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AE - Capítulo 4
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Capítulo 4

Mi padre estaba atónito ante la presencia de mi tía. Yo, por otro lado, estaba muy emocionado al respecto.

- "Querida... ¿Qué hace tu querida hermana en casa?"

Mi padre mostró una sonrisa muy amplia.

- "¡Oh! Ella vino para ayudar a Hiroshi con su entrenamiento mágico."

- "¿En-trenamiento mágico? P-pero creí que Hiroshi sería un espadachín..."

- "¿Puede ser un buen groonhell, no?"

Un groonhell. Seres con grandes habilidades mágicas y cuerpo a cuerpo. Los groonhell son muy famosos en el Reino Montesinos, debido a que son muy escasos.

- "¡¿Un groohell?! ¿Pero ni siquiera sabemos si Hiroshi puede hacer magia."

- "¿Es una buena oportunidad para averiguarlo, no?"

Mi madre le mostró una cálida sonrisa a mi padre. Él se rindió en tratar de buscar excusas sobre mis entrenamientos.

Mi madre y tía me llevaron a un campo a las afueras del Reino. Era hermoso.

- "De acuerdo, pequeño sobrino. Hoy veremos si posees maná."

- "¿Maná?"

- "Exactamente. El maná. El maná es una energía que los seres vivos absorbemos para poder hacer magia. Todo ser vivo posee magia, pero no todos poseemos el mismo nivel; algunos poseen más nivel que otros, de ahí salen los magos o los groonhells."

- "Y... ¿De dónde viene el maná?"

- "¡Buena pregunta! Según dictan algunos Sabios, existe un objeto mágico en el centro de nuestro planeta que alimenta infinitamente a todos sus seres con esa maravillosa energía. Pero quiero que recuerdes esto, todos poseemos un límite de maná en nuestro cuerpo; nunca jamás absorbas más maná del necesario o... podrías transformarte en una de esas bestias."

- "¿Bestias?"

- "Exactamente. Mira por ejemplo a los huecos; son monstruos con forma humana, ¿cierto?"

Huecos. Seres repugnantes que vagan sin cesar por todos lados, son lentos pero muy agresivos. Casi siempre los encuentras en enormes grupos por lo que enfrentarte a ellos sólo es una muy mala idea.

- "Pues bien, empecemos. Mira atentamente, sobrino."

Mi tía cerró los ojos. Respiró profundamente. Y dijo unas palabras en voz baja. Apuntó su bastón en una dirección y de la punta se formaba una enorme esfera roja. La esfera dejó de crecer y salió disparada a gran velocidad del bastón de mi tía. Luego de unos segundos de viaje, la esfera explotó en el aire dejando ver una enorme explosión a lo lejos.

En ese momento, no podía estar más emocionado. Yo sabía que poseía maná, aunque sea en pequeñas cantidades, y eso me hacía dudar mucho sobre mis capacidades.

- "Bien, es tu turno."

Estaba nervioso y emocionado al mismo tiempo. Mi cuerpo no dejaba de temblar.

Cerré los ojos.

Respiré muy profundamente.

Sentía una pequeña fuerza subiendo por mi cuerpo, era lenta pero su presencia era reconocible.

Estiré mi mano y la abrí. La energía fluía hacia mi mano, se sentía un poco fría.

Al tocar la punta de mis dedos, sentí miedo. Y la fuerza se alejó rápidamente de mi mano bajando hasta mis pies, para luego desaparecer. Abrí los ojos asustado.

Miré fijamente a mi tía. Ella sólo me mostraba una dulce sonrisa. Cambié mi vista a mi mano... A lo mejor no poseía tanto maná como yo creía.

Volví a intentarlo. Recordando unas palabras de mi padre.

[Piensa en ésto como una extensión de tu cuerpo...]

Volví a cerrar los ojos, pensando constantemente en las palabras de mi padre. Respiré profundamente, levanté la mano y esperé que esa fuerza volviese a mí. Escalando lentamente, llegó a mis dedos. Imaginé el hechizo que quería realizar, una bola de fuego. No debía de ser muy complicado.

Puse fuerza en mi mano, para poder concentrar el maná en mi palma y poder desarrollar el hechizo. Sentí cómo el maná iba saliendo de mi cuerpo, una enorme sensación de calor se asomaba en toda mi mano.

- "¡HIROSHI DETENTE!"

Abrí los ojos aterrorizado. Una bola de fuego del tamaño de una persona adulta se asomaba frente a mí. Sentí miedo, un miedo muy profundo por mi propia creación. De algún modo, logré lanzar el hechizo lejos de mí.

La bola de fuego salió disparada a una velocidad increíble y la explosión lo fue aún más. Una fuerte ventisca nos azotó desde donde estábamos. Había parado. La explosión había dejado de hacer efecto a la distancia.

Me sentía cansado. Giré mi cabeza. Mi tía aún tenía la vista fija en el horizonte, donde había caído la bola de fuego. Mi madre estaba de igual manera.

