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TG - Capítulo 670
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Protectora de Zerzura.

Capítulo 670: Protectora de Zerzura.

Una llamarada de fuego cubrió cientos de metros, quemando todo un bosque, pero a pesar de que la llamarada quemaba todo a su paso, en el centro se podía ver una esfera celeste. Aurora, que estaba en el interior de esa esfera, sudando por el calor, levantó su espada y extendió su aura celeste a decenas de metros y luego explotó el domo liberando el aura blanca que alejó el fuego. 

La espada que ella llevaba en la mano se agrietó de tal manera que casi se rompe, y ella chasqueó su lengua y la balanceó con sus dos manos. 

La espada se rompió, pero antes de que lo hiciera, liberó un corte incoloro que dividió una bola de fuego, y luego vio a Raiden esquivando el corte.

Raiden no era un mago débil. Tenía una alta fuente de energía mágica que le daba una gigantesca capacidad para lanzar hechizos continuos, y la experiencia del hombre llevaba a que ella tuviera problemas para acercarse.

 Sin embargo, Aurora no se abalanzó, y contempló sus alrededores. Vio la tierra quemada, los árboles a lo lejos ardiendo y, entre los árboles, animales muertos, y volvió a saltar en el aire. 

¿Qué tan lejos estaban? 

Esa pregunta tuvo en su mente y, como su sistema no estaba, la respuesta la tuvo que encontrar ella misma al mirar lo que lo rodeaba. 

Ya se habían alejado del laboratorio y del área poblada, y estaban cerca de un pequeño bosque. Y Aurora, al darse cuenta de que no veía ningún civil en los alrededores, volvió a levantar lo que quedaba de su espada.

“Ríndete”, ordenó Aurora en un tono autoritario. 

Raiden flotó en el aire y frunció el ceño al escuchar su voz, una voz que revelaba confianza y autoridad, y que daba la impresión de que él era menospreciado.

“¿Has estado huyendo durante tanto tiempo y ahora pides que me rinda?” Dudó Raiden, soltando un bufido y levantando la varita, declaró: “Vienes, atacas a mi gente y destruyes mi laboratorio, y ahora te crees con la autoridad de ordenarme que me rinda.”

La expresión del hombre era enojada, pero también estaba en guardia. Raiden no estaba asustado, pero estaba tenso al no saber en qué situación se encontraba.

¿Ella era la única que lo atacaba? ¿Dónde estaba su hermana? ¿Qué sucedía en la república? El hombre tenía esas preguntas, pero era incapaz de responderlas, y se sabía que cuando estaba ella, también estaba su hermana.

Que nadie viniera a ayudar durante esta batalla llevaba a que Raiden tuviera decenas de preguntas en su mente, y Aurora podía leerlo con facilidad.

“Es mejor que tú te rindas. Tus acciones imprudentes han causado demasiado daño, y si te rindes, únicamente exigiré la compensación del daño a tu persona”, dijo Raiden con un tono lleno de superioridad.

Él no era estúpido, pero fue atraído a la batalla tan repentinamente que desconocía lo que de verdad sucedía. Quizás pensaba que ella vino aquí de manera imprudente cuando se enteró de que el fuego y las bombas eran creaciones de él y, para Aurora, tal teoría tenía sentido.

Después de todo, ella era una mujer imprudente que se largaría de cabeza a los problemas y lidiaría con ellos, aunque tales problemas la superaran.

Aurora se conocía a sí misma y entendía que los rumores y su historial mostraban a esa clase de persona, pero esos informes no revelaban la otra parte… Ella no retrocedía.

Avanzar era la única respuesta que tenía, y lo fue cuando ella fue asesinada, cuando tuvo miedo o ahora que encontró aquellos relacionados con el ataque a su ciudad.

Las consecuencias posteriores la podían superar, pero en este instante ella avanzaría, y ese avance significaba detener o eliminar a ese bastardo que estaba al frente de sus ojos.

Aurora mantuvo el mango de su espada levantada, a pesar de que la hoja de la espada ya se había roto.

“Qué estúpida”, dijo Raiden, revelando desprecio al ver que ella no se detenía y mostrando enfado, cuestionó: “¿Cuántas espadas necesitas romper para darte cuenta de que no me puedes ganar?”

¿Ella no le podía ganar?

Aurora soltó una carcajada y sonrió al darse cuenta de que el hombre no entendía lo que sucedía.

Hace tiempo quizás ella no le habría podido ganar o habría tenido dificultades como las tuvo cuando se enfrentó a la mujer-mariposa en el portal de China. No, quizás mucho más, ya que un mago, aunque débil físicamente, tenía una ventaja a la hora de mantener la distancia.

Raiden era un mago de fuego, y el fuego era poderoso y problemático, lo que llevaba a que ella se mantuviera alejada y únicamente pudiera atacar a distancia. Si fuera antes, ella no podría ganar, y si bien él tampoco podía derrotarla, la batalla se mantendría en un empate o se tendría que dialogar para terminar todo.

Sin embargo, ahora era diferente.

"Solo necesito una espada", respondió Aurora y, dejando salir sus emociones y su aura, reveló: "Mi espada".

El aura celeste apareció, rodeando lo que quedaba de la hoja de la espada destruida. Luego, cuando el aura roja surgió, el resto de la hoja de la espada se agrietó y se rompió en pedazos, dejando únicamente el mango.

Las auras roja y celeste permanecieron en el aire flotando. En vez de desaparecer, el aura verde surgió y luego también apareció el aura blanca. Flotaron y giraron, y se unieron al mango. Una nueva hoja de los colores de las auras fue creciendo y extendiéndose, conformando una hoja de espada que cambiaba de color.

Ella era una artista y lo había aceptado hace tiempo. Siempre supo que su espada era un pincel que ella utilizaba para plasmar sus emociones por medio de sus auras, pero los "pinceles" normales no eran suficientes para plasmar sus emociones. Todas sus espadas se rompieron, y ella no tenía armas con las cuales pudiera ejercer su fuerza. ¿Cómo podría seguir luchando? La respuesta se la dio su maestro hace ya tiempo, cuando ese hombre solidificó una espada con sus auras.

Y ella estaba solidificando con sus auras una hoja de espada.

