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Historia La Caída Capitulo 15
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Historia Paralela La Caída Capitulo 15: Lucius Aufidius.

Historia Paralela La Caída Capitulo 15: Lucius Aufidius.

En una sala de juicio en Francia, Agatha subió al estrado observando a los presentes.

Se estaba llevando a cabo un juicio en contra de la Empresa Cosmos, que estaba surgiendo y que estaba acaparando todos los mercados, con una compra extensa de múltiples empresas que iban a la bancarrota.

El último mercado al cual se adentraron fue al mercado farmacéutico, en el cual diseñaron e introdujeron medicinas, que fueron llamadas milagrosas.

En este mundo moderno se podía aplicar magia para curar enfermedades que antes eran incurables, sin embargo, la Empresa Cosmos lo llevaron a otro extremo.

Medicamentos que curaban con una sola dosis, las enfermedades más pequeñas estaban siendo borradas y tratadas con una eficacia que era abrumadora.

Mientras algunos gigantes farmacéuticos introducían ‘curas’ prolongadas y cuyos gastos eran astronómicos por la duración, la Empresa Cosmos fue simple, eficaz y algunos dirían estúpido.

Ellos crearon curas de un solo paso sin percances ni efectos secundarios, llevando a que el valioso mercado farmacéutico entrara en una crisis sin precedente.

Se presumía que múltiples empresas farmacéuticas y sus laboratorios entrarían en bancarrota durante los próximos meses por las pérdidas y ellos fueron quienes empujaron este juicio.

Llevando a que otras mega-empresas industriales desde lo tecnológico, médico, informático y decenas de otros campos, empezaran a unirse en contra esta nueva empresa.

Tenían un objetivo y era conocer la mente maestra detrás de toda esta investigación futurista.

Involucrándola a ella como parte de la Iglesia del Tiempo y el Espacio, ya que recibían donaciones de esa empresa.

“Por favor dígame que es lo que piensa sobre…”

Las preguntas del abogado empezaron a llegar y Agatha respondió todo metódicamente, con una expresión de aburrimiento.

La Empresa Cosmos estaba creciendo bajo el liderazgo de los gemelos Trenus y aunque destacaba la habilidad para crecer, había un grave problema a la hora de introducir nuevas tecnologías.

No estaban siendo para nada amistosos con otras empresas, lo que significó que dejaron en bancarrotas a muchos.

La razón por la cual no estaba obteniendo tan mala reputación era porque la tecnología que brindaba al público y a los gobiernos estaba siendo de mucha utilidad en estos tiempos turbulentos.

Y mayor que todo, era que compraban todo aquello que pisoteaban y arruinaban, en muchos casos re-contratando a los antiguos empleados.

“El dueño de la Empresa Cosmos pasó de ser un desconocido don nadie a ser uno de los hombres más rico del mundo en el transcurso de dos años.” Dijo el abogado y observándola, preguntó. “¿Cuál cree que es la causa? Responda honestamente.”

Estaba tratando de dirigir la conversación al dueño, que hasta ahora ni siquiera había aparecido a los ojos del público.

Había teorías de que él era un títere que ocultaba al verdadero dueño detrás de la empresa y otros hablaban de tratos demoniacos o diabólicos que lo llevaron a obtener todo lo que deseaba.

La causa que llevó a ese hombre a estas alturas era…

“Falta de interés, emoción y empatía. Y por sobre todo una mente brillante.” Dijo Agatha y con calma, añadió. “Él no es la mente brillante.”

Falta de interés, porque si estuviera interesado en la compañía podrían llevar a que se introdujera lentamente la tecnología o se cooperara con otras empresas, ralentizando el desarrollo y los beneficios.

Era lo mismo con la falta de emociones y empatía… De los millones que dejó sin trabajo era poco probable que pudiera contratar a todos y más cuando el mundo estaba en una crisis tan grande como la actual.

Estados Unidos estaba en un tipo de guerra civil y en Europa estaban políticos levantándose con alguna clase de ideología de superioridad a favor de los usuarios de habilidades, queriendo que no sucediera lo mismo que al país norteamericano.

Las naciones estaban tambaleándose y con decir que habían sucedido varios golpes de estado en el continente africano y asiático, era suficiente para dejar en claro lo caótico que se estaba convirtiendo este mundo.

Sin embargo…

“Es lo que necesitamos hoy en la actualidad.” Dijo Agatha y al recibir miradas sorprendidas, añadió. “El mundo necesitaba avanzar y adaptarse a la nueva realidad que se nos ha presentado.”

Sin decir más bajó del estrado molesta por estar en este lugar.

¿De qué servían las emociones y la empatía cuando literalmente el mundo se estaba viniendo abajo?

Y lo gracioso era que no estaba cayendo por culpa del ‘Caos’ y las energías que se filtraban del vacío, sino que intereses de humanos, que buscaban generar conflictos.

Una guerra de usuarios de habilidades en Estados Unidos o aquí, en donde los intereses de grandes compañías estaban en juego.