Caminé hacia ellas, pero en el trayecto caí rendido en el suelo. Mi estómago me dolía. Vomité por un largo rato, para luego desmayarme.

Desperté unos días después, según mi padre. Se sentía aliviado de que me hubiera recuperado. No es como si pensase que fuese a morir, ni nada parecido. Mi tía entró a la habitación, feliz de que estuviera sano y salvo; me abrazó fuertemente.

- "Hiroshi, quiero que me digas ¿Qué fue lo que hiciste?"

- "¡¿Que qué hizo?! ¡¿CÓMO PREGUNTAS ALGO ASÍ, NITORI?! ¡Mi hijo pudo haber muerto por culpa tuya. Siendo una maestra en la magia, como tanto presumes, debes de conocer los límites de uso de la magia!"

Mi padre recriminaba a mi tía por su falta de precauciones. Mi tía no hizo nada, más que escuchar cabizbaja.

Mi padre suspiró fuertemente. Salió de la habitación, molesto.

- "Hirohsi. Yo... Lo siento. Debí explicarte varias cosas antes de mandarte a hacer algún hechizo, pero... Estaba demasiado emocionada por ver tus dotes en la magia, que me segué a mi misma. Tu padre tiene razón, siendo una maestra en la magia debí de enseñarte eso antes de todo..."

Mi tía mostraba una sonrisa melancólica.

- "Ahora, explícame lentamente lo que hiciste ese día."

Mi tía no estaba emocionada como de costumbre. Ahora me miraba de una forma seria. Expliqué detalladamente lo que sucedió, lo que sentí en ese momento. El maná fluyendo a través de mi cuerpo, el miedo que sentí y demás cosas.

Mi tía, escuchó atentamente mi relato. Luego se paró y salió de la habitación en silencio. Me quedé confundido por unos segundos, esperé a que regresara, pero ya habían pasado unos minutos.

Miré mis manos, con algo de miedo. Mi tía regresó junto con mis padres.

- "Hijo, a partir de hoy, entrenarás con tu tía todos los días. Esas... habilidades debes de controlarlas desde pequeño y no sabemos que tan peligroso puede llegar a ser."

No dije nada. Me asustaba el hecho de que mis padres me tuviesen miedo. A mí. Su propio hijo.

- "Pero, hey, no te pongas triste. Aún entrenaremos ese cuerpo para que seas fuerte como yo."

Mi padre trató de levantarme el ánimo.

- "Okay. Sobrino, hay que enseñarte algunas cosas antes de volver a la práctica."

Todos a mi alrededor parecían querer olvidarse del asunto, pero ¿Cómo podría yo hacerlo? Había logrado que mis padres tuviesen miedo de mí.

Los días pasaban. Al igual que mis entrenamientos y estudios sobre la magia y la espada. Era agotador, pero con el tiempo logré acostumbrarme.

Con toda la situación, mi relación con Shizugu no había cambiado, mi hermana me odiaba como de costumbre, pero ya no me importaba tratar de ganarme su afecto.

Al encontrarnos por los pasillos de la casa, nos mirábamos y continuábamos nuestros caminos.

- "Bastante bien, Hiroshi. Pero recuerda, no trates de forzar la espada. Déjate llevar. Deja que ella tome el control de sus propias acciones."

- "Es...Lo que intento..."

El aliento me faltaba, los entrenamientos de mi padre eran muy complicados.

- "Está bien, ya le agarrarás el truco."

Mi padre me agarró del hombro y me frotó la cabeza; mientras me mostraba una sonrisa.

- "Ahora, es hora de unas lecciones sin movimiento."

- "¿Lecciones sin movimiento?"

- "Dime, hijo...¿Sabes qué son los Caminos Sagrados de la Espada, ¿verdad?"

Miré confundido a mi padre.

- "Los Caminos Sagrados de la Espada. Una serie de 8 habilidades usadas por los espadachines para aumentar nuestras habilidades en combate. Yo, sólo puedo usar los 4 primeros."

- "¿Se pueden aprender los 8?"

- "Por supuesto, pero debes tener una gran habilidad tanto en magia como en la espada; ya te estarás imaginando quienes son los que controlan los 8 Caminos, ¿no?"

- "Y... ¿Se pueden usar los 8 al mismo tiempo?"

- "En efecto, se puede. Pero el cuerpo humano no es capaz de soportar tal cantidad de poder. Si una persona lo intentara, su cuerpo aguantaría a lo mucho 2 minutos con ese enorme poder activado y luego moriría."

Morir a cambio de mejorar tus estadísticas por un sólo combate. No suena como un buen trato.

- "¿Quieres ver los Caminos en acción?"