"¡Tú...!" Raiden abrió los ojos furioso, no al ver su espada, sino al sentir cómo el aura de rango S explotaba y avanzaba, mostrando el poderío de un rango SS.

Al ver cómo el mago disparaba otra poderosa llamarada, ella, en vez de huir como antes, tomó el mango de su espada con sus dos manos. Tuvo miedo de que ese fuego quemara su cuerpo por completo y también del dolor que le ocasionaría. Ella no quería morir, pero sus emociones siempre fueron su combustible. Lo era para su espada y para su cuerpo, y en este momento era igual.

Ella quiso borrar sus miedos y temores, pero fue más allá... Quería borrar el fuego. Y ella puso su mente, cuerpo y alma en esa tarea, y luego balanceó su espada.

"..." Lo que salió no fue su aura roja, verde o incolora para dividir el fuego. Tampoco fue un corte o una barrera del aura celeste o el aura blanca. Fue una ráfaga de color negro.

Su nueva aura representaba su deseo de borrar todo aquello que se interpusiera en su camino. Una artista que borraba un cuadro y lo hacía no para eliminarlo, sino para plasmar algo nuevo.

Y la ráfaga de color negro no chocó con el fuego, simplemente lo borró. Por cada mota de su aura negra, el fuego se reducía hasta que todo el hechizo de Raiden desapareció.

Aurora se abalanzó hacia adelante en su vuelo y vio cómo Raiden abría sus ojos. Tomando el mango de su espada con ambas manos, cortó con su aura verde creando un corte verde de cientos de metros que golpeó la barrera de fuego de Raiden en un segundo.

Tal ataque la sorprendió incluso a ella, pero Aurora volvió a oscilar su espada liberando un nuevo corte y la hoja de su espada cambió a un color verde. Cada corte en el aire impactaba en Raiden, que apenas tenía tiempo para reaccionar. El corte verde era tan rápido que ella no sentía que "viajaba" por el aire, simplemente salía de su espada y golpeaba a su objetivo en un segundo, e incluso menos.

Ella, sin dejarse llevar por el cambio de su aura, se abalanzó hacia su objetivo y Raiden, que se protegía, levantó su mano y le lanzó una llamarada para detenerla. Aurora tuvo que detener sus cortes verdes y creó una esfera celeste para mantenerse en el aire y vio cómo el fuego quemaba su barrera, derritiéndola. Pero su aura era potente y surgía de manera constante, solidificando y cambiando su barrera para adaptarse.

"Maldita..."

Ella escuchó el gruñido de ira de Raiden, quizás por los cortes que lo alcanzaron, y Aurora utilizó el mango de su espada con una mano y, usando su otra mano, la abrió. El aura celeste rodeó su mano izquierda y solidificó un mango de una espada, y luego la hoja de color celeste se expandió, solidificando la barrera, y Aurora cambió el aura de la espada en su mano derecha. Pasando de celeste, ella optó por un aura incolora y su espada se volvió translúcida, y ella la balanceó al mismo tiempo que mantenía su barrera.

La realidad fue partida a la mitad, y el corte dividió la llamarada y golpeó a Raiden, quien volvió a abrir los ojos por sorpresa. Aurora cambió el aura celeste a un aura negra y la expandió para borrar las llamas que la rodeaban, pero el aura fue tan intensa que alcanzó a Raiden y debilitó la barrera de fuego que ese mago tenía. 

Fue lo suficientemente fuerte como para que ella se acercara, y usando su espada derecha con su aura roja, realizó un corte.

"¡AHHHHH!" 

Raiden gritó de dolor cuando el corte le arrancó la mano con la varita y ese mago abrió la boca, liberando un grito que produjo una poderosa bola de fuego. 

Ella estaba cerca, y la velocidad del hechizo fue mayor que antes, lo suficiente como para que no pudiera esquivarlo, y Aurora recibió el impacto y fue lanzada hacia atrás, volando en el aire y golpeando la tierra.

El olor a su carne quemada era asqueroso al igual que su cabello, pero Aurora al levantarse escupió al suelo y dejó que toda la ira y el deseo de batalla alimentara su cuerpo de tal manera que la regeneración se activó.

“HAaa… Maldita seas… Puta…”

Raiden gritó de dolor e ira y el hombre siguió insultando y maldiciendo mientras se quemaba la muñeca cauterizando la herida. Las maldiciones en parte iban dirigidas a ella, pero en mayor parte por el dolor que estaba sintiendo.

“¿Duele?” Preguntó Aurora y levantando su espada derecha, sonrió. “Creo que puedo hacerlo aún más doloroso.”

La hoja de su espada derecha se volvió roja y luego la rodeó el aura negra. Aurora recordó que Venali tenía un aura que parecía carcomer la carne y ella buscó imitarlo.

El aura roja iba a cortar la barrera y la carne, pero una vez que la herida se abriera quedaría el aura negra que se encargaría de mantener la herida abierta… Aurora sonrió y su sonrisa llevó a que Raiden moviera su mano hacia ella.

Cientos de bolas de fuego fueron creadas en el cielo y Raiden activó el dominio de fuego que aumentó la temperatura de tal modo que ella sintió su cuerpo ardiendo. Los magos de rango SS tenían sus propios dominios y Raiden reveló todo su poderío en una lluvia de bolas de fuego.

Aurora con sus dos espadas sonrió y saltó, esquivando y moviéndose por el aire.

Balanceó su espada derecha creando ráfagas de aura negra que tragaban las bolas de fuego sin hacerlas explotar y cuando era necesario usaba su espada izquierda para protegerse, pero independientemente del movimiento, ella avanzaba y Raiden retrocedía.

Aurora era imparable, soportaba las explosiones y continuaba. Si al principio fue lenta por las interrupciones, en un punto ella se adaptó tanto a sus auras como a la velocidad del ataque de su oponente. 

Creó plataformas bajo sus pies, saltó y esquivó realizando piruetas y su velocidad aumentó en gran medida sin detenerse. Pero Aurora quería ir más lejos. Necesitaba ser más rápida, más fuerte y más letal. 

Su voluntad creció y con ello, sus auras. Las ráfagas de aura negra se extendían decenas de metros y luego cientos de metros, prácticamente borrando la tierra, el aire y tocando el espacio. Luego vino su aura incolora que cortaba el espacio y cuando tocaba la tierra la dividía, y ese corte avanzaba cientos de metros sin perder fuerza. 

