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TG - Capítulo 658
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Si eso es lo que buscan.

Capítulo 658: Si eso es lo que buscan.

Aurora escuchó los gritos y ordenes que venían del campamento médico de la iglesia. Los hospitales fueron abarrotados por las víctimas del ataque terrorista y aquellos que no podían ser atendidos fueron enviados a la iglesia.

También era la iglesia quien tenía mejores capacidades de curación gracias al poder del tiempo de las sacerdotisas, pero la situación era más grave.

“¡Traigan más artefactos de purificación!” Ordenó la Sumo Sacerdotisa Xaali al ver que sus poderes de tiempo no funcionaban correctamente.

Las bombas usaban algún tipo de elemento explosivo de corrupción y tal corrupción hizo que el tiempo chocara de tal manera que fue difícil retroceder el tiempo para curar a las personas afectadas.

Sesenta y cinco terroristas aparecieron por toda la ciudad y si bien los explosivos tenían diferentes potencias, cada uno de ellos liberaba un fuego negro que derretía el concreto y quemaba la carne dejando corrupción.

Llevando a que los seis estallidos que sucedieran de los sesenta y cinco fueran extremadamente peligrosas. Como si fuera poco, algunos explosivos en algunos sitios tuvieron una potencia mayor.

El ataque al Banco Nacional de Zerzura que produjo las mayores víctimas, fue uno de los sitios más afectados, ya que casi todo el edificio fue derrumbado y la gente de afuera fue afectada.

Aurora apretó el agarre de su espada envainada en su cintura y al dejar de mirar, salió de esta zona y se dirigió a la sala principal de la iglesia.

No se iba a culpar por no haber llegado. Ella había estado en la Iglesia del Tiempo y el Espacio en la Ciudad Atlántida e incluso si se apuraba, no hubiera llegado a tiempo.

Todo fue rápido, incluyendo las reacciones de las autoridades y de Atenea.

Al llegar a la sala principal, ella caminó a la puerta y vio los escalones hacia abajo y luego la ciudad en silencio.

En el cielo la barrera brillaba a la vista y por arriba de los edificios volaban cientos y miles de drones, al igual que miembros del ejército y los gremios más confiables.

La ciudad estaba en un toque de queda y todos estaban en sus casas. Gracias a la barrera que se activó al instante que las explosiones sucedieron, nadie podía dejar la ciudad por ningún método.

Así de grave era la situación y era normal cuando este ataque causó cerca de quinientos fallecidos y miles de heridos.

Aurora apretó el mango de su espada y sintió su sangre hirviendo en ira y rencor, pero ella la controló y cerró los ojos por unos segundos.

No necesitó pensar cuál iba a ser su respuesta. No cuando apenas podía contener la sed de sangre que amenazaba por salir.

Sus emociones alimentaban su cuerpo gracias a su concepto de luchadora, pero las emociones eran tan fuertes que su concepto no podía aceptarlas a todas y probablemente su espada tampoco.

Aurora apretó el agarre de su espada y escuchó las grietas a pesar de que estaba envainada. Esta era una espada secundaria y de entrenamiento que ella usaba y que su maestro le daba, pero no iba a soportar su aura.

No tenía una espada que soportara lo que estaba sintiendo en este momento.

Ella abrió los ojos al ver que desde la esquina la oscuridad brotaba y Alice aparecía.

“¿Algo?” Preguntó Aurora mirando fijamente a su hermana.

“Traje a Melgar, pero él estaba seguro de que nada paso por su vista. Lo traje para hablar con los demás.” Dijo Alice y con seriedad, añadió. “Y Atenea me pidió que fuera a por algunos escondites que ella descubrió de los terroristas, pero solamente encontré explosivos y no hay nada más.”

Melgar, también conocido como Jasar el Pálido, era el dueño del bajo mundo de la ciudad de Zerzura y ese demonio de las sombras era excelente para conocer los secretos del bajo mundo.

Él limitaba los negocios de ese tipo, pero también se deshacía de cualquier elemento peligroso y mayor que todo, era excelente para descubrir secretos.

Y que él no tuviera idea de qué individuos como estos se movieron era sorprendente.

“Vamos a hablar con los demás.” Ordenó Aurora y caminó al interior de la iglesia, moviéndose por los pasillos.

Lo principal en este momento no era pensar por su cuenta. Necesitaba estar en continua comunicación con el ejército, la iglesia y las autoridades de los gremios y la ciudad.