Asentí con firmeza y entusiasmo. Ver a mi padre utilizando su fuente de poder era algo que no iba a desaprovechar. Mi padre desenfundó su espada, la sostuvo con una mano en la funda y la otra en la empuñadura, cerró los ojos y pronunció: "Cuarto Camino." Una pequeña ventisca se formaba alrededor de mi padre, al abrir los ojos algo había cambiado; su ojo derecho tenía un cuatro y sentía una nueva aura que rodeaba su cuerpo.

- "Cuando una persona activa los Caminos en su ojo derecho verás el Camino que está usando, es algo que todavía se desconoce el por qué sucede; por eso, es una arma de doble filo. Obtienes ventaja, pero tu oponente también sabe qué ventaja estás usando. Ahora, mira esto..."

Mi padre salió disparado y volvió en unos pocos segundos.

- "Éste es el Cuarto Camino. Te otorga la ventaja de de la velocidad, lamentablemente no poseo tanta capacidad mágica como para aguantarlo por mucho tiempo..."

Mi padre suspiró y el aura que sentía desapareció, al igual que el cuatro en su ojo. Luego de eso, me enseño sobre los 8 diferentes caminos.

El Primer Camino, te otorga Agilidad; tus movimientos con la espada o con cualquier objeto en tus manos serían mucho más ligeros y fluidos.

El Segundo Camino, te otorga Fuerza; los golpes que proporciones serán de una mayor magnitud y ocasionarás más daño. Éste es el único Camino que hace que tu cuerpo tenga un cambio físico.

El Tercer Camino, te otorga Percepción; eres más perceptivo de lo que suceda a tu alrededor sin tener que observar directamente.

El Cuarto Camino, te otorga Velocidad; tus pies se siente más ligeros proporcionándote de una velocidad casi inhumana.

El Quinto Camino, te otorga Sigilo; tus movimientos son casi imperceptibles por el enemigo.

El Sexto Camino, te otorga Inteligencia; te proporciona una mejor planificación en combate.

El Séptimo Camino, te otorga Devolución; todo ataque que te sea lanzado, lo devolverás con el doble de fuerza; sin embargo, consume muchísimo maná.

El Octavo Camino, te otorga Apertura de los Senderos; es la combinación de los 7 Caminos anteriores. La máxima cantidad de Caminos que aguanta un cuerpo humano bien entrenado son 2 al mismo tiempo; sin embargo, sigue siendo uno de los Caminos más difíciles de controlar y soportar.

Era demasiada información para poder absorberla en ese momento. Así que, luego ese mismo día, le pedí a mi padre que lo escribiera en una hoja.

Los entrenamientos con mi tía Nitori, no eran relajantes en ningún modo. Ella siempre me exigía que hiciera lo mejor que pudiese; sin embargo, empezó a poner una barrera mágica a su alrededor para evitar daños colaterales.

- "Okay, Hiroshi, recuerda: [_Lord del Fuego, Lord de la pureza, le pido la fuerza para incinerar a mis enemigos y ofrecer sus cenizas a usted. La luz de la pureza caerá sobre nosotros y castigará a aquellos impuros_]... Luego de eso, decide qué hechizo quieres usar."

Cerré los ojos. Respiré profundamente. Empecé a recitar el conjuro, mientras sentía el maná escalando lentamente por mi cuerpo; cuando lo sentí en mi mano, lancé el hechizo. No salió nada, el maná descendió rápidamente de mi cuerpo.

- "¡¿OTRA VEZ?!"

Esto había ocurrido desde la última vez que realicé esa enorme bola de fuego, no podía volver a invocar ningún otro hechizo. Mi tía creía que era porque había desarrollado algún trauma a la magia desde el incidente; pero de ser así, no podría sentir el maná subiendo por mi cuerpo y me pondría muy nervioso.

[¿Y qué pasaría si...]

Me dije para mis adentros, mientras miraba mis manos. Volví a cerrar los ojos, respiré profundamente, sentí el maná subiendo por mi cuerpo y grité con todas mis fuerzas.

- ¡FIRE BALL!

La bola de fuego se lanzó a gran velocidad de mi mano, y explotó en la lejanía.

- "Hiroshi... ¿Acaso dijiste el conjuro?"

- "¿N-no...?"

Mi tía se quedó callada por unos segundos, hasta que mostró una enorme sonrisa, saltó sobre mí y me abrazó.

- "Felicidades, Hiroshi. Eres un mago no conjurado."

- "¿Un qué?"

- “Un mago no conjurado, son una pequeña comunidad de magos que no pueden realizar magia con los conjuros normales, ellos deben de entrenar de una manera muy diferente a la habitual. Algunos requieren de imaginar el hechizo, otros sólo de decirlo en voz alta les basta. Ahora que lo pienso… tampoco lo dijiste la primera vez que lo intentamos.”

Estaba emocionado. Mi tía me dijo que estos magos eran poco comunes, y la mayoría lograba cosas increíbles. Estuvo un buen rato, explicándome sobre el tema.

Desde ese entonces, mis días como groonhell recién empezaban. Entrenando con mi padre el manejo de la espada y con mi tía entrenamiento mágico.