Ella utilizó su aura verde, y con cada movimiento, por más ligero que fuera, creaba cortes que golpeaban a Raiden sin importar lo que él hiciera para esquivar, y el hombre gruñía de dolor queriendo alejarse y escapar, pero con cada corte verde, él se detenía para reforzar su barrera.

Aurora sonrió al ver otra llamarada hacia ella, pero esta vez no esperó y se detuvo, sino que avanzó usando su espada izquierda con el aura celeste para rodear su cuerpo y atravesar la llamarada y al salir al otro lado, ella movió su espada derecha con el aura roja y negra y cortó la pierna del hombre.

“HAAAAA!”

El grito de dolor fue más intenso que antes, pero Aurora se deslizó en el aire y se giró de vuelta para cortar la espalda.

Raiden reaccionó con rapidez y desactivó su vuelo, llevando a que su espada cortara el aire vacío y extendiera un corte que voló cientos de metros.

Aurora al ver al hombre descender unió su espada izquierda con la derecha y realizó un corte vertical.

Esta vez su espada creció a más de diez metros y ella usando toda su fuerza la movió como si fuera un bate de béisbol y en este caso la pelota era Raiden que fue golpeado e incrustado en el suelo

Aurora se dejó caer cambiando su peso como luchadora y la espada volvió a un tamaño menor y ella al caer la clavó en el suelo.

Raiden había rodado en el suelo para esquivar y antes de que ella se volviera a abalanzar, el suelo explotó en lava y Aurora retrocedió por el impacto.

A pesar de la calidad de la armadura que ella tenía, el fuego quemó su cuerpo y la lava que le salpicó la mano derritió su piel.

“Eso duele.” Murmuró Aurora y usando su aura negra para eliminar la lava, sonrió. “Aunque parece que no es tanto como el dolor que sientes.”

Ella sonrió y dejó que su cuerpo curara las quemaduras, cerrara las heridas y detuviera el sangrado. Un espadachín de rango SS era fuerte físicamente, pero no se comparaba a un luchador y ella era una luchadora de rango S.

Y en este momento su cuerpo ocultaba una vitalidad, resistencia y dureza mayor que cualquier otro de espadachín su mismo rango.

No importaba si ella era una recién ascendida que hace poco había pasado su cuerpo, siempre se ajustaba a su nuevo rango.

“Estás demente.” Murmuró Raiden y Aurora soltó una carcajada.

¿Desde hace cuánto tiempo Raiden no tenía una batalla con alguien similar a él o una fuerza superior? Raiden al verla fue superado y no era solamente en fuerza.

La fuerza la ayudaría a ganar, pero cuando se luchaba con alguien con una capacidad similar, lo que se necesitaba era la imagen que se presentaba. La confianza y la presencia que uno mostraba definían las batallas.

Por tal razón, los luchadores salvajes e indómitos eran temidos. Saber que un enemigo no pararía, aunque sufriera heridas, era desmotivador y los pensamientos innecesarios llevaban a cometer errores y los errores significaban la derrota en esta clase de batallas.

Aurora quizás no era tan buena como su hermana para mostrarse arrogante y llena de confianza, pero ella tenía sus herramientas.

"Es mejor que muestres lo que eres capaz", dijo Aurora, volviendo a crear una espada izquierda y con una sonrisa, se lanzó hacia su objetivo.

Fue rápida con un impulso tan alto que en menos de un segundo estuvo a diez metros y Raiden reveló una expresión de miedo y desencadenó una llamarada a su alrededor.

Aurora, en vez continuar, retrocedió hacia atrás a un par de metros y luego tuvo que volar alejándose al darse cuenta de que un pilar de fuego estaba iniciando con Raiden al centro.

"Un hechizo prohibido. Era hora", murmuró Aurora y alejándose a más de cincuenta metros en el cielo, sintió el intenso calor que la rodeaba.

Raiden estaba utilizando su dominio de fuego para impulsar un hechizo prohibido y ese pilar de fuego que él había creado era para evitar ser interrumpido.

Aurora lo había atraído hasta aquí porque reconocía la capacidad de un mago de Rango SS y ella no quería que nadie estuviera cerca cuando ese mago atacara con todo.

Sin embargo, ella no esperó que su enemigo atacara y voló más alto.

Moviendo su espada izquierda, que era de color celeste en su totalidad, ella la lanzó a unos metros del pilar de Raiden y luego creando otra, la volvió a lanzar y siguió lanzando espadas celestes. Las espadas cayeron en el suelo y se incrustaron formando un círculo alrededor del pilar de Raiden. 

Aurora, que estaba siguiendo sus instintos, lanzó la última espada y dejó que sus auras se activaran. Desde cada espada celeste, el aura brotó, conformando un domo que atravesó la tierra y rodeó en una esfera a Raiden y a su pilar. 

Aurora sintió el control de cada espada celeste como si las tuviera en sus manos y continuó apretando su puño.

La esfera se apretó alrededor del pilar y continuó disminuyendo de tamaño, tratando de ahogar el pilar por completo. Utilizar su aura desde la distancia de esta manera llevó a que ella sintiera cierto desgaste mental, no físico, como sucedía cuando usaba sus auras y luchaba, pero ella lo aceptó. 

A pesar de que estaba a cincuenta metros, ella tenía el control de sus auras y continuó presionando y cambiando la esfera celeste, dándole mayor grosor y aumentando la dureza, pero disminuyendo de tamaño. Ella no quería darle tiempo a que Raiden descansara y preparara su hechizo, y tampoco quería que toda la zona fuera destruida cuando ese mago lanzara el hechizo.

Sin embargo, a lo que se enfrentaba era a un mago con una fuente de energía mágica bastante amplia, y Raiden no era un enemigo débil. La barrera celeste fue quemada, creando agujeros por donde el fuego se extendía, y Aurora la reforzó. 

Al sentir que la energía mágica estaba llegando al punto extremo, ella se dio cuenta de que su barrera celeste no podría detener el ataque. Así que cambió de táctica y lanzó su espada derecha hacia donde estaba Raiden. 

La hoja de la espada era de color negro, y la espada liberó una ráfaga de aura negra. La hoja cambió de color, teniendo gran parte una hoja verde y la punta de color rojo.