La falta de emoción y empatía llevó a que la Empresa Cosmos creciera hasta este punto, aunque la base era el genio que tenían.

Dirigiéndose a la parte posterior, Agatha en vez de retirarse, se quedó cuando Elerius Trenus le hizo una señal.

El juicio siguió y ella se ocultó con magia de ilusión, dándose cuenta de nadie la observaba.

“Mi joven maestro se disculpa por haberla involucrado. No esperaba que todo llegara a este punto cuando él deseó ayudar.” Dijo Elerius inclinándose con sutilidad.

¿Él deseó de ayudar? ¿Trataba de ayudar al distribuir esas medicinas milagrosas?

En cierto sentido, se podía decir que así lo era, ya que las enfermedades del pasado necesitaban quedarse atrás, para hacer frente a los nuevos fenómenos.

Agatha no estaba muy involucrada en el círculo médico, pero como alguien que estudiaba magia de curación, conocía que varias enfermedades mágicas estaban apareciendo.

Lo tecnológico era una fortaleza humana que necesitaba estar a la altura y si no fuera por la Empresa Cosmos, se hubiera quedado atrasado.

¿Había perdidas y sufrimiento en el proceso de avance? Por supuesto, como en toda revolución y aunque fuera cruel, era necesario.

Aun así…

“Si lo que desea es ayudar, no lo está haciendo muy bien. Cada paso que da crea más problemas.” Respondió Agatha con solemnidad.

Había múltiples maneras de ayudar y no verse envuelto en este tipo de situaciones.

“Estamos haciendo lo mejor para evitar las consecuencias.” Respondió Elerius en una calma digna de un hombre de negocios.

La Empresa Cosmos no necesitaba comprar otras empresas en bancarrota y re-contratar a sus trabajadores, pero lo hizo y al hacerlo, mejoraron su imagen.

Otra razón era los investigadores de algunos laboratorios que eran muy capaces y que ellos buscaban enseñarle los conocimientos de la empresa, para de esa forma llevar a cabo nuevos proyectos.

La empresa estaba revolucionando varios campos de conocimiento al mismo tiempo y era complicado, mantenerse al día con todos ellos.

—Oh, mira parece incómodo. Has sido dura, Agatha. —Regañó una voz infantil de repente.

La expresión de Agatha tembló por unos segundos.

“Trataremos de hacer lo mejor. Lamentablemente, este no es el único asunto legal que se nos ha interpuesto en nuestro camino. Varias naciones en el continente asiático y americano se han puesto en nuestra contra.” Dijo Elerius con cierta seriedad y suspiró.

Algunos avances necesitaban pasar por diferentes organismos que comprobaban aspectos como la calidad o en el caso de los medicamentos, necesitaba una aprobación de expertos de ese organismo.

Organismo que estaba bajo los intereses generalmente de terceros o siguiendo ideologías políticas, lo que retrasaba o impedía que los proyectos avanzaran.

“¿Por qué no construyen una ciudad para deshacerse de esos impedimentos?”

Una voz resonó cerca de ellos y Elerius sin cambiar de expresión, dio una mirada pensante y…

“Trasmitiré esa idea al joven maestro.” Dijo Elerius inclinándose antes de disculparse para retirarse.

Agatha que quedó sola dio un suspiro.

“¿Qué? Si te decía que lo mencionaras, no lo harías.” Murmuró Jezabel en su oído y entonces riéndose, añadió. “No importa, no es como si dijera algo.”

Conociendo a esa pequeña, Agatha suponía que era probable que hiciera parecer como si esa idea nunca hubiera venido de una voz que apareció de la nada.

La idea, aunque sonaba descabellada resultaba bastante útil y más cuando la Empresa Cosmos estaba tan restringida y como si fuera poco, la iglesia necesitaba estar en un lugar en donde no pudieran restringirlos.

Una ciudad controlada por una empresa podría ser útil para deshacerse de algunos asuntos legales problemáticos tanto para esa empresa, como para la iglesia.

“No te olvides de que es interesante jugar a la construcción de ciudades.” Murmuró Jezabel y con una voz emocionada, exclamó. “¡Construyamos la nuestra! Tiene que ser grande y magnifica. Levantaremos una porción de tierra y haremos que flote. ¡Será del tamaño de Francia!”

Sonaba como una idea que se le ocurrió de repente y el problema era que la voz llevaba un entusiasmo único, lo suficiente como para creer que lo haría.

“Te aburrirás a los días y lo dejarás volando en medio de la nada sin hacer nada.” Respondió Agatha e ignorando los lamentos de la pequeña, observó el estrado en donde estaba por subir la siguiente persona.

El objetivo de este juicio no era solo detener la expansión agresiva y salvaje de la Empresa Cosmos, sino que descubrir a la persona que estaba detrás de todo.

Mientras que el dueño parecía un tipo con suerte, que dio el financiamiento necesario para que todo fuera llevado a cabo y que contrató las personas correctas, el investigador era otro asunto.