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AE - Capítulo 5
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Capítulo 5

Mi octavo cumpleaños había llegado.

Hubo una pequeña fiesta entre mis padres, mi hermana mayor, mi tía Nitori, las criadas Arisha y Gracy, mi tío Faraszino, quién andaba por el reino; y por último, mi nueva hermana, Asura quien tenía 3 años.

En los últimos años, sentía como mi vida avanzaba rápidamente. Mis habilidades como groonhell habían incrementado, pero no tanto como a mí me hubiese gustado.

- "Muy bien, Hiroshi. Intentémoslo una vez más."

- "Sí."

Mi padre y mi tía Nitori cambiaron sus tácticas de entrenamiento, ahora practicaba combate en conjunto; es decir, mi padre y mi tía me atacaban al mismo tiempo.

- "Fire ball"

- "Aqua Wall"

Mi padre atacó al mismo tiempo que mi tía. Escuchaba sus pasos desde la posición contraria, la bola de fuego de mi tía se había desvanecido junto con el muro de agua. Me agaché rápidamente, viendo el acero cortar el aire en frente de mis ojos, haciendo un rápido movimiento hice caer a mi padre, golpeándolo en sus pies.

- "Thunderbolt"

- "Dirt Cave"

Mi tía me lanzó un relámpago desde el cielo, y yo me cubrí con una pequeña cueva de tierra. No fue la mejor idea que tuve. El relámpago destruyó por completo mi protección y causó una explosión.

- "Wind Boost"

Usé el aire y me impulsé directamente hacía de mi tía. Empuñe la espada con mis dos manos, y corté el aire.

- "Bajaste la guardia."

- "¿Qué?"

Recibí un golpe en mi espalda por la empuñadura de la espada de mi padre. Caí al suelo, traté de levantarme, pero era imposible.

- "Nada mal, hijo. Pero recuerda, tu enemigo no está acabado hasta que se rinda o esté muerto."

Mi padre me cargó en su espalda.

- "Thunder charge."

Susurré un hechizo rápido. Electrocuté a mi padre con una pequeña descarga.

- "Jeje, no me rendí, ¿verdad?"

Mi padre se levantó y estalló en una carcajada. Mi tía Nitori nos alcanzó y nos curó a ambos.

Caminamos hacia casa, mi padre me seguía enseñando sobre las diferentes habilidades de la espada, y mi tía sobre la magia. En el camino nos topamos con una enorme multitud, todos parecían muy emocionados y atentos sobre algo.

- ".... ¡Acérquense! ¡Acérquense! ¡Acérquense mis amigos! Vengo a informarles, por parte de su querido gobernante, el Rey Shone, que en 1 mes, comenzará las preliminares del 50° Torneo Juvenil..."

Un hombre vestido de manera rara, estaba en mitad de la plaza subido en un escenario de madera.

- "Todo joven de 7 a 13 años es aceptado dentro de este torneo. Y, obviamente mis amigos, habrá un premio, y déjenme decirles que su querido rey ha sido muy generoso, el ganado podrá obtener... ¡Clases del mismísimo mago legendario Sof!"

Todo el mundo saltó de emoción al escuchar ese nombre. Excepto mi familia, ni mi padre ni yo conocíamos ese nombre, pero mi tía Nitori estaba con una mirada furiosa.

- "Pues... Un torneo no suena nada mal. Podrías pulir tus habilidades si combates contra gente de tu edad, a decir verdad."

Mi padre se planteaba mi entrada al torneo. Me emocionaba el hecho de poder mostrar lo fuerte que me había vuelto.

- "¡Pues bien, mis amigos! Iniciemos con las inscripciones. Podrán inscribirse todos aquellos que deseen, pero recuerden, sólo jóvenes de 7 años hasta los 13, aquellos que falsifiquen su entrada serán eliminados del torneo y quedarán en la lista negra por varios años."

El hombre señaló una carpa en donde habían varias mesas para la inscripción.

- "Y bien, Hiroshi. ¿Qué te parece?"

No sabía que responder. Mi emoción era tal que no pensaba con claridad.

- “¡Estoy muy emocionado! Me gustaría entrar.”

Mi padre se echó a reír a carcajadas. Me llevó a la carpa y empezamos la inscripción. Una mujer nos atendió.

- "Bienvenidos a la inscripción para el 50° Torneo Juvenil. Por favor, llenen ésta hoja con el nombre completo y la edad de su hijo, también necesitamos saber si su hijo es un espadachín o un mago."

Mi padre me entregó la hoja y escribí mi nombre, mi edad, casi acabando vi que habían 2 casillas para marcar. Una de ellas decía "Mago" y la otra "Espadachín". No sabía cuál debía de marcar.

Le entregué a mi padre la hoja y me miró intrigado. Leyó lentamente mi escritura: "Nombre: Hiroshi Sekkatsu Moonlagger. Edad: 8 años. Especialización: Mago y Espadachín."