Al llegar a uno de los pasillos, un secretario la guio a una sala apartada dentro de la iglesia.

“Enviaré el mensaje de su llegada.”

Ellas eran las únicas que estaba aquí y Aurora no tuvo que pensar demasiado para darse cuenta de que cada alto mando estaba ocupado.

Ellos se comunicaban por medio de Atenea, así que cada uno tenía sus tareas, pero era esta reunión de emergencia la que ayudaría a definir todo.

Al llegar a la sala, Alice dejó salir a Melgar y ese demonio de la sombra mostró su verdadera forma y le dio un asentimiento mientras se ponía a usar el reloj holográfico.

Probablemente, seguía comandando a su gente para buscar más información.

Ella no tuvo nada que hacer. Liam estaba ayudando a Atenea y prácticamente la seguridad estaba a cargo de los gremios o el ejército.

A pesar de que ella no sabía cómo los terroristas entraron a la ciudad o se mantuvieron ocultos, los diferentes miembros de la seguridad tuvieron un tiempo de reacción récord.

La prueba era los cincuenta y nueve detenidos y cuyas explosiones fueron evitadas o detenidas antes de causar un mayor daño.

El tiempo de reacción fue en parte de ellos y en parte Atenea, el núcleo de la seguridad y quien estaba a cargo de prácticamente todo.

Aurora se puso a leer los informes que Atenea generaba por su cuenta y vio de reojo que Alice hizo lo mismo.

Menos de un minuto tuvo tiempo para leer y el primero en aparecer fue el General McLean, seguido de Zhan Tian del Gremio Orisha Oko, Abdellah del gremio de mercenarios, James de la Empresa Apicius y al final vino Fiona Brousseau de la iglesia.

“Turay no puede asistir. Tuve que sedarlo para que se quedara en la cama, pero se encuentra bien. Tuvo una quemadura en el hombro, pero por la adrenalina no la sintió y quiso seguir trabajando. Tuvo la suerte de que un individuo de alto rango estuviera presente y lo salvara de lo peor, pero fue mejor dejarlo descansar.” Dijo la Cardenal Brousseau y reuniéndose en la mesa, habló. “Hemos logrado estabilizar a todos los heridos. La corrupción es un problema, pero doctores y magos de curación de la iglesia han venido. Incluyendo a la Cardenal Najjar.”

Aurora frunció el ceño, ya que sabía que Turay estuvo cerca de uno de esos ataques y conocía al hombre lo suficiente bien como para entender que él seguiría trabajando sin importar lo grave que se encontrara.

“El ejército está en alerta máxima. Nuestras tropas están preparadas para moverse a cada ciudad o pueblo de África en caso de que esto sea un ataque mayor. El Rey de Mombasa y el Rey de Madagascar también nos apoyan. Los refuerzos enviados por el Rey de Arabia, la Ciudad Atlántida, Grecia y el Imperio Falion están protegiendo nuestros pueblos.” Dijo el General McLean y con seriedad, añadió. “Un segundo equipo vendrá de la Academia Cernunnos y la Unión Europea. Cuando lleguen serán enviados con la gente del Bosque Mágico para que vigilen las tierras baldías en nuestro territorio.”

Si lo primero era el bienestar de los civiles heridos, lo segundo era la seguridad y si bien ellos tenían un ejército lo suficiente grande para cubrir su territorio, no lo era para cubrir el continente donde tenían influencia.

Las fuerzas aliadas eran de ayuda y aunque Aurora estaba sorprendida de que algunos enviaran tropas, a la vez estaba agradecida. Era probable que otras naciones enviaran apoyo, pero que no fueran nombradas mostraba que ellos confiaban en algunos de ellos, nada más.

En este tipo de situación se agradecía el apoyo de las fuerzas externas, pero no se podía depender completamente de ellos cuando algunas tareas únicamente las podía realizar Zerzura.

“Hemos asegurado a los mercenarios y Nicholas los tiene vigilado evitando que salgan a las calles.” Dijo Abdellah controlando completamente su presencia.

Aurora sintió como el espacio se retorcía alrededor del hombre de forma natural, pero se concentró en la reunión.

“El Gremio Orisha Oko está ayudando a la policía de Zerzura y los gremios aliados mantienen un ojo en los aventureros.” Dijo Zhan Tian con seriedad.