Aurora explotó la barrera celeste y la cambió por un aura negra para que quemara el fuego interior. Raiden se dio cuenta de que ella buscaba mermar la potencia del hechizo y lo liberó antes de tiempo, dejando que el fuego se extendiera a pesar de que las motas del aura negra tragaron parte del fuego.

El hechizo apuntó hacia ella y en dirección de la espada, y la ráfaga de oscuridad rodeando la espada se enfrentó al fuego. Esta vez fue ella quien fue superada y el aura negra no pudo detener todo el fuego. Aurora, que vio la llamarada de fuego viniendo hacia ella, voló hacia atrás y levantando su mano sintió la conexión con su espada que todavía seguía moviéndose. Cerrando sus ojos por unos segundos, pensó en lo que quería hacer y luego los volvió a abrir.

El hechizo estaba a veinte metros de ella y todo se movía lento, pero los ojos de Aurora se mantuvieron en su espada y la vio hincharse y explotar. Hace tiempo, cuando ella fue a Turquía y se enfrentó a Venali, que estaba en un estado de locura, ella quiso cortar esa locura. Fue lo mismo con la maldición en la Calamidad No-Muerta y esta vez ella estaba apuntando a lo mismo. Quiso cortar el control de Raiden con su hechizo e impedir que él controlara la energía mágica que daba vida al hechizo.

Así que utilizó su aura blanca de esa forma, y la explosión fue un blanco puro que dividió al hechizo por la mitad. Aurora vio como las llamas desaparecían apenas tocando su barrera, mientras Raiden parpadeaba sin entender lo que acababa de suceder.

“…”

Aurora respiró hondo, impresionada y sorprendida de lo que sus auras eran capaces. Pero antes de que su mente reflexionara sobre sus hechizos, levantó la cabeza y vio como una nube negra se formaba en el cielo.

Desde esa nube un relámpago cayó hacia Raiden.

“HaaA!”

Raiden levantó una barrera de fuego, pero su reacción fue tardía por culpa del hechizo prohibido y mayor que todo, este relámpago fue tan rápido como poderoso.

La explosión fue tan impresionante que Aurora se esforzó para permanecer en su posición y no retroceder por la onda expansiva y aunque Raiden quiso defenderse, el fuego fue superado por el impacto del relámpago y la electricidad entró en el cuerpo del mago, electrocutándolo.

Entonces, cuando el relámpago se apagó, Raiden cayó al suelo con espasmos y si bien seguía vivo, todo el cuerpo estaba paralizado y la piel y carne quemada.

"No necesitaba ayuda", dijo en calma, viendo cómo aquel que había atacado a escondidas descendía. "Pero gracias".

Al ver que Edward tenía varias heridas en su cuerpo que no se curaban, frunció el ceño de inmediato. El joven tenía una expresión seria y solemne, y él le sonrió ligeramente al verla, pero Aurora frunció aún más el ceño al ver que la mayor parte de la sangre en la túnica de su antiguo compañero no era de él. Las heridas que él tenía eran pequeñas, pero no suficientes como para ensuciar de ese modo la túnica.

"¿Qué hiciste?" preguntó Aurora al ver los ojos celestes de Edward. Esos ojos eran fríos, determinados, y ella no era capaz de entender la profundidad de la mirada, pero sí comprendió la complejidad.

"Hice lo que tuve que hacer, Aurora", dijo Edward en calma y, suprimiendo los relámpagos en su cuerpo, miró a Raiden y la destrucción. "Como tú".

Al escuchar la voz de Edward, Aurora se dio cuenta de que fuera lo que fuera que hizo era grave. Ella atacando la república era grave, pero a diferencia de él, ella tenía el apoyo de Zerzura y las autoridades, incluyendo la Iglesia del Tiempo y el Espacio.

"Quieres..."

"No".

Edward la interrumpió antes de que ella terminara, y Aurora, sintiendo la mirada de él, no supo qué decirle y su mente pensó en lo que había hecho.

"El Gremio de Héroes tiene parte de la culpa de lo sucedido en Zerzura", dijo Edward de repente y, mirándola, reveló: "Redbad Alkema estaba relacionado con un grupo desconocido con el cual cooperaba. Él se encargaba de filtrar dinero a esa organización mientras los ayudaba con las misiones y tareas que le daban. Alkema no sabía demasiado, simplemente era un peón".

"¿Estaba?" dudó Aurora al entender de qué se trataba. La forma en que Edward habló fue muy precisa, y por la sangre seca en la túnica, ella tuvo una idea de lo que sucedía. Durante la batalla se sangraba, pero un mago como Edward no se mancharía de sangre de su enemigo al menos que estuviera muy cerca. Y si un mago estaba cerca significaba que tenía todo en control.

"Él era el único. Los demás altos miembros eran unos bastardos, pero fue él quien estaba relacionado con aquellos que dejaron entrar a los terroristas en Zerzura", dijo Edward. Continuó ignorando la pregunta de Aurora y mirando al cielo, bajó la mirada y reveló: "Creo que lo que van a por ti, fueron a por mi maestro. Ellos pueden estar en todas partes".

Aurora frunció el ceño.

Edward la miraba con seriedad y determinación. Lo que fuera que había hecho, lo aceptaba y estaba dispuesto a lidiar con las consecuencias.

Antes de que ella pudiera decir algo, sintió que alguien trataba de moverse espacialmente y como ella antes había activado artefactos de seguridad espacial, aquellos que trataban de aparecer tuvieron un retraso.

"No confíes en nadie que no conozcas, Aurora. Incluso en las iglesias. Si ellos han entrado al Gremio de Héroes, pueden estar en las iglesias o en las mismas naciones y cualquier organización. Sé que no tengo pruebas y solamente parecen ser las divagaciones de alguien paranoico, pero confía en mí", dijo Edward apresuradamente y viendo su seriedad, sonrió. "Y no necesitas intervenir".

Justo cuando Edward terminó de hablar, la barrera que retrasaba el movimiento espacial se rompió y desde el cielo descendieron un grupo de cinco individuos guiados por Jacob Delacroix.

El grupo descendió con cuidado y todos revelaron auras de rango S al mirar a Edward, que estaba en calma.

"Edward Palmer, estás detenido por el asesinato de los altos mandos del Gremio de Héroes", reveló Regis Delacroix con seriedad.