La mujer quedó un poco sorprendida, le indicó a mi padre que debía marcar una sola opción de ambas casillas.

- "Lo sé, pero parece que la casilla para groonhell no está."

Se hizo un silencio enorme. Murmullos empezaron a esparcirse por toda la carpa, la señora se marchó por unos segundos para preguntar al respecto."

- "¿Un groonhell? ¡JA! No me hagas reír. Tu hijo no tiene las capacidades necesarias para ser uno, míralo."

Mi padre no prestaba atención, tenía los ojos relajados, mientras mantenía una sonrisa esperando al regreso de la asistente.

- "Hey, te estoy habland-"

El sujeto se acercó, agarró a mi padre del brazo, éste sacó su espada y la apoyó en la garganta del sujeto.

- "Te sugiero que nunca subestimes a tu enemigo. No porque no sea igual de musculoso que tú, no quiere decir que no te pueda clavar una espada en la garganta."

Mi padre mantenía una mirada serena y una sonrisa.

- "Recuerda bien eso, Hiroshi."

Dijo mi padre, mientras enfundaba su espada. La asistente volvió y habló con mi padre, no presté mucha atención, sólo me fijaba en el sujeto de antes. Un hombre alto y musculoso, con un bigote muy definido, con manchas negras alrededor de sus ojos.

Miraba de reojo a mi padre. Terminamos la inscripción, mi padre me entregó una pulsera con el número 244 inscrita en ella. Nos reencontramos con mi tía, y retomamos nuestro camino a casa.

- "Muy bien, Hiroshi. Ahora que estás en el torneo, tu entrenamiento será mucho más duro. Estoy seguro que la mayor parte de los jóvenes será de 13 años, es decir, tienen más años de entrenamiento que tú. No serás más que una cucaracha ante sus ojos."

Las palabras de mi padre eran duras, pero ciertas. Siempre hablaba así sobre el entrenamiento, decía que duras y verdaderas palabras formaban un buen carácter.

Llegamos a casa, mi madre estaba sentada en la sala esperando por nosotros. Le conté emocionado a mi madre sobre el torneo, al instante quedó impactada por la noticia, pero luego me incitó a dar mi mayor esfuerzo en ello.

Mi tía Nitori había estado callada todo este tiempo, no había dicho nada desde el momento en el que escuchábamos el anuncio del torneo. Mi hermana menor bajó las escaleras acompañada de Gracy y fue corriendo a abrazar a mi tía Nitori, sin duda estaba muy apegada a ella. Sólo en ese momento, mi tía reaccionó y levantó a Asura en sus brazos.

Los días pasaban, mi entrenamiento era cada vez más duro, como predijo mi padre. Obtuve varias cicatrices por su entrenamiento.

El choque de ambos metales resonaba en el campo vacío. Mi padre aumentaba la velocidad de sus ataques a cada golpe que cada, yo lograba bloquearlo por poco.

- "Concéntrate. No dejes que nada te distraiga, tu vida depende ello. Distráete un segundo y toda tu vida desaparece."

Mi padre soltaba esos comentarios de vez en cuando. Nuestras espadas chocaban y nos mirábamos a los ojos con seriedad. Me alejé de él y corrí mientras preparaba un hechizo.

- "Explosion."

El lugar donde estaba mi padre había sido destruido, pero él lo había esquivado.

- "Wind Boost."

Usé el impulso de aire para retroceder sabiendo que mi padre me atacaría desde el lateral descubierto. El cansancio se hacía presente, pero mi padre seguía atacando fieramente.

Mi aliento era cada vez más escaso. Me costaba respirar. Mi padre volvió a atacar.

- "Wind Boost."

Me impulsé hacía arriba, no medí la fuerza del hechizo y salí disparado hasta caer en una de las piedras flotantes. Logré recuperar el aliento en ese lugar, me sentía pesado y cansado. Me eché en la tierra por unos minutos, mientras observaba el cielo.

Las Piedras Flotantes de Meccan, pedazos de tierra elevados por la anti gravedad generados por una brecha de magia que se escapaba por el suelo; desde su elevación, flores rojas con pétalos delgados y pequeños tallos blancos sobresaliendo. Eran muy raras de ver, pese a que están en la mejor posición de su crecimiento.

- "¡Hey, Hiroshi!"

Mi padre me llamaba desde el suelo, a penas podía escuchar lo que decía. Me hizo señas con los brazos para que bajara, pero mi cuerpo no podía moverse del todo. Me volví a echar en la tierra y me quedé dormido.

Cuando me desperté, la noche había llegado. Miré hacía abajo, pero era casi invisible.

- "¿Y ahora qué hago?"

Me levanté, recogí mi espada y empecé a dar vueltas mientras pensaba en cómo bajar de ahí y llegar a salvo al Reino. Pese a la oscuridad, sentía que algo o alguien me observaba. Giré mi vista en búsqueda de aquella mirada, me topé con unos ojos amarillos que brillaban en la oscuridad.