“También hemos evitado que los héroes salgan sin cuidado.” Agregó James en calma.

Los mercenarios ayudaron en su momento, pero muy pocos de ellos eran verdaderamente confiables y era similar con los gremios de aventureros. Zerzura era próspera y los gremios que surgieron en estas tierras tenían valores, mientras que los gremios extranjeros daban más importancia a la codicia.

En cuanto a los héroes, la influencia de ellos en la ciudad era baja, por tal razón no estaban en esta reunión y era mejor evitar que los héroes urbanos salieran en este momento en donde la tensión era tan alta.

Aquellos héroes que se había ganado la confianza probablemente ya estaban trabajando en donde se los necesitaba.

La razón por la cual estaban vigilando mercenarios, aventureros y héroes era simple…

“¿Melgar no tienes nada de tu lado?” Preguntó Aurora mirando al demonio cuya expresión era seria.

“Nada. Atenea vigila relojes holográficos. Yo vigiló a las personas y mis métodos de vigilancia son seguros.” Respondió Melgar y en calma, añadió. “Y he realizado varios chequeos e incluso en este momento mi gente está siendo reunida y cuestionada. Si algo se me escapó, dudó que pueda escapar de la vigilancia.”

Si el ataque no fue provocado o apoyado por el bajo mundo, el lado de la oscuridad de la ciudad, entonces significaba que estaba relacionado con el otro lado.

La razón por la cual estaban tan seguros era que la ciudad tenía una de las seguridades más altas del mundo. No se trataba de personas poderosas, sino que los medios para entrar.

A pesar de que la barrera de la muralla no estaba activa, a su máxima potencia, todo el tiempo era lo suficiente como para evitar que gente volara ocultándose, entrara por bajo tierra o incluso se teletransportarse ilegalmente.

No era perfecto, ya que el ‘Viaje’ de Clémentine podía superar la seguridad, pero si lo que ella decía era cierto, entonces viajeros eran raros.

En cuanto a los portales cosmos, estos eran altamente seguros para los viajes y quizás las excepciones eran aquellas calamidades, pero por lo demás, las personas tenían que entrar por los portales o por las puertas de la muralla y las únicas excepciones eran aquellos habilitados para tener portales de viaje.

Ya fueran empresas, gremios o grupos importantes e influyentes de la ciudad.

Como no usaron el bajo mundo para ocultarse, significa que usaron otros medios más a la luz.

“Atenea danos tu informe.” Pidió Aurora en calma.

“Los escondites estaban a nombres de terceros. La seguridad en este momento los está rastreando para averiguar sus ubicaciones e interrogarlos. También estamos rastreando cuando aparecieron por primera vez los terroristas y quien los trajo. Con Liam estamos chequeando todas las cámaras de la ciudad y principalmente de las cámaras alrededor del escondite.” Respondió Atenea con su típica voz mecánica y proyectándose en el centro de la mesa, reveló. “Sin embargo, lo que tenemos claro es que ellos estuvieron ocultos y fueron equipados con bombas en los escondites. Probablemente, permanecieron ocultos para evitar ser notados como sospechosos.”

Toda la ciudad estaba equipada con cámaras y era de tal modo que había muy pocas áreas con puntos ciegos. La ciudad fue diseñada para mantener una vigilancia total y era Atenea quien estaba atento a las cámaras todo el día sin perder nada.

Ella era quien detectaba los crímenes con anterioridad a que sucediera y hasta tenía la posibilidad de determinar las posibilidades que sucediera un crimen e incluso un accidente. A Liam le encantaba enseñarle muchas cosas y Atenea era el núcleo de la ciudad por una razón.

Fue ella quien descubrió a los sospechosos con anterioridad y por tal razón las autoridades pudieron moverse con rapidez evitando gran parte de los ataques.

Si bien no fueron todos, no podían negar la importancia de Atenea.

“Tienes permiso para acceder a todos los sistemas de seguridad de la ciudad.” Dijo Aurora en calma.

A pesar de que estaba habilitando a que Atenea violara la seguridad de todos los ciudadanos, empresas o gremios, nadie dijo nada.

Se reunieron aquí en la iglesia y no en el edificio gubernamental oficial por una razón… Hoy se iba a hacer la vista gorda de muchas acciones que normalmente considerarían evitar.

“Ya lo he hecho.” Respondió Atenea luego de un momento de silencio.