El equipo se dividió, rodeando a Edward, pero también a ella. Al sentir las miradas, Aurora vio de reojo que su antiguo compañero dejaba salir una pequeña sonrisa. ¿Edward tenía un plan? Reconoció esa sonrisa de arrogancia que los otros no notaron, y ella frunció el ceño.

"Es mejor que no intervengas", dijo un hombre delgado y de piel bronceada. "O serás detenida".

Aurora miró a ese hombre y sintió desprecio. Soltó un bufido.

"Es…" Regis trató de hablar, pero la presión de un rango SS lo puso pálido. Aurora liberó su presencia, y ella sabía que para ellos era como una espada afilada en sus cuellos. Fue especialmente cierto para el hombre que la amenazó con ser detenida.

A ella no le importó que ellos fueran miembros de la iglesia, simplemente miró a Regis y, antes de que hablara, levantó su espada. No apuntó hacia el hermano de Clémentine o a ningún miembro, sino que su mano se levantó instintivamente hacia un espacio vacío.

No había nadie enfrente de ella y, a pesar de que lo intentaba, sus sentidos decían que ese sitio estaba vacío. Pero ella, aunque fue por unos segundos, percibió una pizca de intenciones desde allí.

"Vienen aquí e intervienen en mi combate. Interrumpen una misión de Zerzura y de la Iglesia del Tiempo y el Espacio y luego me amenazan con detenerme. Creo que tienen que tener cuidado con la gente que envían", dijo Aurora, potenciando aún más su presencia y haciendo que los miembros de la iglesia se arrodillaran.

El único que se mantuvo en pie fue Regis Delacroix, en parte porque ella no dirigió su intención hacia él y en parte porque el hermano de Clémentine era fuerte.

Sin embargo, ella no liberó su presencia para desafiar a la iglesia, sino para comprobar lo que sus instintos captaron. A pesar de que su presencia estaba a toda potencia, no pudo encontrar nada.

"¿Esta es una ofensa de la Iglesia del Tiempo y el Espacio, de Zerzura o tuya, Protectora de Zerzura?", preguntó el hombre, primero con su voz y luego mostrándose por su cuenta, lo que llevó a que Edward se tensara. Aurora mantuvo la calma, pero sintió cómo sus pelos se ponían de punta.

No pudo percibirlo y, a pesar de que sus instintos lo captaron por un segundo, incluso ahora que él estaba en frente de ella, Aurora sentía que no había nada delante, como si todo fuera una ilusión visual.

Aun así, ella mantuvo su calma y disminuyó su aura. 

"¿Le interesa por quién hablé, Cardenal Auguste? De todas formas, no obtendrá lo que quiere", respondió Aurora. Y, viendo ningún rastro de emoción, comentó: "Si tiene un problema, háblelo con la iglesia".

El Cardenal Auguste la miró y, a pesar de que ella sonaba arrogante, el hombre mantuvo la calma y la serenidad. No revelaba ninguna emoción y permanecía como una piedra, lo que llevó a que ella tuviera problemas para leerlo.

Edward vino de repente y fue acusado, y si Aurora era sincera, no le interesaba a quién había asesinado. Ella no era la persona indicada para juzgar. Lo importante era que prefería que fuera la Iglesia del Tiempo y el Espacio quien lo capturara y juzgara, porque de esa forma ella tendría tiempo para hablar con él cómodamente y averiguar qué era lo que sucedía o cuáles eran sus planes. Incluso si no quería ayuda, a lo que se enfrentaba era algo grande y era mejor estar en grupo.

“Jacob, vigila con tu equipo a Edward y resguárdalo hasta que sea entregado a las autoridades de la Iglesia del Tiempo y el Espacio”, ordenó el Cardenal Auguste. Mirándola a ella, añadió: “África es conocida por sus peligros y sus dictadores corruptos”.

Al dejar esa última frase, el hombre desapareció en un agujero psiónico y, a pesar de que Aurora extendió sus sentidos, no pudo percibir nada más. Ya fuera que el Cardenal Auguste los vigilara o de verdad se había ido, ella no mostró ninguna pizca de tensión. Mirando a Regis y luego al psiónico que había hablado antes, reveló una sonrisa.

“Ya oyeron a su jefe. África es conocida por sus peligros y los dictadores, así que, si no desean recibir una paliza, sean obedientes”, dijo Aurora con confianza. 

No iba a mostrar que estaba tensa por el Cardenal Auguste y necesitaba mantener su papel. Ese cardenal hizo ver que ella era una dictadora que podría terminar liberando a Edward si nadie la seguía con la excusa de que sucedió algo, y si Aurora era sincera, esa idea no sonaba tan mal.

No obstante, Edward parecía querer ser capturado o, sino, un mago de relámpagos de rango SS no sería capturado fácilmente. Ellos tenían una alta velocidad a la par de los magos de viento. Y Edward era un mago de rango SS. Su antiguo conocido y compañero de academia mostraba un aura aplacada y oculta, pero no era posible ignorar la fuerza y potencia de un rango SS.

Manteniendo su sonrisa, Aurora se acercó a Raiden, que apenas respiraba, y viendo que ese hombre había cauterizado sus heridas, ella simplemente utilizó un pergamino y un artefacto de comunicación para hablar con la iglesia.

Luego de terminar, recibió la mirada de Edward y lo vio agitando la cabeza con una sonrisa, aceptando sus acciones como si fueran inevitables. 

Aurora simplemente sonrió y por dentro se preguntó cuáles eran los planes del joven y se dio cuenta de que cualquier plan que estuviera llevando a cabo, él estaba arriesgando todo por su objetivo, incluso su libertad. 

La pregunta que Alice le hizo volvió a su mente y ella se quedó en silencio. 

¿Qué estaba dispuesta a sacrificar? 

Recordando el plan de Alice, ese sacrificio ya no era solamente personal, sino que estaba relacionado con todas las personas cercanas, y Aurora no supo cómo responder.


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TG - Capítulo 671
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Ya no podemos retrasarnos más.

Capítulo 671: Ya no podemos retrasarnos más.

La oscuridad brotó desde la esquina de un viejo edificio. Las paredes, que ya habían perdido el color, estaban manchadas de sangre y la oscuridad se deslizó por el suelo. Era una oscuridad sólida que avanzó con rapidez y se adentró por debajo de la puerta de uno de los tantos departamentos.