Inicié una pequeña bola de fuego en mi mano para mantener la luz, un ser completamente rodeado de pelaje negro, con ojos amarillos y ropa muy desaliñada me observaba. Parecía un ser perteneciente a la raza Bestial.

- "Hola, umm... Mi nombre es Hiroshi. ¿Quién eres tú?"

Los Bestiales son seres muy amigables por lo general, a menos que les provoques. El ser giró su cabeza, a modo de no comprender, luego se acercó a mí y me miró directamente a los ojos. Sus ojos poseían partículas muy interesantes dentro de ellas.

Me agarró de mi camisa y tiró de ella. Quería que lo siguiese. Pese a que no conocía a este ser, de alguna manera me transmitía una sensación no hostil. Así que decidí seguirlo, caminamos hasta el borde donde me alcanzó unas enredaderas que colgaban de la piedra. Las tomé y empezamos a descender lentamente.

Caminamos por el campo silenciosamente, acercándonos a las murallas del reino. Cuando llegamos, le agradecí la ayuda al misterioso ser. Él cerró los ojos e inclinó su cabeza, para luego desaparecer en la oscuridad. Me acerqué a las murallas e ingresé al reino, fui velozmente hasta mi hogar. Recibí un enorme discurso de parte de mi madre por lo que había hecho.

En un abrir y cerrar de ojos, un mes había pasado y las preliminares habían empezado. Nos enviaron una carta con el lugar al que debíamos ir todos los participantes, mis padres decidieron acompañarme y desearme buena suerte.

- "¡Bienvenidos! ¡Bienvenidos! ¡Sean todos bienvenidos a las preliminares del 50° Torneo Juvenil!"

El mismo sujeto que vi hace unos meses, estaba parado frente a todos nosotros. A mi vista, eramos casi 100 personas reunidas.

- "Primero repasemos las reglas de las preliminares y el torneo en general. Número 1, está prohibido el uso de cualquier artefacto mágico que altere el uso de maná. Número 2, no se podrá usar hechizos más allá de nivel 3. Y Número 3, cualquier tipo de soborno será tema de descalificación."

Se escuchaban susurros. Pero nadie dirigía palabra alguna al maestro de ceremonias.

- "Pues bien, empecemos."

Nos llamó uno por uno, nos mostró un saco con un montón de pelotas pequeñas, en ellas había un número; debíamos sacar dos números e indicarle cuales eran. Luego de una larga espera, nos dividió en varios grupos, llamó a sus asistentes y nos guiaron a nuestras respectivas zonas.

Viendo a mi alrededor. Veía que todos mantenían conversaciones con los demás participantes, yo me quedé mirando mi espada y jugando con la funda. Hasta que me encontré cara a cara con el ser de aquella noche. Me asusté y caí de espaldas.

- "Hey, ¿estás bien?"

Un chico se me acercó y me extendió su mano. Me ayudó a incorporarme. Lo miré por unos segundos; pelo rubio, ojos azules, lo típico que verías en un noble.

- "Sí, estoy bien. Gracias."

Me sacudí el polvo de la ropa.

- "Ryo, ya te dije que hagas un ruido o algo, no puedes aparecer de la nada ante la gente."

- "Espera un segundo. ¿Lo conoces?"

- "¿Uh? ¿Hablas de Ryo? Claro, somos amigos desde hace años. ¿Por qué la pregunta?"

- "H-hace unos días él me ayudó a bajar de las piedras flotantes en mitad de la noche."

Se quedó callado por unos segundos. Mirándome a mí y a Ryo.

- "Pues... ¿Qué quieres que te diga?"

- "¡¿Cómo que qué quieres que te diga?!"

El chico estalló en una carcajada.

- "Perdón, perdón. Pues, es Ryo, es su forma de ser supongo."

La criatura peluda negra, llamada Ryo, tiró de la camisa al chico. Le hizo unos gestos con las manos y él le susurraba mientras me miraba de reojo.

- "Hey, chico. ¿Cuál es tu nombre?"

- "Yo soy Hiroshi Sekkatsu."

Dije con mi mejor sonrisa.

- "Mi nombre es Auber Rin y él es Ryo. Un placer."

Me extendió la mano. La miré por unos segundos y luego la estreché con la mía.

- "Y dinos, Hiroshi, ¿Qué te trajo al torneo?"

- "Quiero poner en práctica lo que mi padre me ha enseñado estos años. Dijo que esto podría ser una buena ayuda, ya sabes, entrenar con chicos de mi edad."

Obviamente era mentira. Casi ni lograba contener mi emoción.

- "Es un buen plan, a decir verdad, pero ¿Acaso no vienes por el premio?"

- "No estoy muy interesado en ello, la verdad. Ganar o perder, me da bastante igual..."

Conversamos por un largo rato. Llamaron a Ryo para iniciar su preliminar. En ese momento, pude preguntarle a Auber sobre Ryo.