Aurora dejó salir una media sonrisa al ver que las expresiones cambiaban ante la respuesta. Atenea estuvo al lado de Liam y era una creación de Lucius… Era probable que ella no tuviera ningún límite, excepto los valores inculcados por su compañero.

Sin embargo, estuvo bien para ella y Aurora, al mirar a los demás, dudó un segundo.

“Los terroristas son de la Secta de Ketzula, ¿no?” Preguntó Aurora y mirando a los presentes, pidió. “¿Ya han descubierto su objetivo?”

Ella vio como el General McLean le daba una mirada a la Cardenal Brousseau sin responder.

A pesar de que no había pasado mucho tiempo, las autoridades se movían rápido y que la Cardenal Najjar viniera no solamente fue para ayudar, sino que para ver el pasado de aquellos capturados.

Ella quería el resultado del interrogatorio, pero no fue el General McLean ni la Cardenal Brousseau quien habló.

“Los terroristas atacaron la ciudad en nombre de Ketzula. Algunos de ellos hasta mencionaron tu nombre.” Reveló Atenea y luego dio inicio a una proyección.

La proyección iniciaba en una prisión en donde una mujer estaba capturada gritando el nombre de Ketzula y alabando a su dios. A veces se quería morder la lengua para suicidarse, pero la curación de la habitación lo evitaba.

Después de unos segundos, la Cardenal Najjar entró a la prisión y ella al rezar a su dios vio el pasado de esa persona mostrándolo para las cámaras.

Lo vieron en el escondite y también lo vieron saliendo de un taxi, pero cuando el pasado iba más allá, solamente veían figuras sin formas y distorsiones caóticas y sin sentido.

“Aurora Campbell tuvo la culpa de la caída de la secta. Para vengarte necesitas destruir la ciudad…” La proyección se dividió en múltiples proyecciones de los diferentes terroristas capturados y todas tuvieron el mismo escenario. “La venganza debe ser su sufrimiento.”

Cada proyección no mostraba el pasado correctamente y era una mezcla de magia de corrupción que evitaba el pasado, pero también se debía probablemente algún tipo de magia mental por el cual se dieron las órdenes.

Básicamente, aquellos que dieron las órdenes se ocultaron perfectamente y solamente dejaron en claro el objetivo… Vengarse de ella.

“La venganza es una excusa que los verdaderos perpetradores les dieron a los terroristas.”

Atenea dijo lo evidente y Aurora soltó una risa, que se volvió una carcajada.

No era una risa de diversión, sino que ese fue lo primero que salió al darse cuenta de que su cuñada tenía razón. Aquellos que la querían muerta no pararía y como vieron que asesinarla no funcionó, buscaron otro modo de dañarla.

¿Querían romper su voluntad? ¿Quebrarla para que ella no hiciera nada y huyera? ¿Tantos muertos para ese objetivo?

Lo único que consiguieron fue que su ira fuera cada vez más alta y su voluntad aún más fuerte.

“Bien… Si eso es lo que buscan está bien.” Murmuró Aurora al detener su risa y levantando la cabeza, ignoró a los demás y ordenó. “Atenea sigue con la investigación. Quiero que descubras quien fue la persona que preparó esos escondites y quien dentro de la ciudad los ayudó.”

Aurora vio a la Cardenal Brousseau, James y a Zhan Tian pálidos y a pesar de que ella trataba de controlar su presencia en este punto, apenas podía.

Ella puso su mano en la espada que llevaba, pero escuchó las grietas cuando su espada no pudo soportar las emociones de su desbordante ira.

Sin embargo, no iba a parar. Esos bastardos fueron a por su ciudad y si ellos buscaban provocar una guerra, ella se los daría.

Los sectarios eran solamente peones y para ella fue fácil darse cuenta de quienes eran las mentes maestras.

“Me encargaré de la ciudad.” Dijo el General McLean al levantar su presencia para apoyar a la Cardenal y a los demás.

Aurora vio la seriedad en la mirada del general y ella asintió el apoyo e ignoró las expresiones de los demás. En este momento apenas contenía su ira y no iba a dejar que nadie la detuviera.

“¿Abdellah puedes enviarme a Turquía?” Preguntó Aurora mirando a ese hombre cuya presencia trataba de ocultar.