“No, por favor… No…” Una voz baja y débil vino desde una habitación. La oscuridad se movió por la sala desordenada y entró con rapidez a la habitación. En el interior estaba un hombre forzándose sobre una mujer que estaba en una cama. La mujer lloraba y suplicaba, mientras que el hombre sonreía disfrutando de la resistencia que su víctima estaba poniendo.

Alice reaccionó de inmediato y, convirtiendo su oscuridad en una lanza, lo atravesó por la costilla y empaló al hombre en la pared. El hombre no tuvo oportunidad de gritar debido a que la oscuridad lo tragó, y en el interior esa oscuridad lo devoró lenta y cruelmente hasta que el cuerpo se convirtió en parte de la oscuridad, parte del todo en el que Alice se había convertido.

“Quédate en tu departamento. No salgas. Las autoridades vendrán pronto”, dijo Alice.

Un aviso cortó antes que ella abriera sus ojos. Lo primero que sintió fue el viento en su piel, y luego la gran ciudad Abiyán que estaba en silencio. Un silencio que no mostraba calma, sino que ocultaba una profunda oscuridad.

La mujer que ella acababa de ayudar no era la única que se encontraba en una situación difícil. La república era un sitio en donde existían más criminales que inocentes, y la guerra y el caos que ésta traía llevaba a que esas personas aprovecharan este momento para mostrar su naturaleza. Y esta vez era igual. 

En los barrios bajos, pandillas se enfrentaban a las autoridades de Zerzura, quienes no tenían abasto cuando ellos también se enfrentaban a las autoridades de la república. Las personas inocentes sufrían cuando esta clase de enfrentamiento sucedía. Ella lo sabía, y Aurora también.

¿Si Zerzura controlaba y anexaba a la república, la situación cambiaría para mejor? Probablemente lo haría, pero era innegable el sufrimiento inmediato.

Aun así, su hermana aceptó lo que iba a suceder y Alice quiso disminuir esas consecuencias por más mínimas que fueran. Aunque si era realista, su intervención no era mínima.

“…” Alice sonrió y cerró los ojos. Ella vio cientos de escenas en su mente como si tuviera ojos en muchos lugares a la vez… Miles de ojos en diferentes partes de la ciudad. Cada mota de oscuridad era ella y, por ende, Alice era capaz de sentir y captar todo alrededor de su oscuridad y, a la vez, moverse y cumplir su objetivo. Y eso hizo.

“¡Ahhh!” Ella entró a un bar de usuarios de habilidades y, al ver a una pareja ensangrentada rodeada de cadáveres, ella los engulló en su oscuridad y los devoró. No hubo dudas. La sonrisa que la pareja daba al mirar los cadáveres, la indiferencia y el disfrute, era fácil de reconocer para Alice. Un asesino reconocía a un colega.

En otra parte, en un tiroteo de pandillas con paladines de la iglesia, ella intervino y atravesó a los pandilleros. Luego, en otro sitio donde militares de la república se reunían, ella apareció y, usando cientos de lanzas, los empaló a todos y la oscuridad de las lanzas los tragó sin dejar caer una gota de sangre.

Alice no dudó en matar. Ella tomó el papel de jueza y de verdugo. Si creía que alguien merecía morir, ella los asesinaba sin dudas, pero ella no era extrema. 

Aquellos que realizaban crímenes menores como robos eran tragados por su oscuridad y lanzados a las prisiones de los cuarteles militares que las fuerzas de Zerzura controlaban.

La velocidad de movimiento no era lenta. Alice mataba a decenas de personas, vigilaba a otros miles y capturaba a otros cientos. 

Alice abrió sus ojos y miró desde el edificio. Su oscuridad estaba en gran parte de la ciudad, oculta en cada esquina y siempre en movimiento.

Ella no deseaba mostrar que era un rango SSS, al menos por ahora, así que se ocultaba bien, pero era imposible ocultarse por completo. 

¿Cómo podía ocultar el hecho de que estaba en distintos sitios al mismo tiempo? La oscuridad crecía por cada usuario de habilidad que devoraba y sus límites de control, en este punto, eran indefinidos. Después de todo, en este momento no existía ningún cuerpo físico que la limitara y ella era la oscuridad de la ciudad. 

Hace años, Alice había temido alcanzar esta etapa en la que se podía decir que ya había cruzado los límites humanos, pero ahora lo aceptaba más que nunca. Al volver a cerrar sus ojos, los abrió y vio la misma ciudad, solamente que cubierta de nieve y hielo. La vista era tal que el mundo parecía cubierto de blanco. 

Al ajustar sus sentidos y recrear su cuerpo, Alice se movió por el hielo hacia la presencia que podía percibir.

“Hahahaha…” Una risa desconcertante y frenética se extendió por este mundo de hielo. La risa revelaba felicidad y orgullo, pero también locura y tristeza. Alice caminó en calma y, en medio de la nieve, vio varias figuras de hielo en guardia y luego a la persona que rodeaban: una mujer de cabello rubio y ojos celestes. Era guapa incluso mientras estaba cubierta de sangre y lloraba de dolor.

La mujer se limpiaba la boca con un pañuelo, quitándose la sangre que todavía caía de un ojo cortado de forma profunda. La línea iba desde el ojo a la nariz y cruzaba a la mejilla y, a pesar de que parecía que utilizó artefactos de curación, la herida no cerraba. 

“Hahaha.” Érica siguió riéndose mientras miraba a la Marquesa que estaba a unos metros de ella.

Eliana estaba congelada en un pilar de hielo y, a centímetros de ella, en el mismo pilar de hielo se encontraba un brazo.

A pesar de que Érica lo ocultaba con la túnica ella había perdido todo el brazo derecho.

“Hahaha... Lo hice”, dijo Érica al mirarla. La risa era en parte de shock por el dolor y por la idea de que había cumplido su venganza.

“Necesitamos interrogarla. Necesitamos descubrir todo lo que sabe”, dijo Érica en un tono que seguía mostrando ira.

Alice caminó y se puso delante del pilar, notando que Eliana podía verla y reaccionaba a pesar de estar congelada en esa prisión de hielo.

¿La Marquesa sabría algo? Fue ella quien cooperó con aquel miembro del gremio de asesinos y si Alice era sincera no tenía esperanza de descubrir más de lo que ya sabía.