Y lo que buscaban era conocerlo y mayor que todo, ver si era posible ‘robarlo’

Ese mismo científico entró llevando una túnica de investigador y observando lo que parecía una pantalla holográfica que era proyectada desde un reloj en su muñequera.

Los murmullos aparecieron al darse cuenta de la tecnología que ni siquiera había aparecido y ese hombre que rondaba sus veinte y tantos, caminó al estrado frunciendo el ceño.

Tenía ojeras y estaba perdido en su propio mundo, lo suficiente como para ser llamativo, pero luego de enviar unos datos, levantó la cabeza para observar a los presentes.

Una mirada indiferente, que lentamente se llenó de desprecio y…

“Patéticos y estúpidos ignorantes. Molestándome en mitad de mi próxima investigación. Lo único que causan sus insignificantes vidas es molestia.” Dijo el hombre con una expresión de desagrado y observó los abogados y luego al juez y anunció. “Si, les hablo a todos ustedes. Quienes se interponen en el avance del mundo.”

Fue directo provocando que nadie supiera cómo reaccionar y por las expresiones molestas de algunos, estuvo claro que no se lo tomaron bien.

Aunque era normal que no se tomaran bien que los despreciaran en sus caras.

“Estamos en medio de un juicio. Cada palabra quedará en el registro con su nombre en él.” Dijo el juez en un tono amenazante y…

“Excelente. Enfatiza ‘patéticos y estúpidos’, si quieres agrega ‘simios’ a la mezcla. Y cita que lo puso Lucius Aufidius, Sabio del Dios de la Tecnología y ante ustedes, soy un Dios delante de trogloditas.” Dijo Lucius dando una sonrisa llena de desprecio y superioridad.

El abogado que estaba llevando a cabo las preguntas, se quedó aturdido y tras unos segundos se recuperó.

“¿Usted acaba de mencionar que es un Sabio del Dios de la Tecnología?” Preguntó el abogado y conteniendo su molestia ante el asentimiento indiferente, cuestionó. “¿Si el conocimiento se lo entrega un Dios, no cree que es su deber compartirlo con el mundo?”

Un Sabio de algún dios.

Recibían conocimiento de ese dios y la idea general era que fue dado para ayudar a la humanidad.

La respuesta fue…

“¿Lo dices de verdad?” Preguntó Lucius y cuando el abogado, asintió se rio a carcajadas.

No fue una risa ligera, sino que a carcajadas golpeando el estrado mientras se recostaba en la silla y luego se limpió los ojos y siguió riéndose, como si hubiera escuchado lo más divertido de su vida.

Esta escena le hizo acordar a las ‘Santas’ de algunas iglesias en Terra nova, que literalmente eran usadas para ayudar siguiendo la imagen de su dios.

Por lo general, esas personas quedaban obligadas ayudar cuando algunos mencionaban su título y al dios, deseando no empañar la imagen de su iglesia.

Y la idea era más fuerte en las iglesias que mantenían una imagen solemne y estricta sobre su dios.

“Es un deber moral. La humanidad se encuentra en peligro sin precedente, monopolizar el conocimiento debe ser castigado y repudiado.” Dijo el abogado con una voz llena de molestia y con la misma seriedad, anunció. “La ayuda de un Benevolente Dios no debe pertenecer a una sola empresa ni individuo.”

Los beneficios no debían recibirlo solo ellos, sino que debían compartirlo… Para Agatha tal era la idea que buscaba expresar con su rebuscada respuesta y resultaba divertido incluso para ella.

“¿Conoces al Dios de la Tecnología? ¿Sabes su carácter como para llamarlo benevolente? ¿O al menos has hablado con él como para saber lo que desea?” Preguntó Lucius con una expresión seria y sin esperar, que respondiera, añadió. “Déjame lo llamaré por ti.”

¿Quién era el Dios de la Tecnología? Si no lo mencionaba Lucius era probable que nadie lo conociera y menos, cuando literalmente había demasiados dioses en los incontables universos presentes en la existencia.

Y aquí un abogado al azar, lo estaba utilizando como un medio para conseguir lo que deseaba.

El asunto era que los Dioses existían y a diferencia de antes del Gran Cataclismo podían comunicarse con ellos y algunos no eran tan misteriosos o le gustaba guardar imágenes.

Agatha supo que este dios era de este tipo y lo supo, cuando una presión mayor cayó al lugar y…

“Si vuelves a hablar a quién debe pertenecer el conocimiento que comparto, te arrancaré órgano por órgano para averiguar si los terrícolas son tan ignorantes como tú.” 

Una voz cayó sobre lugar, desmayando a la mitad de los presentes, poniendo de rodillas a la otra mitad y presionando a todos mientras la misma sala cambiaba.

La pared de piedra se convirtió en una pared metálica con cables futurista, el estrado en donde estaba Lucius y ahora estaba el Dios de la Tecnología, se convirtieron en datos y ese ‘Sabio’, sonreía de manera despectiva y divertida.