Ella no quería usar medios oficiales para ir allí e iba a ir lo más rápido posible… A pesar de que no sabía quién era la mente maestra, sabía bien que la Sociedad de Asesinos estaba involucrada y él se iba a encargar de todos esos bastardos.

Alice ya había descubierto la ubicación y era hora de darles una visita.


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TG - Capítulo 659
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Al igual que ellos.

Capítulo 659: Al igual que ellos.

Un pequeño pueblo al noroeste de los Restos de Turquía estaba en silencio.

En este pueblo que probablemente vivieron alrededor de cien familias estaba en la actualidad abandonado. Casas viejas, maltrechas y algunas derrumbadas.

La naturaleza de los alrededores de esta zona montañosa se había extendido, recuperado parte de estas tierras y en este sitio no quedaba nadie.

Aurora, que estaba mirando oculta desde el interior de una casa abandonada, nunca habría imaginado que aquí bajo tierra se encontraba una sucursal de la Sociedad de Asesinos.

“¿Detectas algo?” Preguntó Aurora de reojo dándose cuenta de que Alice estaba enviando mensaje y luego miró a Abdellah que la había traído.

Ese hombre las teletransportó desde Zerzura y lo trajo a estas tierras y la ayudó a llegar con rapidez.

Abdellah siempre tenía una expresión solemne y fría, dando la impresión de ser un mago distante y esta vez tal impresión era mayor. La atmosfera a su alrededor y el espacio retorciéndose por su aura contenida mostraba más de lo que él quería dejar ver.

¿Había ascendido?

Muy pocos magos podían mover espacialmente miles de kilómetros sin preparativos previos y Abdellah lo había logrado llevando a que Aurora se preguntara si él había dado ese paso.

A su mente vino el nombre de la Empresa Apicius y las comidas tan especiales que preparaba, pero ella se concentró en la tarea que tenía en manos.

“Sí. Hay una estructura bajo tierra. Altamente protegida con barreras.” Respondió Abdellah en calma.

Los sentidos espaciales del hombre estaban a un nivel en el que ella tendría dificultades de llegar y tal hecho mostraba que era fuerte.

“Bien. Esperemos que él esté allí dentro.” Murmuró Aurora y recordando el informe que le dio Alice, agregó. “Lo estará si todo es correcto.”

El alto mando del gremio que se ocultaba en esta sucursal era un reconocido asesino denominado ‘Lágrima Azul’. Un mago de agua de rango S, antiguo jugador prestigioso y alguien con bastante dinero.

Según las fuentes de Alice, ese individuo era uno de los miembros de mayor rango en la Sociedad de Asesinos y ese era el objetivo de ella.

“No podemos esperar más.” Dijo Aurora sacando una nueva espada de entrenamiento.

Se lo estaba diciendo a Alice que estaba usando el reloj holográfico para enviar mensajes a Hermes-Mercurio.

Aurora quería terminar con todo rápido y lo quería porque en este momento apenas podía contener la ira que amenazaba con abrumarla.

Contuvo su presencia para evitar ser detectada lo mejor que pudo, pero estaba demasiado enojada y quería capturar a ese individuo y ver si era uno de los que la quería eliminar o no.

“Lo sé. Estoy entrando a la Sociedad de Héroes en este momento.” Respondió Alice y mirándola, agregó. “Evitaré que escape mientras te encargas de los demás.”

Aurora asintió al darse cuenta de que su hermana era confiable y en vez de salir, miró a Abdellah.

“No necesitas luchar. Ayúdanos a evitar los del interior huyan y también ayúdame a extender mi voz.” Pidió Aurora en calma.

Su hermana iba a buscar en secreto al miembro importante de la sociedad, pero ella quería enviar un mensaje. Uno que advirtiera de lo que sucedería si alguien se metía con lo que ella protegía.

Abdellah asintió en silencio y sacando un bastón lo clavó en el suelo y Aurora sintió una onda extendiéndose a lo lejos y sellando el área. Fue de tal manera que ella al tratar de usar su reloj holográfico se dio cuenta de que no funcionaba y fue lo mismo con los cristales de comunicación.

Aurora escuchó ruidos y vio como una entrada subterránea se revelaba en el centro de la plaza de este pueblo y varios individuos salían para ver lo que sucedía.

Ella hizo una señal para que sus compañeros se quedaran ocultos y ella salió por la puerta caminando hacia la plaza y desenvainó su espada.