“No sabrá nada”, dijo Alice, no siendo pesimista sino realista.

Una verdadera organización secreta se mantendría oculta, aunque sus miembros fueran capturados, y si bien algunos sabrían sobre otros, no significaba que conocieran a todos.

Que Eliana haya usado el hechizo de Raiden mostraba que esa mujer estaba desesperada por mostrarse valiosa.

Después de todo, si alguien se infiltraba en la red de Raiden, habría descubierto la verdad.

Quizás ellas habían estado mirando a otra parte, pero Zerzura y Atenea investigaban todo y una vez que pasaran de investigar los asuntos internos llegarían a los externos. Y habría sido cuestión de tiempo para descubrir los negocios turbios de Raiden.

Alice suponía que Eliana tenía confianza, pero también tomó un riesgo para caerle bien a un superior.

Al final, un hecho era claro.

“Ya no podemos retrasarnos más”, murmuró Alice y a pesar de que sintió que Érica temblaba, ella mantuvo su mirada en Eliana.

Alice había estado pensando en un plan. Uno que le daría la libertad que ella buscaba y que los llevaría más cerca de aquellos que se ocultaban.

Un plan que tenía sus riesgos y consecuencias. Sería un espectáculo que involucraba directa e indirectamente a muchas personas.

Para iniciar este plan solamente faltaba una pieza… La aceptación y cooperación de Aurora y Alice esperaba que su hermana tomara su decisión pronto y una vez que Aurora se decidiera, no habría vuelta atrás.

******

Aurora observó de reojo cómo Edward era tomado prisionero por los paladines de la Iglesia del Tiempo y el Espacio. El hermano de Clémentine estaba vigilante y hablando con la Cardenal Brousseau.

Por la expresión tan seria del hermano de Clémentine, estaba claro que la Cardenal Brousseau no quería retroceder y Aurora estuvo agradecida. Ella prefería que la Iglesia del Espacio y el Tiempo tomara a Edward prisionero y de esa forma ella podría comunicarse con él sin tener que pasar por tantos problemas como lo hubiera sido con la Iglesia del Orden.

Al ver que Edward era llevado con magia espacial, ella miró el campo militar y vio a los militares sin parar de moverse. Estaba anocheciendo y las tareas no iban a detenerse.

La República de África Occidental estaba siendo controlada por Zerzura y la causa no fue el ataque terrorista. Las autoridades querían encargarse de aquellos que atacaron la ciudad y de ello no había duda, pero querer detener a atacar otra nación existía un abismo. Y la razón por la cual se cruzó ese abismo fue ella... Este conflicto llevó a que todas las fuerzas de Zerzura se movilizaran para atacar a la República y enfrentarse a los militares, mercenarios, aventureros o gremios de jugadores de esta nación y la causa fue ella.

Fue ella quien reveló la verdad en Zerzura y en vez de detenerse y tomar una decisión en calma, ella optó por borrar la República. Aurora lo aceptaba y no se arrepentía de su decisión y por tal razón no se lamentaba de las consecuencias.

¿Cuántas personas estaban muriendo a cada segundo en este momento? Existían numerosos gremios de jugadores siendo atacados, mercenarios siendo capturados o mafiosos siendo eliminados a cada segundo y 'eliminados' era la palabra correcta. La República estaba habitada por muchos criminales y en vez de dejarlos vivos y tener que lidiar con los conflictos en el futuro, se decidió encargarse de ellos con anterioridad. De esa forma, evitaban que esos criminales causaran problemas que después dañarían a la ciudad o a sus aliados.

Tomar esa decisión significaba que ellos estaban asesinando a cientos, si no es que miles, de personas por el simple hecho de que lidiar con ellos en el futuro sería una molestia y una carga. Se podían excusar en que Zerzura no tomaría riesgos y trataría de detener criminales cuando ellos oponían resistencia y eran peligrosos, pero era una excusa simple.

Viendo cómo el hermano de Clémentine se iba y la cardenal Brousseau se acercaba, Aurora volvió a controlar su expresión.

“La situación parece complicada para él. La Iglesia del Orden parece tener pruebas directas”, dijo la cardenal Brousseau con calma al mirarla. “Lo enviaremos a la prisión de nuestra iglesia y dejaremos que su abogado contacte con él”.

La expresión de la cardenal Brousseau era seria y solemne, mirándola fijamente, queriendo preguntarle si ella sabía algo más y a la vez sin querer hacer la pregunta que la pondría en una situación difícil.

“Me tomó por sorpresa tanto como a usted”, dijo Aurora, y mirando a los militares que seguían moviéndose y usando portales para teletransportarse, agregó: “Y ya tengo suficiente con lo que lidiar”.

Ella no estaba relacionada con lo que hizo Edward y si era sincera, no lo estuvo por el simple hecho de que él no mencionó nada. Aunque incluso sin ser cómplice de un criminal acusado por una iglesia, ella ya tenía demasiados problemas.

“No necesitas preocuparte. No tienes que cargar con todo tú sola. La Iglesia del Tiempo y el Espacio dará un comunicado. La República de África Occidental es una peste que era necesario eliminar antes de que esto sucediera”, dijo la cardenal Brousseau y poniéndose a su lado, añadió: “El Sumo Pontífice Abraham dará un comunicado sobre este ataque y respaldará a Zerzura. Estamos tratando con criminales que vendieron armas a sectarios y terroristas”.

Aurora miró a la cardenal y la forma en que hablaba con calma, tratando de decirle que no lidiara con todo, y ella lo sabía.

Entendía que ella no tenía que cargar con las muertes de aquellos criminales que habitaban en la república, al igual que tampoco tenía que cargar con aquellos militares de Zerzura que saldrían heridos o incluso morirían.

Una orden había llevado a que el ejército de Zerzura, que había permanecido entrenando bajo el general McLean y el coronel Makeba, se movilizara, y ellos estaban determinados a detener a aquellos que atacaron la ciudad.

Sin embargo, ya no podía ignorar lo que sucedía.

“¿Por qué el Sumo Pontífice Abraham apoya a Zerzura?”, preguntó Aurora, observando a la cardenal.