Mientras sus ojos brillaban con un esplendor que demostraba un poderío aterrador, que se apagó por completo, sin dejar la sonrisa de lado.

“Palabras tan entusiastas como siempre, ¿no lo creen?” Dudó Lucius y riéndose divertido al escuchar el llanto de los presentes, añadió. “Ahora si me disculpan, debo terminar mi investigación. El cáncer no se cura solo y este mundo no se va a desarrollar sin mi presencia.”

Junto a esas palabras se fue, dejando a los hermanos Trenus sin saber cómo reaccionar ante su excéntrico Sabio… Uno que acababa de demostrar una conexión mayor de lo que cualquier podría imaginar y hasta el punto de que la posesión era posible.

Los únicos que quedaron en este lugar indemne fue el juez, que estaba con los ojos abiertos y aquellos asistentes que vinieron de la Empresa Cosmos.

Agatha que también fue una de esas personas que no sintió la verdadera presión, contuvo su expresión temblorosa.

—Me gusta como los terrícolas creen que los Dioses tratan de ayudar a los humanos. Sin darse cuenta, de que a los únicos que desean agradar es a Aión y en menor medida a mí. —Dijo Jezabel en su mente y riéndose divertida, comentó. —Es como llevarle juguetes a la mascota de un conocido, queriendo caerle bien al dueño.

En esa analogía la humanidad era la mascota de los Primordiales y el mayor de ellos, cuya atención estuvo en la tierra desde Terra nova, era Aión.

Nada sorprendente para Agatha.

Al menos que los dioses quisieran algo de los terrícolas no actuarían tan abiertamente como lo acababa de hacer el Dios de la Tecnología.

—Son como mascotas bebes. A veces si le das un juguete peligroso pueden terminar matándose entre ellos.

Agatha que abandonó la sala, escuchó la voz entretenida de Jezabel en su mente junto a miles de imágenes del evento que estaba poniendo en vilo al mundo entero.

Batallas en medio de las calles, escuadrones militares enfrentándose entre ellos, usuarios de habilidades asaltando diferentes lugares, lunáticos, supremacistas de todo tipo y hasta ciudadanos, que se armaron para detener a los lunáticos… Todo estaba sucediendo en una nación, que estaba en llamas.

En medio de ese lugar Agatha observó a su esposo, deteniendo ataques a edificios de inocentes, ayudando en la retirada y a veces furioso por los crímenes, destruyendo todo a su paso.

Era una máquina, un Gigante de Acero que soportó los cañonazos de tanques y misiles de algunos helicópteros.

Desde el asalto a la Casa Blanca por parte de un grupo de elite, que fue repelido, la situación se mostró por completo y se evidenció la división de esa nación.

Algunos militares renegaban órdenes, no deseaban intervenir e incluso se opusieron directamente y aprovechándose de tal evento, lunáticos, jugadores, y sectarios actuaron convirtiendo la complicada situación en un pandemonio.

Robos de banco, asaltos, asesinatos y decenas de otros crímenes sucedían y las autoridades estaban colmadas de casos y aterrorizadas para hacerles frente.

Sin embargo, la sociedad no estaba de manos atadas y muchos héroes se levantaron para hacerle frente a los villanos de turno.

Usaban máscaras como ella o su esposo, ocultando sus apariencias, sin deseos de sufrir las posibles represalias y ellos eran una de las razones por la cual, esa nación no se quebraba a pedazos.

Y la otra era…

—Antes de que ellos obtengan ayuda. Necesitan estar en una situación difícil y precaria. No podré conseguir bombas nucleares si los ayudo prematuramente.

La voz infantil que probablemente conocía lo que sucedía en ese país y quienes estaban llevando a cabo todo este plan, sonó en sus oídos.

Era una observadora, una espectadora que disfrutaba de la situación y esperaba el mejor momento para obtener beneficios.

Aunque ese momento llevara a que cientos de miles murieran y lo que más lograba desconcertar eran sus razones.

Razones que no tenían sentido.

—Por favor, Agatha. ¿Cómo que no tienen sentido? ¿No me digas que no quieres ver cómo se siente recibir una bomba nuclear? ¿No tienes curiosidad por averiguar si un mago es más fuerte que un arma tecnológica? —Cuestionó Jezabel y al no obtener la respuesta que buscaba, murmuró. — Karzhal le hubiera encantado acompañarme.

La pérdida de su amado, la estaba aburriendo y ese aburrimiento para alguien como ese diablo era peligroso.

Lo suficiente como para querer obtener bombas nucleares… Agatha la ignoró.

No era capaz de comprender el proceso de pensamiento de esa ‘pequeña’ y era probable que nunca lo entendiera y solamente confió en que actuaría al momento correcto.

Esta llamada ‘guerra civil’ era un enfrentamiento de múltiples causas y algunas más conocidas que otras, sin embargo, si los jugadores que estaban en el medio causaban la caída del gobierno estadounidense, iba a ser un desastre.