Las sucursales de la Sociedad de Asesinos era un área en donde varios asesinos se reunían y aceptaban pedidos e incluso donde los clientes realizaban sus pedidos, y esta sucursal en particular había sido activa, ya que salieron muchas personas.

Varios de ellos usaban capuchas, artefactos o sus habilidades para ocultarse y los otros revelaban sus rostros abiertamente.

Hombres y mujeres. Un par de ellos tenían su edad, pero la mayoría eran personas de mayor edad, incluyendo varios ancianos.

Aurora al ser detectada sintió las miradas y los asesinos más hábiles sacaron sus armas de inmediato, dándose cuenta de la sed de sangre que ella emanaba.

“Bajen sus armas, ríndanse y entreguen al asesino conocido como Lágrima Azul. Si lo hacen les perdonaré la vida.” Anunció en voz baja.

Ella dio su anuncio en calma, pero en el fondo la sed de sangre que emanaba estaba imbuida en su voz que gracias a Abdellah se extendió a todas partes, atravesando el suelo y posiblemente llegando a aquellos que se ocultaban.

Los asesinos y clientes se miraron y Aurora vio que algunos se alejaban queriendo tomar distancia para ver lo que sucedería sin querer luchar.

“Soy el dueño de esta sucursal y puedo asegurarte que aquí no hay nadie con ese título.” Dijo un anciano de una larga barba negra al reconocerla.

“¡Vamos viejo! ¿Por qué está asustado?” Cuestionó un hombre jugando con dos dagas.

“Deja de hablar mierda. Todos saben que ella puede luchar con rangos SS.” Dijo una mujer y tomando distancia mientras levantaba las manos, anunció. “Hay un asesino con ese título y está dentro. Yo no quiero problemas.”

“¡Perra!” El asesino que antes había hablado insultó, pero en vez de atacarla escupió al suelo cuando el viejo lo detuvo.

Aurora esperó. Analizó a cada oponente, las armas que usaban y como se dividían.

Veintinueve personas salieron y de esas, seis eran clientes que no tenían fuerzas y que estaban extremadamente asustados. Luego entre los restantes ocho de ellos tomaron distancia como la mujer de antes y por cómo estaban tensos fue obvio que no buscaban luchar.

Sin embargo, quedaron quince individuos, cada uno de ellos rangos S y ellos estaban tensos, mirando al líder y unos pocos mostraban confianza al verla sola o al no conocerla.

Hasta podían estar suponiendo que su capacidad era exagerada o que ella seguía afectada del intento de asesinato anterior.

Aurora levantó su espada hacia los que quedaban y el aura roja brotó, retorciéndose alrededor de la espada y a veces solidificándose, agrietando la hoja.

“Decidan.” Ordenó ella liberando su aura de rango S.

Un aura que estaba cerca del rango SS, potenciada aún más por el fuerte cuerpo de un luchador que fue alimentado por su concepto de luchadora que estaba al límite.

“¿No deberías estar preocupada por tu ciudad? Vi en las noticias que no está muy bien.”

Una mujer que llevaba una lanza habló soltando una risa despectiva y Aurora se movió.

El estallido de velocidad fue más rápido de lo que cualquiera de ellos había imaginado y cuando la mujer la notó abrió los ojos y trató de protegerse con la lanza y Aurora continuó.

Su espada con el aura roja rodeándola dividió la lanza a la mitad y su espada cortó por el hombro a la mujer, destruyendo barreras y cortando las hombreras, dividiendo el cuerpo.

“Mu…”

Al terminar ella se movió al que usaba las dagas y su espada le cortó la cabeza y luego se encontró con un mazo de otro individuo. El choque con el mazo rompió la hoja de la espada a la mitad, pero ella esquivó un sable y usando lo que quedaba de la espada atravesó el cuello del hombre con el mazo.

Entonces recibió el corte del sable con su brazo y a pesar de que el corte atravesó parte de su carne, el aura de una luchadora y su resistente cuerpo soportó lo demás.

“Ugh…”

Ella le dio un cabezazo al hombre que usaba el sable y ese individuo al retroceder soltó el sable y Aurora, tomando el sable, se giró a un lado desviando una lanza y realizó un corte con su aura incolora.

Toda su ira, rencor y sed de sangre fue tragada por su aura incolora y ese corte partió a cinco individuos que estaban en la parte trasera, incluyendo a un escudero cuyo estómago fue dividido a la mitad.

