su hija.” Dijo en voz baja y sonriendo al observar a la distancia, declaró. “Tengo todo el mundo a mi disposición.”

Mientras no tocara a esas dos personas, podría hacer lo que deseara y si bien tuvo cierto interés en soltarse por completo, no fue lo suficiente como hubiera supuesto.

Sin la persona que amaba a su lado, no era lo mismo y era probable que eventualmente se aburriera de este mundo.

Sin embargo, hasta entonces era libre de moverse y ahora escuchando los pequeños murmullos en sus oídos, dio una sonrisa.

Un sinnúmero de pequeñas voces que susurraban en su oído, rezando por ayuda, por un trato, queriendo convertirse en leyendas y volverse individuos poderosos.

En donde se encontraban, que sucedía a sus alrededores, que era lo que pensaban y lo que creían, ella era capaz de comprender todo de forma natural y en un instante.

Tantos idiotas creían que ella era igual que los demás ‘Dioses’, que cuando solo se decía su título se conectaban, pero en realidad era muy diferente.

Cualquiera que dijera su verdadero nombre o pensara en ella de forma directa, la podría invocar, si es que ella respondía y ahora respondió a una de esas voces.

Sus alrededores cambiaron y llegó de forma invisible a una sala de pintura, en donde estaba una joven.

Cabello rubio, ojos azules, su palidez y delgadez dejaba ver una apariencia algo demacrada, pero el pincel en sus manos se movió dibujando un cuadro.

En sus veinte y tantos, su mirada estaba perdida en el cuadro, similar a los diferentes cuadros que la rodeaban.

Un hombre rodeado de personas importantes, al frente de un trono posando en alto y en cada cuadro, estaba una niña... Jezabel era capaz de observar desde cada porción de la voluntad que se manifestaba automáticamente en cada dibujo real de su persona.

Alexa Crawford la conocía, ya que su amado vino a curarla antes de que la energía mágica se filtrara y ahora su enfermedad estaba cediendo lentamente, pero los pensamientos de esa joven, solo apuntaba a un lado.

Fanatismo en su máxima expresión y Jezabel sonrió, al preguntarse qué sucedería si alguien de tal fanatismo se encontraba con su amado.

******

En una habitación iluminada tenuemente, una mujer siguió pintando sin detener sus movimientos.

Su pintura fue perfecta, sus trazos espléndidos y a pesar de que estaba pintando a un Primordial, no hubo respuesta.

“Hija, que tal si descansas.” La puerta se abrió de repente y Alexa Crawford vio a su madre entrar.

Cabello rubio y ojos azules, era esbelta bastante alta, con una belleza destacable y a sus pies estaba una pequeña, que la miraba oculta a espalda de su madre.

“No comeré hoy, tengo una pintura que terminar.” Respondió Alexa con calma, antes de volver a su pintura.

Hace mucho tiempo hubiera sentido algo al ver a su madre darle una mirada tan preocupada, pero en este punto, no sintió nada.

Su enfermedad la puso en cama con un dolor, que ni siquiera los mejores doctores podían describir, sin embargo, no importaba la situación sus padres la mantuvieron a flote, lejos de la muerte.

Para Alexa, quien era la persona que sufrió tanto, no podía considerar tales acciones como algo agradable y solo podía describirlo como una maldita tortura que duró años.

Sin embargo, en este punto tampoco había odio y no cuando su insistencia y la tortura, lo llevaron a encontrarlo.

“No ha aparecido durante meses. Estoy segura de que se oculta en algún lugar, madre. Y si padre no quiere ayudarme, lo encontraré por mí misma.” Añadió Alexa y mirando a su madre y a su pequeña hermana Amber, comentó. “Pueden ir a cenar por su cuenta.”

Junto a esas palabras, siguió pintando sin mirar como la puerta se cerraba.

Pasó años y años en una maldita cama, adolorida, sufriendo por una enfermedad que desconocía, preguntando a la nada misma, porque le sucedió eso a ella y ahora no deseaba descansar.

Necesitaba encontrar a esa persona y pedirle un autógrafo… ¿En cuanto a que más hacer? No tenía ni la menor idea, pero tampoco era como si hubiera algún plan rebuscado.

Las pistas que había estado siguiendo no llevaron a ningún lado y solo conocía algunos círculos mágicos destruidos, que podrían guiarlo a su respuesta, aun así, todavía no tenía la forma exacta de encontrar su ubicación.

Y fue por eso, que tuvo una excelente idea, de pintar a la existencia que estaba a su lado… La persona con la cual su ídolo estaba saliendo.

¿En cuanto a si esa entidad era una Primordial que podría divertirse a su costa? No importaba, mientras pudiera verlo.

“¿Debería hacer un ritual? Con Melador y los demás podríamos raptar y sacrificar algunas personas.” Dudó Alexa en voz alta y sonriendo ante la idea, murmuró. “No, no. Tienen que ser ‘lolis’. De esa forma, ella podrá interesarle. Creo.”

Su club de fans, podría ayudarla a conseguir lo que deseaba y utilizarlos no estaría tan mal.

De cualquier forma, las criaturas estaban causando bastante destrucción y era probable que raptar a un par de personas inocentes, para realizar un sacrificio pasara desapercibido si se movía bien.

Siguiendo con su pintura, dibujando un esbozo del vestido que llevaría la niña a la cual estarían dirigidos los sacrificios, Alexa dio una sonrisa, a al ver que el vestido se movía.

“Me haces quedar mal. A mí no me interesan las lolis, es a él.” Dijo la pequeña niña dibujada y tomando color en el cuadro, comentó. “Pensé que lo sabrías, ¿no te llamas fanática a ti misma?”

La niña la miró con la cabeza en alto como si estuviera cuestionando su ‘cordura’ y Alexa tuvo miles de pensamientos y entre ellos, lo primero que se le vino a la mente fue…

“¿Das autógrafos?” Preguntó Alexa sin miedo y con lo que cualquiera podía definir como emoción.

La pequeña se quedó quieta un segundo y luego se rio divertida, como si hubiera encontrado algo con lo cual entretenerse.


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