Como la primera ficha de un dominó bien preparado, otros comenzarían a caer en cadena, uno tras de otro, probablemente llevando a un mundo anárquico.

—Si es que no post-apocalíptico. Sería interesante de ver. —Dijo Jezabel y cuando Agatha asintió ante esa posibilidad, añadió. —No te preocupes. Quiero ver a Aurora ir a una escuela decente, llevando un lindo uniforme y haciendo amigos inseparables.

Si cada uno de sus comentarios anteriores sonaba como diversión momentánea de alguien que probablemente no estaba bien de la cabeza, para Agatha estas fueron las únicas palabras que sonaron sinceras.

—Eres cruel, pero justa.

Escuchando ese comentario final, Agatha se rio y justo cuando estaba por moverse con magia espacial, recibió una llamada en su teléfono.

“¿Necesitas algo, Frederick?” Preguntó Agatha con una voz seria.

Su tono sonaba serio y directo, atendiendo como aquella a cargo de la iglesia, al menos de las mayores decisiones.

Y Agatha estaba a cargo, ya que ella fue enviada por el mismo ‘Dios’ a diferencia del Sumo Pontífice, que se comunicaba con esa existencia.

“Esto no tiene que ver con la iglesia.” Dijo Frederick y luego de unos segundos, murmuró. “¿Puedes hacerme un favor? Mi familia… Ellos… ¿Podrías ayudarlos? ¿Sacarlos del país y resguardarlos? Por favor.”

Un pedido que ante los oídos de Agatha sonaba desesperado.

¿Tan mal estaba la situación? Agatha no preguntó, no quería saber.

Ella podía pedirle a su nuera que detuviera todo, que cambiara el mundo o que lo pusiera bajo su control y el diablo cumpliría para divertirse.

Solo Agatha podría comprender el poder ilimitado que estaba a su disposición y ella no lo deseaba.

No iba a convertirse en la guardiana de este mundo y no iba a resguardar todas las naciones o protegerlas bajo su dominio.

La Iglesia tampoco debía convertirse en esa clase de organización y menos cuando, aquellos que lo apoyaban, podrían abandonarlos de repente.

Por eso ayudar de manera directa estaba fuera de su jurisdicción, no obstante…

“Me encargaré. Me aseguraré que tu familia esté sano y a salvo.” Respondió Agatha en calma.

Recordaba a esa niña y esa mujer que perdió a su hija y ayudarlas fue lo único que ella pudo hacer… Que quería hacer.

“Gracias.” Respondió Frederick antes de cortar la llamada.

******

En una silenciosa oficina Frederick Crawford dejó su teléfono y se quedó en silencio en ese lugar por unos minutos.

Entonces la oficina se abrió de repente y un hombre entró revelando el ruido que venía desde afuera.

“Los refuerzos no van a venir, Frederick. Estamos rodeados.” Dijo Vladímir o como él lo conocía Víctor y ese hombre, añadió. “Quien está al mando de la base militar más cercana nos ha abandonado.”

El Pentágono la Sede del Departamento de Defensa de los Estados Unidos estaba siendo atacado y estaba rodeada sin refuerzos.

Como quienes movían los hilos no pudieron atrapar al Presidente o eliminarlo, fueron a por este lugar, buscando eliminar la última resistencia que mantenía en pie esta nación.

Este lugar era el centro en donde se seguía movilizando las fuerzas leales y ahora estaba rodeado.

“Mayormente, son jugadores y…”

“Está bien.” Respondió Frederick y tirándole un dispositivo de almacenamiento portátil, explicó. “Son los registros y los historiales de las nuevas identidades que querías.”

Víctor y Karzhal trabajaron para él, pero nunca de amistad y siempre por un pago.

Fue él quien eliminó todo rastro de Karzhal, su verdadero nombre, sus relaciones y prácticamente todo mientras que ese mismo hombre, también se encargó de eliminar los demás rastros físicos o mentales.

Ocultando sus verdaderos padres en el proceso.

Víctor vino a trabajar porque necesitaba nuevas identidades y Frederick cumplió sus palabras, pero ahora ya era tarde.

El Pentágono caería… Frederick no necesitaba mirar por las cámaras para darse cuenta de que eso sucedería.

Era una necesidad, un hecho en la historia y un sacrificio.

¿Qué harías para conseguir aquello que más deseas?

“Puedes retirarte cuando tengas la oportunidad.” Dijo Frederick y ajustándose su corbata al salir de la oficina, vio a sus soldados de elite y anunció. “¡Esta nación sobrevivirá y en el futuro, recordarán nuestro nombre como leales soldados!”

Los soldados saludaron de forma militar, rebosante de energía y tenacidad, aunque sabían que lo que estaba por venir no iba a ser fácil.

Y Frederick apretó sus puños, esperando que Agatha cumpliera con sus palabras.

Mientras su familia y su nación estuviera a salvo, él podría morir sin arrepentimiento.