El corte continuó avanzando partiendo los edificios hasta más de doscientos metros, en donde golpeó la barrera de Abdellah.

Aurora tiró el sable destruido y en vez de sacar una espada sacó dos, una en cada mano y con la mano izquierda utilizó su aura celeste para detener el fuego del anciano que había hablado con ella y con la mano derecha la reforzó con el aura verde.

La espada fue rodeada en el aura verde hasta el punto de que se solidificó y a pesar de que las grietas se extendían por la espada, ella lo lanzó hacia el fuego.

“Ughh…”

Escuchó el gemido de dolor y cuando el fuego se apagó, el anciano atravesado en el estómago quedó a la vista.

Adelante se había puesto un luchador, pero incluso ese individuo fue atravesado, pero la diferencia fue clara. El primero fue atravesado por la espada de metal y el segundo fue atravesado por una espada de color verde que lentamente perdió la forma.

Aurora al darse cuenta de que los restantes no se atrevían a atacarla, respiró hondo y pudo oler el olor a la sangre de sus víctimas y al girarse sintió el miedo de cada uno de los restantes.

Ella exhaló y dejando caer su espada con la barrera abrió su mano y el aura roja alimentada por su deseo de matar rodeó su mano y se extendió solidificándose en el mango de una espada y luego se alargó en una hoja.

“Me rindo… No quiero morir.”

 “Por favor…”

“Diré lo que quieras…”

Antes de que su espada se materializara, ella escuchó las voces y vio a los cuatro individuos que quedaban, se arrodillaban en el suelo y con sus armas lejos de ellos.

El aura roja se dispersó y ella notó el miedo en los ojos de los clientes y también vio el alivio mezclado con miedo en aquellos que se retiraron con tiempo, pero en los cuatro que quedaban de los quince lo único que mostraban era terror.

“Por favor… Por favor ten piedad… No quiero morir.”

Ella escuchó el llanto de una de las mujeres asesinas y Aurora se rio ante la idea de que unos asesinos rogaran por sus vidas cuando posiblemente ellos asesinaban a aquellos que también pedían vivir.

Sin embargo, ella no podía juzgarlos, no cuando ella había venido a este sitio, no para capturar al alto miembro del gremio. Si ese fuera su objetivo principal hubiera dejado que Alice entrara y saliera en silencio y su hermana como una calamidad lo lograría sin que nadie se enterara.

Vino aquí porque ella quería desahogar su ira y por más que se pusiera límites o tuviera valores, ella al igual que a los que se había enfrentado eran similares… Ella, al igual que ellos, era una asesina.

“Hubieran aceptado mi oferta antes.” Murmuró Aurora y movió su mano como si estuviera oscilando una espada.

El aura roja brotó en un instante, materializó una espada y el corte rojo fue más intenso que nunca. Tan intenso que dividió a los cuatro individuos arrodillados, cortó la tierra y avanzó profundamente.

Un corte limpió de un centímetro de grosor.

La barrera tembló y se agrietó y ella se dio cuenta de que probablemente su corte había chocado con la barrera de Abdellah bajo tierra.

“…”

Aurora, ignorando el llanto de aquellos que ella suponía que eran clientes, se miró las manos y vio la sangre en sus dedos y luego los cadáveres de sus víctimas.

Las entrañas dispersas, la sangre, los cuerpos partidos a la mitad, la cabeza con ojos llenos de sorpresa y ella no dudó de sus acciones, no se lamentó por lo que hizo, sino que sacó una nueva espada.

“Abdellah entrégalos a la iglesia. Que ellos se encarguen de verificar los antecedentes y que les harán luego.” Pidió Aurora en voz baja y viendo que el espacio rodeaba los clientes y los ocho individuos que se retiraron, agregó. “También llevaba el cadáver del supuesto líder de esta sucursal. Que vean el pasado.”

La respuesta de Abdellah fue el movimiento espacial de los cadáveres y de todo el grupo y ella al quedar sola caminó hacia las escaleras y bajó hasta llegar a un pasillo.

Lo primero que vio fue a un hombre partido por la mitad y más allá varios cadáveres empalados por todo el pasillo. Los ojos de terror y miedo eran más intensos de aquellos que habían visto su ataque y Aurora, al fruncir de ceño, vio como las lanzas de oscuridad devoraban los cadáveres.