- "¿Ryo? Pues... Es... Complicado de explicar. Él es un Hénix, una sub-raza Bestial. Viene siempre a disfrutar del campo humano, pese a que se le está prohibido. Los de su aldea son muy protectores con los suyos, al fin y al cabo, sólo quedan 5 pueblos alrededor del continente."

Los Hénix. Había leído sobre ellos, pero muy poca información se encontraba en los libros humanos.

- "Espera, ¿los Hénix?"

- "¿No habías oído hablar de ellos? Los Hénix son un pueblo que vive en lo más profundo del bosque Celestial, en el lado oeste del reino. Son criaturas muy peculiares, ellos renacen cada vez que mueren, su cuerpo es abandonado, pero su alma renace en alguna mujer Hénix y ellas dan a luz a un nuevo ser. Siempre recuerdan lo que hicieron en sus vidas antes de la muerte, no importa cuantas veces mueras... Sin embargo, los Hénix se están quedando cada vez más arrinconados, los humanos se han dedicado a masacrarlos para descubrir la forma en la que renacen para poder implantar eso en los humanos. Es triste..."

Auber bajó la mirada, se le veía melancólico.

- "Pero Ryo es diferente. Él es un Hénix nuevo. Nunca vio o vivió otra vida antes que ésta. Él es la esperanza de su pueblo, supongo..."

Nos quedamos callados mientras veíamos a Ryo superar la prueba. Su agilidad era increíble y su cuerpo parecía hecho de goma.

Luego le tocó a Auber. Pasó la prueba con algo de dificultad, pero él se veía contento de haberlo hecho. Nos quedamos conversando un rato, mientras esperaba a que fuera llamado.

- "Tranquilo, Hiroshi. Los groonhell siempre van al último, lo mejor para el final, ¿no es así?"

Veíamos a muchos salir victoriosos, otros gritaban al cielo por fracasar en las pruebas.

Finalmente, fue mi turno.

- "Así que, Hiroshi Sekkatssu. Groonhell. Muy bien, al ser usuario de ambos estilos de combate, deberás de pasar las pruebas de ambos estilos."

Asentí con algo de miedo. Me apuntó a un grupo de muñecos hechos de paja.

- "Primera prueba. Uso de magia. Deberás de derribar o destruir aquellos muñecos dentro de un límite de usos. De caso contrario, serás descalificado."

- "¿H-hay algún limite en el uso de maná?"

- "Cómo dije. Debes acertar en cierta cantidad de usos. Usa todo tu maná en el primer tiro si quieres. No me interesa, sólo hazlo."

El asesor era bastante molesto. Pero debía dar mi mejor esfuerzo en superar la prueba.

Cerré los ojos, junté el maná en la palma de mi mano. Sentí la fuerza de la bola de fuego en mi mano, abrí los ojos, era lo suficientemente grande. Pero no quería lanzar una bola de fuego... Iba a ir más allá de eso, después de todo quería impresionar a los demás.

Achiqué la bola de fuego en una pequeña esfera, del tamaño de una piedra. La impulsé con todas mis fuerzas.

- "Parece que no fue suficiente."

El controlador estaba controlando su risa. Lo miré de reojo.

- "Aún no termino el primer intento."

Mi mano seguía estirada en dirección de los muñecos de paja, después de unos segundos apreté mi mano. Una enorme explosión se hizo presente, en frente de todos.

Muchos gritaron, otros estaban sorprendidos por la enorme fuerza de la explosión. Al dispersarse el humo, los muñecos habían desaparecido. El controlador estaba boquiabierto.

- "B-buen trabajo, supongo."

Estuve asustado por unos segundos, pensé que mi explosión sobrepasaría el nivel 3, pero se me indicó que los hechizos de fuego eran muy básicos y que no había problema.

Fui a la segunda prueba. Uso de la espada. La prueba era la misma. Derribar o destruir los muñecos de paja. Sin embargo, en ésta ocasión no podía utilizar ningún tipo de magia.

Para la prevención de las trampas, se usaron cristales que anulaban los efectos mágicos de las armaduras encantadas. Se me puso una pulsera con una gema igual para anular mi magia momentáneamente.

- "Elije tu arma."

Me mostraron una amplia selección de armas. Espadas, dagas, mazas y demás. Una espada enorme se antepuso a mí. La agarré, era pesada, muy pesada, pero no inútil.

- "Elijo ésta."

- "¿Seguro? No hay cambios durante la prueba."

Asentí. El controlador levantó los hombros en señal de poca importancia.

- "Muy bien... Empieza."

Corrí con la espada siendo arrastrada detrás de mí. Mis 2 brazos estaban siendo estirados y mis músculos estaban en su máximo, por lo menos, la espada se movía a buena velocidad.