¿Por qué el Sumo Pontífice Abraham, la cabeza de la iglesia, apoyaba a Zerzura? Tal pregunta ocultaba otra pregunta aún más profunda… ¿Por qué la apoyaba a ella?

Era innegable en este punto que Zerzura se movía a su voluntad. No se trataba de que las autoridades, como la cardenal Brousseau, no tuvieran su propio modo de pensar, pero el punto era que la apoyaban.

Aurora entendía que el General McLean la apoyaba en todo desde hace tiempo, así como James seguía las órdenes de Alice sin dudarlo. También lo entendía de los líderes del gremio Orisha Oko que la acompañaban en todo, así como de la misma Cardenal Brousseau, pero el Sumo Pontífice no tenía sentido.

Sus padres ya no estaban en la Tierra desde hace tiempo y Aurora apenas se comunicaba con ellos. Era probable que nadie de la Iglesia pudiera comunicarse con ellos por medios normales.

El Sumo Pontífice podría deshacerse de la influencia que el Gigante de Acero y la Luz de Plata tenían sobre la Iglesia y tomar sus propias decisiones sin apoyar a las hijas de esas dos personas, pero no lo hizo.

La Cardenal Brousseau puso una expresión seria al recibir su mirada y, a pesar de que entendió a lo que ella se refería, dio una sonrisa.

"¿Importa?" preguntó y, sonriendo al mirar a los militares, reveló: "Cuando llegué a África creyendo que Agatha o Antón le pidió un favor a Abraham para enviarme, imaginé muchos escenarios y ninguno fue lo que esperaba. Al llegar encontré a una niña perdida y solitaria que simplemente quería ayudar para ocultar sus pesares."

¿Eso era lo que la Cardenal vio cuando llegó a África? ¿La vio a ella llevando su pasado a cuestas?

"Me quedé para ayudar a esa niña, para apoyarla y de ese modo ayudar a todos aquellos a quienes esa niña quisiera ayudar. No fue Abraham quien me obligó, ni tus padres o un dios. Fui yo quien decidió quedarse", dijo la Cardenal Brousseau y, mirándola directamente, reveló: "Desconozco las razones por las cuales el Sumo Pontífice Abraham te apoya a ti como apoyó a tu padre y madre antes que a ti, y si soy sincera, ya no me importa. La Iglesia no está aquí por la voluntad de Abraham o alguien más. Está aquí porque yo, como todos los paladines que están en Zerzura, creen que esto es lo correcto. Defender la ciudad es lo correcto."

La Cardenal Brousseau no sonaba orgullosa y evitó mencionar que la razón por la cual la Iglesia la apoyaba era ella misma, la segunda al mando de la Iglesia y la que probablemente se convertiría en la próxima Sumo Pontífice.

Aurora volvió a mirar a los paladines que estaban protegiendo los portales y vigilando el cuartel militar. Cada paladín revelaba seriedad, y era probable que ella había luchado al lado de ellos.

A algunos les gustaba dividir la Iglesia del Tiempo y el Espacio de la Iglesia de Zerzura, y la razón era que la segunda se movería incluso sin la aprobación de aquellos que lideraban todo, y la razón era que la Cardenal Brousseau tenía la autoridad de movilizar la Iglesia por su cuenta.

Aun así, no había duda de que el Sumo Pontífice ayudaba y la razón no era la insistencia de la Cardenal Brousseau.

“Gracias por tu apoyo, Fiona”, dijo Aurora. Mirando a la mujer que revelaba preocupación, sonrió. “Solamente tengo muchas cosas en mi mente. Pronto lo resolveré todo”.

El Sumo Pontífice Abraham apoyó a sus padres como a ella por aquel a quien ese prestigioso hombre adoraba, el mismo que era su sistema.

Ese hombre no podría responderle su pregunta al igual que no podía hacerlo Fiona y la única manera de encontrar la verdadera respuesta era hablando con su sistema… con Aión.

Fiona con sus palabras quiso señalar que Aión no dio la orden de que la iglesia estuviera aquí y que él no había guiado la voluntad de todos los paladines que arriesgaron sus vidas. Tampoco guió a Fiona, quien había aceptado por su propia voluntad quedarse en la ciudad y convertirse en parte de la ciudad.

Sin embargo, era innegable la influencia de su sistema en la decisión de Abraham y ella ya no podía retrasar la verdad.

“Volveré a trabajar. Esta noche será ocupada”, dijo Aurora para relajar a la cardenal y al recibir un asentimiento, ella caminó en dirección del campamento militar, donde se reunían los militares.

Aurora no mentía cuando decía que tenía miles de asuntos en su mente. Estaba el plan de su hermana, que cada vez le atraía más, pero también su sistema y, más allá, ella misma.

¿El rango SS era suficiente para proteger a aquellos que quería proteger? Quizás era muy precipitado pensar en su fuerza y en el avance cuando apenas había ascendido hace un par de horas, pero el desafío que estaba delante de ella era grande.

La organización secreta de la cual Eliana era parte y aquellos que iban detrás de ella no solamente apuntaban a su vida, apuntaban a una carrera para convertirse en dioses y una vez que lo hicieran, ella no podría hacer nada.

Aurora no quería ver a las personas que apoyaba morir a causa de algunos bastardos que querían alcanzar la divinidad.

Ella podría tomar el camino fácil y suplicar ayuda a su cuñada o a su sistema, pero ella había aprendido que los Primordiales no eran omniscientes. Tanto su cuñada como su sistema no estaban atentos todo el tiempo a ella y no lo estarían de cada persona que ella buscaba cuidar.

Para Aurora era normal. Vivía su vida con un sistema que la vigilaba, pero únicamente a ella, y lo aceptó cuando sucedió lo de Malik hace años o cuando Zerzura se enfrentó a dificultades.

Si quería proteger lo que ella quería, entonces era ella quien necesitaba ser fuerte y estar cuando era necesario y para ello, necesitaba mirar más lejos.

Si aquellos que tanto luchaban por alcanzar la divinidad lo lograban, ella necesitaba hacerse una pregunta... ¿Los enfrentaría e intentaría detenerlos? Y si la respuesta era positiva, entonces se necesitaría averiguar qué se necesitaba para detenerlos de tal modo que ella no saliera perdiendo. 

Solamente una persona podría darle una respuesta en todo este planeta y esa era su cuñada, quien parecía saberlo todo.


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