Devoraron los cuerpos, las entrañas caídas por el suelo y la sangre prácticamente limpiando el pasillo y ella avanzó por el pasillo que fue limpiado y al entrar a la posada vio que todo estaba desordenado.

Sillas rotas, botellas tiradas, el suelo con un cráter y parte del techo derrumbado, pero no había cadáveres ni sangre y lo único que quedaba era un hombre que temblaba de miedo en el centro.

Alice hizo una masacre y lo hizo para mostrar un punto.

“¿Supongo que eres aquel que llaman Lágrima Azul?” Preguntó Aurora y viendo a Alice reformar su cuerpo desde la oscuridad, le dio una sonrisa y se acercó a ese hombre que temblaba.

Sus pasos llevaron a que el hombre levantara la cabeza y ella vio el miedo en los ojos grises del hombre.

A diferencia del otro grupo de afuera, no lloraban por piedad, pero incluso con la experiencia de un asesino y de alguien que probablemente era importante en la sociedad y había visto toda clase de actos abominables, mostraba miedo.

Alice podía ser muy ‘persuasiva’ y Aurora se aprovechó de esa persuasión.

“¿Me conoces?” Preguntó Aurora tomando una silla para sentarse al frente del hombre y viendo el hombre que asentía, pidió. “Habla. Dependiendo de lo que digas, puedo entregarte a la iglesia o puedo entregarte a mi hermana. Se me da bien matar, pero no soy buena en hacer sufrir. Ella se le da bien las dos.”

Aurora sonrió. Una sonrisa amigable y amable como si estuviera contando una cualidad y su sonrisa provocó que el hombre tragara audiblemente.

Ella quería información y a pesar de que la tortura no era de su agrado, evitaría mirar a su hermana hacerlo.

Sin embargo, sus palabras y sus acciones eran una actuación para conseguir su objetivo.

“Yo sé... Mucho.” Dijo el hombre y levantando las manos al ver que ella la instaba, agregó. “Pero estoy bajo un contrato con un dios y…”

“Habla. No sucederá nada. Aquí hay primordiales mirando.” Dijo Aurora y viendo que el hombre parpadeaba sin entenderla, sonrió. “Confía en mí sé cuándo primordiales me observan.”

Ella sintió una leve carcajada en su oído y el calor alrededor aumentó. Su cuñada seguía en este mundo y aunque no le hablaba no significara que no la mirara.

Sin embargo, el hombre no supo que hablaba de su cuñada y tragó con dificultad suponiendo que a quien ella se refería era el otro primordial.

 “Escuche a un colega hablar de ti con otro individuo desconocido. Se reunieron aquí, buscaban sectarios de Ketzula para usar. No sé cuáles eran sus planes ni que es lo que buscaban. Mi colega siempre usa una túnica con capucha que oculta sus rasgos y quien vino usaba artefactos para ocultarse.” Dijo el hombre hablando con confianza al darse cuenta de que nada sucedía y mirándola, añadió. “Ellos no buscaban asesinarte. Dijeron que querían destruir todo lo que te importaba y evitar que volvieras a levantarte de nuevo.”

Querían romperla de tal forma que ella no tuviera la voluntad para enfrentarlos o para intervenir en esta carrera.

Por tal razón fueron a la ciudad y enviaron tantos terroristas. Lo suficiente como para que la ciudad fuera abrumada y lo hubiera sido si no hubiera estado Atenea vigilando toda la ciudad todo el tiempo.

Cuando ella quiso seguir preguntando, la sala tembló por unos momentos y Aurora miró al hombre.

“¡No soy yo y probablemente nadie de mi grupo!” Dijo el hombre de inmediato y viendo a ambas, murmuró. “Supongo que debe ser el Rey Demonio Pacífico. He pagado a varios demonios para que den falsas alarmas y traigan al Rey Demonio si algo sucede.”

Aurora asintió y le dio una señal a Alice para que su hermana lo tragara en la sombra y luego de terminar volvieron a subir al exterior.

“Salgan con las manos en alto. ¡Están detenidas!” Anunció un demonio delgado.

Cerca de quince demonios y entre todos esos individuos quien resaltaba era el Rey Demonio Pacífico que frunció el ceño al verlas.

Por la expresión de Alice y del Rey Demonio, Aurora supo que él no era parte de la cooperación que su hermana tenía con el líder del gremio Los Caídos, Mercurio.


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