Llegué a unos pocos metros de los muñecos, levanté la espada hice un corte en el aire provocando una fuerte ráfaga para luego hundirla en el suelo. Un pequeño movimiento sísmico se hizo presente, varios muñecos se habían derribado por la ráfaga y el resto se derrumbó por el temblor terrenal.

Pasé las preliminares.

Después de hacer el conteo se dio el anuncio. De casi 100 jóvenes, quedaron 20.

El torneo se llevaría acabo la próxima semana. Teníamos una semana entera para practicar. Estaba emocionado, había logrado entrar en el torneo en mi primer intento. Sin embargo, no todo era color de rosa, los demás participantes me miraban con recelo.

- "Hey Hiroshi, ¿vienes a entrenar con nosotros?"

Auber me había sacado de mis pensamientos.

- "¡Oh! ¡Sí, claro!"

Los tres caminamos entre los otros participantes. Hasta que un grupo de ellos nos cerró el paso.

- "Pero miren a quienes tenemos aquí. Al bicho raro, al patético Auber y al tramposo."

- "Déjanos en paz, Pierre."

¿Tramposo?... ¡¿Yo?!

- "Hey, espera un segundo. ¡¿CÓMO QUE TRAMPOSO?!"

- "No te hagas niñato. Nadie antes había sido capaz de acabar las pruebas con tanta facilidad."

Auber lo empujó para seguir camino. El sujeto llamado Pierre, le devolvió la acción con un golpe en su rostro. Auber se veía molesto, quería intervenir, pero Ryo me detuvo agitando la cabeza.

- "¡Venga mocoso. Ataca!"

Auber lleno de furia, se abalanzó contra Pierre. Pero falló el golpe y calló al suelo donde le empezaron a patear.

- "¡Oigan! ¡Alto! ¡Deténganse!"

Me había logrado zafar de Ryo. Ahora yo pelearía contra ellos.

- "Espera, un segundo... Ya sé quién eres. ¡Eres el hijo del traidor! ¿Cómo no te reconocí antes? Hiroshi Sekkatsu, hijo de Mark Sekkatsu. ¡El traidor del Reino Killmonger! No eres más que una alimaña que se alimenta de nosotros, los buenos ciudadanos de ésta ciudad."

La ira iba subiendo por mi cuerpo y de alguna forma, también el maná. Mis manos empezaron a lanzar chispas, ni siquiera traté de controlarme.

- "No... Te... Atrevas... ¡A HABLAR ASÍ DE MI PADRE!"

Me impulsé contra Pierre, mi puño electrificado le dio directo en el rostro. No hubo tiempo para su reacción. Su cuerpo salió volando y cayó directamente en el suelo.

Sus compañeros me golpearon en la nuca al mismo tiempo. Me perdí el equilibrio por unos segundos, los necesarios para que Pierre me azotara un golpe directo en el rostro.

- "¡TÚ!¡NO!¡ERES!¡MÁS!¡QUE!¡UNA!¡SIMPLE!¡CUCARACHA!¡ AL IGUAL QUE TODA TU MALDITA FAMILIA!"

Pierre seguía pateándome. Escupí sangre, mientras trataba de agarrar aliento.

- "P-pagarás por esto. M-maldito engreído."

Pierre quiso volver a patearme de no ser por una ráfaga de viento que lo hizo caer.

- "¡Alto ustedes dos!"

Una voz se escuchaba. Miré a mi costado, un hombre con túnica y un bastón se acercaba.

- "¡En nombre del Dios Yter, ¡¿se puede saber qué están haciendo?!"

El hombre se mostraba imponente. Su túnica azul con toques dorados y su bastón de madera lo hacía ver más poderoso, por alguna razón.

- "Señor Sof. E-esto no es lo que parece. E-este plebeyo trató de oponerse a-."

Pierre fue interrumpido por Sof, éste le dió un golpe con su bastón en el rostro.

- "¡SILENCIO! Ninguno de ustedes seis tiene excusa alguna para justificar éste pleito. Si se les vuelve a ver peleando entre ustedes, todos serán expulsados del Torneo."

- "S-sí, señor."

Se notaba una ira acumulada en la voz de Pierre. Sof se acercó a mí y curó mis heridas. Cruzamos miradas por un segundo y luego desvíe la vista.

Auber, Ryo y yo nos alejamos del lugar y fuimos a entrenar. Ryo era muy ágil y Auber golpeaba con fuerza. Mi ventaja sobre ellos, era mi velocidad, siempre lograba esquivarlos, aunque por muy poco.

- "Hey, Hiroshi, si sólo esquivas no pasarás de la primera fase."

- "Y-ya lo sé."

El entrenamiento con Auber y Ryo continuó por algunas horas más.
Luego de eso me sentía exhausto. Mi cabeza daba vueltas sin cesar.

Los días pasaron; Auber, Ryo y yo nos conocimos mejor y nuestro entrenamiento era cada vez más fructífero.

Sentía que por fin, estaba listo para empezar el Torneo Juvenil y no podía esperar a que empezara.

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