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Historia La Caída Capitulo 16
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Historia Paralela La Caída Capitulo 16: Siguiendo su propia voluntad.

Historia Paralela La Caída Capitulo 16: Siguiendo su propia voluntad.

En un edificio cerca de un famoso hospital, se escuchaba una alarma.

“¡Resguárdense en sus casas! ¡Todos vuelvan a sus hogares! ¡En este momento!”

Esa voz estaba extendiéndose por las calles de Nueva York, proviniendo de un helicóptero que estaba volando por el cielo dando aviso con cierta alarma.

La respuesta fue un cohete que voló desde la terraza de otro edificio y el helicóptero tuvo que esquivar, pero el misil golpeó la cola del helicóptero, llevando a que empezara a arder y a perder estabilidad.

“¡Precaución! ¡Precaución! ¡Ataque enemigo!”

La voz se extendió y el helicóptero, se dirigió un edificio residencial causando risas en aquel que había disparado el cohete.

“…”

A diferencia de lo que cualquiera esperaba cuando el helicóptero se acercaba al edificio, no hubo explosiones, sino que una esfera de agua tragó el helicóptero, impidiendo que aquellos del interior salieran heridos o el helicóptero explotara.

Y luego desaparecieron con magia espacial.

“Al parecer hay alguien poderoso protegiendo a la familia de Crawford!” Dijo el hombre que disparó el cohete y con una expresión seria, ordenó. “¡Muévanse ahora!”

Desde otros edificios cercanos varios hombres se lanzaron flotando volando en dirección al edificio, adentrándose por las ventanas y por el suelo.

Sus fuerzas incluían varios rangos A, y aunque cada vez esos usuarios de habilidades aumentaban aún más en número, este grupo era especial.

Compuesto por la elite de la elite, ellos fueron contratados para secuestrar la familia de Crawford, en busca de que ese hombre se rindiera.

La debilidad del ‘Escudo de Hierro’ de Estados Unidos, era su familia.

Observando con un binocular mientras las batallas estallaban en el interior, ese hombre no se dio cuenta de que detrás de él, estaba una figura.

“Son nuestros objetivos. ¡Quemémoslo!"

“No, no, debemos degollarlo.”

Dos voces con diferentes emociones y con el mismo tono salieron de la figura, llevando a que el hombre se diera vuelta tratando de sacar su arma.

Fue demasiado tarde, ya que la figura movió su dedo señalándolo mientras lanzaba un hechizo de magia mental.

“Es mejor ser amables. Necesita conocer la Voluntad de nuestro magnífico Señor.” Dijo la figura mientras el viento revelaba su rostro.

Un hombre delgado y demacrado, con un cabello blanquecino canoso y una mirada perdida, que en este momento estaba llena de fanatismo.

La magia mental invasiva como un cuchillo se adentró en la mente del hombre que lideraba el grupo de ataque, extrayendo la información y haciendo aparecer nombres de existencias que causarían terror.

El Diablo Primordial y mayor que todo, el gran y poderoso ídolo de adoración… ¡Karzhal!

Melador se rio divertido y esta vez fue su turno de mirar al edificio, observando como aquellos que estaban en el interior eran emboscados por su gente.

“¡Alabado Sea!”

*BOOM*

Un mago lunático se inmoló a sí mismo y lo más increíble fue que el fuego, no lo quemó, sino que encendió su locura y explotó parte del edificio, causando que varios de los atacantes murieran.

Desde la calle otros lunáticos salieron riéndose atrapando a los atacantes y aunque algunos ni siquiera eran rangos A, el número era un asunto aterrador.

Melador observó el edificio viendo la batalla que ocurría en los diversos pisos mientras sus ojos cambiaban.

“¡Deberíamos torturarlos a todos! ¿Cómo se atreven a atacar a nuestra fundadora? Merecen ser degollados. Déjame degollarlos a todos.”

“No. Debemos aumentar nuestros números. ¡Ella volverá con nosotros junto a él! ¡Y una vez que nuestro Señor vuelva el mundo será suyo!”

La voz vino del mismo hombre, pareciendo que estaba hablando solo y la rareza de la expresión cuando hablaba, dio la impresión de que eran diferentes personas.

“No, nosotros solo tenemos un deber y ese es asegurar la familia de la Fundadora.” Dijo Melador y observando que los atacantes se estaban por retirar, ordenó. “¡Háganlo!”

Su gente se retiró de repente a rápida velocidad y entonces…

*Boom*

*Boom*

*BOOOM*

Las explosiones sucedieron de manera sucesiva en la base del edificio, llevando a que causara un derrumbe con los atacantes en el interior y un par de su gente, que no quisieron huir.

Una nube de polvo y tierra se extendió por el aire, cubriendo los alrededores ante la caída sistemática de todo el edificio.

Mañana se encontrarían varios cuerpos y entre ellos la familia de la Fundadora.

Mientras que la verdad era que la iglesia que había venido antes se encargaría de resguardarlos ocultando sus identidades.

Viendo como los atacantes se retiraban, Melador dio una sonrisa al haber ayudado a la familia de la Fundadora.

En donde fuera que estuviera Alexa Crawford, probablemente estaría un poco contenta de que su familia no muriera.

Si es que no los había olvidado cuando se encontrara con su Señor.

******

En una sala, un gorila la salió de una habitación y volvió a su forma humana, utilizando un artefacto de limpieza para quitarse el sudor de su cuerpo desnudo. 

Cabello totalmente verde y ojos del mismo color, esa mujer caminó desnuda sin ocultar su figura y cierta sonrisa feliz en su rostro.

“Deberías descansar y no estar cambiando de forma tantas veces.”

Desde la misma habitación un gorila de pelaje blanco salió del lugar mientras hablaba utilizando un artefacto.

Una bestia mágica… Específicamente una de las primeras bestias mágicas que ‘despertaron’ en este mundo.

En el mundo múltiples bestias despertaban obteniendo inteligencia y aunque eran acontecimientos sorprendentes, no lo era para los jugadores que viajaron a otro mundo.

Algunos hablaban del peligro de las bestias que buscarían tomar un lugar propio en este mundo y otros lo utilizaban como algún tipo de fenómeno de zoológicos o no le importaban y seguían cazándolas.

Los humanos eran muy diferentes entre ellos y algunos podían ser tan crueles, como peculiares y este era uno del último caso.

“No te preocupes. Mi hechizo ayuda a mantener mi cuerpo. Aunque crece rápido.” Dijo Corina, conocida como la Rebelde.

Aquella que llevó a que los jugadores enloquecieran y trayendo desastres a esta nación.

En este momento, se tocaba la panza sonriendo con cierto cariño al observar al gorila.

“Aun así… No deberías esforzarte.” Dijo el gorila acercándose y poniendo la mano en la cabeza de esa mujer, mientras él caminaba en dos patas.

“Hay que hacer lo necesario. Últimamente, las bestias mágicas están despertando con mayor número. Utilizar a los jugadores para que las libere es excelente.” Respondió la mujer y dando una sonrisa desenfrenada, añadió. “Y es emocionante.”

Los Estados Unidos de América estaban en una situación precaria en donde los jugadores pululaban por todas partes causando estragos.

Robos, asaltos, asesinatos, violaciones, destrucción y miles de fechorías más eran llevadas a cabo en esta nación.

Los héroes que estaban apareciendo y otros que estaban viniendo de otras naciones para apoyar, estaban actuando, defendiendo y protegiendo a los inocentes.

Sin embargo, esos inocentes eran humanos y nadie le daba importancia a las bestias mágicas que despertaban y que seguían siendo tratadas como animales.

Corina creía que como un druida era su deber proteger a las bestias mágicas, cooperar y relacionarse con ellas.

“Necesitan alguien que ayude. Como yo te ayude a ti y cooperar con esos tipos, es un medio para lograr nuestros objetivos.” Dijo Corina en calma.

Ella era el rostro de la rebeldía y del levantamiento de los usuarios de habilidades y jugadores, pero detrás de ella se encontraban un grupo de ambiciosos que deseaban tomar el poder de Estados Unidos para ellos mismos.

Familias ricas y prestigiosas, que tenían un extenso historial de actuar en las sombras y que por mucho tiempo dirigieron la política en la oscuridad y la única diferencia, era que ahora querían todo para ellos mismos.

Y para lograrlo necesitaban causar cierta destrucción que debilitara a esta nación.

Después de todo, ellos ya tenían individuos leales bajo su mando, extendidos por múltiples ramas del gobierno y que algunos militares no se movieran era la prueba de su capacidad.

“¡Entonces déjame luchar a mí!” Pidió el gorila solemnemente.

La mujer sonrió y lo abrazó totalmente desnuda, llevando a que el gorila sonriera revelando sus dientes puntiagudos.

“Señora. Nos ha llegado un uniforme. La Familia de Crawford ha muerto, el edificio explotó y se derrumbó.”

Antes de que ambos se acercaran más, una voz provino desde el exterior y Corina puso una expresión seria ante esa falla.

La mejor manera para detener a Frederick Crawford que opusiera su última resistencia era con su familia y ahora no la tenía.

“Prepara a la gente. Tendremos utilizar la fuerza.” Dijo Corina sin ocultar la frialdad.

Según esas familias que la estaban apoyando, ellos con sus espías consiguieron la información que debajo del pentágono se encontraba un arma secreta.

La última arma que podría cambiar el mundo y detener esta guerra civil y Frederick deseaba activarla.

Al menos tal era la información que obtuvieron los espías y aunque desconocían la certeza de esa información, Corina necesitaba atacar.

No pudieron obtener medios para negociar y ahora era necesario utilizar la fuerza.

******

Víctor se ocultó en la esquina de un pasillo, observando como los soldados disparaban sus rifles de asalto en el pasillo.

Los atacantes se movieron con todo y ahora ellos estaban retrocediendo pasillo tras pasillo, en dirección del ascensor a la base secreta bajo tierra.

“Nece…”

Un soldado estaba por liderar, cuando una bala atravesó su cabeza, esparciendo los pedazos por los alrededores.

Entonces Víctor vio como una granada llegaba al medio del pasillo y…

“Mier…”

*BOOOM*

A diferencia de otras granadas, está en particular estaba encantada con magia, llevando a que la explosión fuera intensa.

Lo suficiente como para que Víctor saliera volando, rompiendo la pared y cayendo en una oficina.

El Pentágono estaba cayendo bajo el ataque de las fuerzas enemigo y estaban perdiendo, lo suficiente como para decir que la derrota era inminente.

Y él estaba aquí.

“¡Necesitamos refuerzos en el lado oeste!”

“¡Por nuestra patria!”

“¡Mueran hijos de puta!”

La primera voz pedía refuerzos por el sistema de comunicación, el segundo daba su último mensaje antes de que se escuchara una explosión a la lejanía y el tercero era un hombre alto de piel oscura, que pasó por el pasillo con una metralleta.

Acribillando a todos sus enemigos con balas encantadas con magia y cubierto de barreras de magos.

Víctor que estaba aturdido, se arrancó los pedazos de metal que se clavaron en su pecho y miró sus brazos heridos.

Ya había obtenido lo que deseaba… Ese pensamiento lo hizo levantarse y medio aturdido por la explosión se dirigió a la parte secreta, en donde había preparado su escapatoria.

Pasando por los edificios, vio heridos en el suelo, algunos cadáveres, llantos, gritos de dolor y lealtad sin precedente, en aquellos que quedaban.

Los pocos magos estaban cansados, los luchadores y espadachines estaban pálido con graves heridas en sus cuerpos y los soldados comunes apenas resistían recurrir a los últimos recursos para protegerse.

“Hahahaha…”

Las risas de los jugadores llegaban desde lejos en el pasillo y Víctor creía que ellos estaban muy felices, por estar atacando un lugar tan emblemático como este.

Tal vez entre ellos algunos estaban haciendo lo que creía correcto para su nación, pero la mayoría de los que estaban en este lugar eran jugadores, que ya habían perdido la cabeza.

Al alejarse y adentrarse en un baño, Víctor se detuvo antes de utilizar un artefacto de movimiento espacial, que rompería cualquier sellado simple.

“¿Qué estoy haciendo?” Murmuró Víctor ligeramente perdido por el aturdimiento.

¿Qué estaba haciendo en este sitio? Ni siquiera era su nación.

Tampoco tenía conocidos que trabajaban en este lugar y excepto por Frederick, no había nadie más que le interesaba.

Como si fuera poco, Frederick ya le había dado lo que él buscaba y ahora tenía algunas identidades falsas que podía usar para ocultarse por completo.

Necesitaba una identidad distinta a la de Vladímir para quitarse de encima aquellos que sabía que era alguien conocido del Enemigo de la Humanidad.

“Soy débil…” Murmuró en voz baja.

Era débil y por tal razón necesitaba ocultarse de los posibles enemigos o ambiciosos que su amigo tenía y que irían a por ‘Vladímir’.

También era lo suficiente débil como para no utilizar su verdadera identidad y ni hablar para comenzar futuros planes.

No tenía nadie conocido en estas tierras y, aun así, Víctor no activó el artefacto para retirarse y peor que todo, estaba aquí dudando y cuestionándose.

¿Fue la tortura que sufrió con la mafia lo que lo convirtió en alguien temeroso? ¿Fue el miedo a morir que tenía? Su voluntad flanqueaba y él respiró hondo.

“Si Ersin algún día lo descubre me va a querer castigar.” Murmuró Víctor en una sonrisa y riéndose a carcajadas sintiendo como su cuerpo reaccionaba al combate, añadió. “Ella me conoció de esta manera.”

Su amada que no estaba presente en este mundo, no le gustaría que tomara riesgos y más cuando ella no estaba presente.

Era una mujer amorosa y se conocieron con él siendo imprudente.

La única diferencia era que en Terra nova como jugador era inmortal y era capaz de revivir incluso si recibía el aliento de un dragón.

Aquí si se descuidaba podía morir.

“Viviré mucho tiempo.” Murmuró Víctor saliendo del baño guardando el artefacto en su anillo espacial y tensando su cuerpo mientras escuchaba el ruido de batalla, anunció. “Viviré sin miedo.”

Dando un paso hacia adelante, luego otro y otro, él avanzó mientras una sonrisa aparecía en su rostro.

¿Cómo en este mundo las personas se volvían fuerte? Si fuera Terra nova, tendrían que subir de nivel asesinando seres vivos.

Sin embargo, la tierra era diferente y Víctor, aunque desconocía muchos asuntos, al correr con toda velocidad, sonrió como nunca.

Viviría como siempre había vivido… Siguiendo su propia voluntad.


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